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La insignia
3 de octubre del 2006


The Bicycles, o cómo oir música en bicicleta


Paul Medrano
La Insignia. México, octubre del 2006.


En su libro Cómo leer en bicicleta, Gabriel Zaid menciona instrucciones del manual para andar en dicho artefacto sin caerse, pero cuestiona que no se señale cómo habrán de seguirse las disposiciones: "Si deben aprenderse de memoria, o ser leídas en voz alta por un amigo que lleve el pesadísimo volumen al galope, o si ha de ponerse un atril sobre la misma para ir leyendo". Zaid reta al lector a que busque alguna utilidad en la lectura, teniendo en cuenta que resulta una acción bastante complicada, que ocupa nuestros sentidos y que leer nos impide hacer ninguna otra cosa.

Afortunadamente, con la música no es así. Mientras la oímos, podemos hacer tareas tan comunes y complejas como intervenciones quirúrgicas, cocinar, beber, estudiar e incluso hasta manejar una bicicleta. Y qué mejor opción para eso último que llevar como fondo el excelente The good, the bad and the cuddly, el disco debut de la nueva sensación canadiense llamada The Bicycles.

Tras más de 5 años juntos, hace unos meses decidieron meterse al estudio y grabar su primera producción, deliciosa malteada de sonidos, letras, ritmos y vocalizaciones que nos recuerdan irremediablemente a los momentos más pop de los Beatles, Monkees, Kinks, Archies y Brian Wilson.

Mas no por ello eso se tome como otra monótona propuesta indie de las miles que pululan por los cinco continentes. The Bicycles tiene la particularidad de condimentar sus melodías con pequeños detalles, esos que le dan el toque especial a una canción. De modo que no es raro que a medio tema nos sorprenda una divertida trompeta, un travieso violín o saltarines teclados; todo ello, claro, entre la clásica guitarra, bajo y batería, que suben y bajan la frecuencia del beat roquero, incluso hasta llevarnos a temas netamente folks.

Esta diversidad rítmico-musical, convierte a The Bicycles en una propuesta más fresca que la verdura alusiva a la clásica frase. Podríamos definirlo como el disco perfecto para salir a andar en baica, aunque a estas alturas eso resulte más peligroso que irse de mojados al gabacho.

The good, the bad and the cuddly consta de 17 canciones, algo que se agradece en estos tiempos en que parece que las crisis han alcanzado hasta a los músicos. Y es que no es del todo grato desembolsar un día de salario por tan sólo 10 rolas en un disquillo.

El disco abre con un desbocado B-B-Bicycles, divertido corte con algo de Surf, coros multifacéticos y guitarras rocanroleras. Un tema ideal para comenzar con el dominical tour bicicletero por tu localidad. Suena mejor si se escucha en una bajada pronunciadísima.

No obstante, Australia y I will appear for you bajan la intensidad del comienzo y nos sumergen en unas artesanales melodías y delicados coros (pero sin rayar en lo empalagoso), justo lo necesario para bicicletear en terreno plano.

Luego de Gotta get out, I know we have to be apart y Ghost town, que podrían servir como pausa para hidratarse un poco, viene Longjohns and toques, The defeat y Luck love, tres melodías que ni mandadas a hacer para que nos persiga una jauría de malhumorados perros, mientras que Paris be mine, Cuddly toy y Randy's song pueden servir para recuperar el resuello.

Please don't go es quizá la pieza más escandalosa (pero no ensordecedora) y anima a pedalear el regreso a casa, mientras que Sure was great, nos da la fuerza suficiente para guardar el artefacto y no arronzarlo lo más lejos que se pueda.

Homework y Two girls from Montreal (entre ambos hay un intermedio llamado Pomp and circunstance), los dos temas más extensos, con poco más de tres minutos, son el broche de oro de este disco, que resulta refrescante desde la especie de collage de su portada.

El quinteto compuesto por Matt Beckett (voces, guitarra y teclados), Drew Smith (voces, guitarra y pandereta), Randy Lee (bajo y voces), Dana Snell (batería y voces) y Andrew Scott (trompeta, guitarra, teclados y voces), junto con una infinidad de invitados, logran un interesante debut en tiempos en que pocas cosas nos sorprenden.

Si te sedujeron The Arcade Fire o The Stars, The Bicycles serán de tu entero agrado. Si no, aún estás a tiempo de conocerlos.



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