Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
30 de junio del 2007


Chinua Achebe: Pasión y poder de la literatura


Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
La Insignia. España, junio del 2007.


Para no dejar que otros escriban la historia. En esta sencilla frase se inscribe el proyecto literario de Chinua Achebe; y sin embargo, la pasmosa sencillez no deja de ser engañosa, pues Achebe no es un historiador, sino un escritor de novelas, cuentos, poemas y ensayos excelentes, que nació en Nigeria en 1930 y que ha llevado una vida andariega y sorprendente donde el compromiso político y social han ido siempre de la mano de una literatura exigente y necesaria. Achebe declara sus intenciones en Home and Exile (2000), libro que recoge una conferencias que impartió en Harvard en 1988. En resumidas cuentas, Achebe habla de la fascinación de la literatura y de la función social que esta ejerce, o lo que es lo mismo, del enraizamiento de la literatura en la vida, lo que implica que no deja de lado ningún aspecto por polémico que pueda resultar.

Declara en el libro aludido que una de las razones por las que decidió ser escritor fue la de combatir la imagen que las novelas occidentales -cabe decir británicas- ofrecían de los africanos. En varios ensayos se ha ocupado del asunto al desentrañar las imágenes y conceptos racistas de autores menores como Joyce Cary o Henry Ridder Haggard. Cuando disecciona El corazón de las tinieblas (1902) de Joseph Conrad y tacha al autor de racista, las cosas toman otro cariz, más serio y comprometido. No cabe duda de que la novela presenta unos personajes africanos más cercanos de lo salvaje que de lo civilizado, pero tampoco es menos cierto que Kurtz se ha internado en ese territorio extraño de lo desconocido. A lo que hay que añadir que Conrad -al igual que todo escritor- echa mano de las ideas y figuras propias de su época. Es difícil para un escritor escapar de lo que podríamos denominar la retórica social contemporánea. Sin olvidar que si tomamos la obra de Conrad en su conjunto, nos percatamos de su escepticismo con respecto a lo que fue la empresa colonial británica en el siglo XIX.

Achebe se propone reescribir la historia de África desde la peripecia de unos personajes situados en la ciudad ficticia de Umuofia. Todo se desmorona (1958) es la primera novela de una tetralogía en la que el escritor nigeriano repasa, siempre desde la ficción, los avatares históricos más señalados desde finales del siglo XIX. Asiste así el lector a la llegada de los británicos a Nigeria y su consiguiente reestructuración social, con el hundimiento de los modos de vida nigerianos tradicionales. Le siguen No Longer At Ease (1960) en la que le protagonista es un funcionario del Imperio británico, a quien expulsan por corrupto, Arrow of God (1964), que cronológicamente se sitúa entre las dos novelas anteriores, y por fin, Man of the People (1966), localizada fuera de Nigeria y cuyo tema es el de los países que pertenecieron en su día a la Corona británica. En 1987, publicó la que hasta el momento es su última novela Anthills of the Savannah, cuyo tema es el de las dictaduras en África.

Si Achebe toma el camino de la ficción, aunque en algunos casos haya escrito también ensayos o polémicas políticas -véase The Trouble with Nigeria (1984)-, se explica por el papel que concede a la ficción dentro de la sociedad. Hay un modo de explicar el mundo que corresponde a la ciencia. Es un modo basado en la observación y la experimentación. Por ser empírico se atribuye la capacidad de explicar de manera convincente y total del Universo y sus elementos. Este modo científico, tal como está concebido en nuestra sociedad, no puede dar cuenta de todo aquello que se refiere a la persona. Pues bien, todo aquello que no puede ser reducido a elemento mensurables, lo que equivale a decir todo aquello propiamente humano y no instrumentalizable, necesita de otros modos que puedan explicarlo. Todo lo que grosso modo llamamos "cultura" necesita de una explicación que vaya mas allá de lo científico. Por ello surgieron en los albores de la humanidad los mitos y no por otra razón continúan hoy con fuerza las narraciones. De ahí que Achebe afirme en What Has Literature Got to Do with It? que la gente inventa historias, o más bien, las historias inventan gente que inventan historias. Los mitos originarios hablan de la creación del mundo y de cómo el hombre se instaló en la tierra y cómo ha llegado al estado presente de la sociedad. La filosofía, en su más amplio sentido, habla de las razones de la ética, de la política o del arte. La literatura intenta explicar el mundo a los lectores, las razones de los cambios históricos; refleja también la imagen que circula de una determinada sociedad. La literatura contiene bajo el envoltorio de la ficción los valores de cada sociedad en cada época. Hay una necesidad de ficciones porque las personas necesitamos que nos expliquen un mundo tantas veces caótico y despojado de sentido. Las narraciones sustentan toda cultura y le dan sentido, crean de manera inconsciente el entramado afectivo y sicológico que permite que los individuos de una sociedad se mantengan unidos a lo largo de la historia.

En lo expuesto radica la importancia que los escritores de las antiguas colonias inglesas atribuyen a la literatura. Tanto Achebe como Salman Rushdie, o los antillanos Wilson Harris y Sam Selvon, por nombrar unos pocos entre tantos, se dieron cuenta en su momento de que había que ofrecer unas historias alternativas a la británica. Utilizaron la literatura como campo de batalla para combatir las imágenes estereotipadas de los nativos en favor de una visión más compleja y de la que estuviera ausente la mirada colonial inglesa. Ese es, en el fondo, el espíritu que anima Hijos de la medianoche de Rushdie o Todo se desmorona.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto