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La insignia
16 de febrero del 2007


Darfur, misión imposible


Luis Peraza Parga
La Insignia, febrero del 2007.


La situación en Darfur (Sudán) es, según todos los expertos, insostenible. Más de doscientas mil personas asesinadas desde el año 2003 (la mayoría a machetazos, arma de destrucción masiva de algunos países pobres); dos millones de desplazados tanto internos como en los países limítrofes; un gobierno militar débil y dictatorial que apoya con armas y dinero a los asesinos, que se niega a la entrada de una fuerza de paz de la ONU bien equipada y con un mandato claro, que tolera la simbólica de la Unión Africana, mal equipada y con un mandato vago, que emite mensajes confusos, aunque milimétricamente estudiados, que retrasan la ineludible intervención foránea bajo mandato africano, y una comunidad internacional que clama literalmente en el desierto.

El flamante CDH de Naciones Unidas decidió, a finales del 2006, el envío urgente de una comisión de investigación cuando quizás no exista en el mundo un conflicto más investigado por organismos como el Alto Comisionado de Naciones Unidas de Derechos Humanos, los setenta y cinco trabajadores de la misión de Naciones Unidas en Sudán, la fiscalía de la Corte Penal Internacional desde marzo del 2005, la sociedad civil organizada, etc. Incluso como consecuencia de un informe previo, los bienes de cuatro sospechosos sudaneses de haber cometido delitos atroces han sido embargados y se les aplican restricciones en sus viajes. Pero el endeble acuerdo de paz alcanzado en mayo del 2006 no ha mejorado la situación. El gobierno sudanés ha negado el visado de entrada a algún miembro de la nueva comisión de investigación. Está en su derecho, ya que considera persona non grata al mismo. La comisión debería haberlo entendido y haber procedido a su entrada, aun diezmada, en Sudán y luego en Darfur, para conseguir testimonios de primera mano y no limitar su estadía a los países limítrofes recogiendo pruebas, importantes pero secundarias, de desplazados.

Aunque parezca nimio, la presencia de investigadores internacionales habría llevado sosiego y seguridad por unos días a esta maltrecha región del planeta, ofreciendo un impacto positivo en las personas que sufren el conflicto. No se trataba de realizar la misión en cualquier condición y circunstancia y en cualquier parte. Para eso, que no se hubieran molestado en abandonar Ginebra, donde indudablemente habrían encontrado algún asilado sudanés con quien charlar y así redactar un informe nuevo, pero sin valor añadido



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