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20 de mayo del 2005 |
Gaceta Sindical. España, mayo del 2005.
El pasado verano, una ola de calor causó
la muerte de unas 15.000 personas
en Francia. El Gobierno de centro derecha
decidió entonces decretar una "jornada
de trabajo no remunerado" y destinar
la recaudación a la ayuda a los
ancianos y personas dependientes. El
día elegido para
dicha jornada
fue el lunes de
Pentecostés,
pero lo que mal
empieza mal
acaba.
La "jornada de ayuda" se aprobó por ley al calor (nunca mejor dicho) de la tragedia causada por las altas temperaturas del pasado verano en Francia y que afectó especialmente a los ancianos. Los sindicatos han sido muy críticos con la iniciativa del Gobierno porque, una vez más, la solidaridad la pagaban los asalariados. Algunas grandes empresas no han tenido reparo alguno en dejar claro que con ellas no iba la solidaridad. Empujadas por el amplio margen de aplicación del horario laboral cerraron sus puertas ese lunes y dieron fiesta a sus trabajadores. Así las cosas, el impacto de la huelga fue muy desigual y si bien la actividad laboral se vio reducida, no quedó paralizada. Fue en el sector público (enseñanza, correos, transporte, funcionarios) donde más se notó "la jornada de trabajo no remunerado". Al Gobierno francés le persigue la fatalidad. La popularidad del primer ministro, Jean-Pierre Raffarín, atraviesa por uno de sus momentos más bajos. Por si fuera poco su anuncio de aparición en la campaña del referéndum constitucional da alas a los partidarios del no, conscientes de que cuanto más intervenga Raffarín mejor para ellos. Desde luego, no ha resultado muy oportuno este lunes de Pentecostés que pretendía ser ejemplo de solidaridad colectiva y ha derivado en un nuevo episodio de enfrentamiento con los sindicatos y de división de las fuerzas políticas. |
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