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La insignia
4 de marzo del 2007


Neko Case


Paul Medrano
La Insignia. México, febrero del 2007.


En su famosa novela de culto "En el camino", Jack Kerouac confiesa que existe un tipo de mujeres a quienes teme porque sería capaz de abandonarlo todo por ellas: "me arrojaría a sus pies; quedaría a su merced y si me rechazaran me iría para siempre de este mundo". Es lo que pensaría cualquiera ante mujeres como Neko Case, una hermosa pelirroja de Virginia y cantautora de alt-country, una de las voces más sinceras de la escena musical contemporánea.

Con cinco discos bajo el brazo (The tigers have spoken, Blacklisted, Canadian amp y Furnace room lullaby), Case deja bien claro que lo suyo es la música. Aunque su belleza haya cautivado a 4.557 lectores de Play Boy, que la consideraron la mujer más sexy del indie rock, por encima de cantantes tan bonitas (y talentosas) como Cat Power, Amber Valentine (de Jucifer), Ida No, (de Glass Candy And The Shattered Theatre) y Caithlin de Marrais (de Caithlin de Marrais). La votación incluía la oportunidad (para el lector, claro) de que la cantante posara en traje de Eva para la portada de la revista, invitación que Case rechazó: "Sería muy divertido, aunque también soy un poquito tímida y no tengo demasiada fe en los medios. Cada artículo escrito sobre mí vendría encabezado por las palabras 'la antigua chica Playboy' delante de mi nombre, y no quiero eso. La música debe estar primero".

Nacida el 8 de septiembre, Case admitió en una entrevista que era lectora de Playboy desde pequeña y que "su ángulo sobre el feminismo en los 70 era mucho más humano que el de las propias feministas, ya que para ellas no había sitio para la sexualidad". Asimismo, reconoció que su playmate favorita era Mercy Rooney (portada en diciembre de 1972) y que en la encuesta ella votó por Chan Marshall, más conocida como Cat Power.

Esta pelirroja de 32 años de edad cerró el 2006 a bombo y platillo. Los editores del portal Amazon situaron su más reciente disco (Fox confessor brings the flood) en el primer puesto entre los mejores cedés del año pasado, mientras que los usuarios la ubicaron entre los mejores 40 álbumes.

Cuando se disfruta de la belleza, sentimiento y sencillez con las que Case interpreta sus melodías, parece que para crear un buen disco sólo se necesita sentarse a componer mientras esperamos que el microondas termine su cuenta regresiva o que la lavadora seque la ropa; pero su aparente sencillez se esfuma cuando intentamos tararearlas. Las canciones de Case no son grandilocuentes. Son austeras si se quiere, de manufactura casi artesanal, pero dotadas de lo suficiente para percibir que en su elaboración se conjuga originalidad, sinceridad y talento.

La propuesta de la ex cara bonita de The New Pornographers es deudora de la ya no tan joven tradición country de Estados Unidos. Contiene delicados arreglos que a la primera oída podrían parecer lineales o planos, pero donde radica su mayor atributo es en la voz, la cual utiliza como instrumento omnipresente, con mayor o menor intensidad, con la suavidad o la fuerza que la estrofa requiere. Es la voz la que diferencia Fox confessor brings the flood de los discos de los cantautores treintones que empiezan a componer como académicos. Neko conmueve hasta la incomodidad con historias de añoranzas, como en Star witness, cuando dice: "Mi verdadero amor se ahogó en una vieja cacerola que contenía el aceite usado de un sedán 1969". O en Hold on, hold on : "El lugar más blando de mi corazón es para los extranjeros". En That teenage feeling clama por la necesidad -después de haber pasado por tantos secretos y cumpleaños- de seguir buscando ese sentimiento adolescente.

Neko hace un alt country correcto y contundente que de tan minimalista hasta parece pop, mientras su voz se convierte en una herramienta músico-narrativa de sorpresa y recogimiento. Esta mujer sería capaz de poner vida a un álbum que de seguro sería un somnífero con la voz de Laura Pausinni o Shakira. Y no es poco si tenemos en cuenta que en la propuesta de Case no hay experimentaciones barrocas, ni ritmos cuyo baile sea más sencillo que la pronunciación de la letra, ni rolitas que buscan colarse en alguna lista de popularidad. Ni siquiera pretende que su belleza física se imponga a su talento artístico.

Estas son algunas de las razones para admirar a la gringuita. O en todo caso, como decía el buen Kerouac: temerle.



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