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14 de septiembre del 2007

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Internacional
TPI

Carla del Ponte


Luis Peraza Parga
La Insignia. EEUU, septiembre del 2007.

 

Los tribunales penales internacionales, creados por Naciones Unidas con el objeto de perseguir la responsabilidad individual de los autores de crímenes de guerra, genocidio y lesa humanidad perpetrados en la Antigua Yugoslavia y Ruanda cuentan hasta el año 2010 -literalmente a la vuelta de la esquina- para completar su misión. Carla del Ponte, la super fiscal del primero se retira de su cargo de ocho años hoy, viernes 14 de septiembre, dejando una complicada tarea para su sucesor. Esperamos que el Consejo de Seguridad, creador de los dos tribunales, apruebe in extremis la extensión de su labor.

Debido a la complejidad del cargo, sería adecuado para la justicia internacional, con el fin de evitar los costos del reemplazo y aprendizaje por algo más de dos años, que la fiscal suiza permaneciera en su puesto. De 161 personas acusadas por ella, sólo cuatro permanecen huidos; entre ellos, Mladic y Radovan Karadzic. Ella insiste en que el CS de Naciones Unidas debe mantener abiertos los tribunales hasta que sean apresados y juzgados.

Carla del Ponte no es diplomática (*). Su lenguaje es duro y directo. Y no le tiene miedo a los poderosos: cuando desempeñaba la labor de fiscal en Suiza, implicó al fallecido Yeltsin en un escándalo financiero, congeló las cuentas bancarias de la antigua primer ministro paquistaní -Bhutto, actualmente en el exilio- y confiscó cien millones de dólares al hermano del entonces presidente de México, Carlos Salinas. Incluso llegó a calificar de "señor de la guerra" y "rufián", en uniforme de marzo de este año, al ex primer ministro de Kosovo que intenta presentarse como cabeza de lista en próximas elecciones.

Se ha mantenido ocho años en un cargo difícil, delicado y donde los enemigos son muchos y los apoyos, pocos. Sus palabras, "mi sucesor debe estar operativo inmediatamente para aumentar la eficacia del trabajo judicial y continuar persiguiendo a los fugitivos", no deben ser aceptadas.

Como dijo el argentino Ocampo, también fiscal del TPI, "la justicia internacional, la nacional, la búsqueda de la verdad, las negociaciones de paz, pueden y deben trabajar juntas. No existen caminos alternativos para conseguir el objetivo, deben poder ser integrados en una solución coherente."

La imparcialidad es la norma en la necesaria, por su sobreabundancia, selección de las investigaciones. Del Ponte argumentó en julio del 2007 que "los objetivos se elegían sin tener en cuenta el origen étnico del supuesto perpetrador o las supuestas victimas. Sólo la magnitud, el nivel de responsabilidad, el grado de violencia, la cantidad de víctimas y el impacto en la comunidad eran tenidas en cuenta para esta selección".

Alguien con la siguiente claridad de ideas no debe abandonar un cargo así. En una entrevista durante su visita al Parlamento europeo, en junio del 2007, manifestó: "Sólo habrá reconciliación cuando la población acepte los hechos del pasado y las nuevas generaciones estén informadas y se comprometan con un futuro de paz y en democracia. La justicia internacional es el primer paso, pero es necesario que las autoridades locales y nacionales den el segundo paso y admitan la verdad, los hechos del conflicto. Una tercera etapa sería la educación de una nueva generación en colegios y universidades".


(*) En las páginas de La Insignia he escrito mucho sobre ella:
Con la iglesia hemos topado
Cooperación penal en la Antigua Yugoslavia
La independencia judicial
Pasaporte croata a la UE
Sbrenica, más allá de las palabras

 

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