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La insignia
8 de enero del 2005


Alemania

El repunte de Schröder


Federico de Cárdenas
La República. Perú, enero del 2005.


En febrero de 2002, dialogando en Berlín con el encargado de la sección América Latina de la cancillería alemana, salió a relucir la condición de corredor de fondo de Gerhard Schröder y le transmití mi confianza en que sería reelegido a la cabeza del gobierno, tal como ocurrió a fines de ese mismo año, cuando los electores favorecieron la continuidad de la alianza rojiverde. Nada hacía predecir tal triunfo, pues por entonces el canciller se hallaba en uno de los puntos más bajos de popularidad.

Tres años después, el fenómeno parece repetirse, pues luego de haber atravesado uno de los peores años de su gobierno, con algunas derrotas catastróficas inclusive en lander (Estados) que fueron feudos históricos del Partido Socialdemócrata (SPD), el señor Schröder inicia el año con una popularidad prácticamente recuperada, al punto que el más reciente sondeo, publicado hace pocos días por el semanario Stern, da fe de este fenómeno.

En efecto, el canciller aparece allí con una intención de voto del 34%, apenas a un 4,5% del 38,5% que logró en la elección de setiembre de 2002. En cuanto a sus aliados 'verdes', consiguen un 10% de la intención de voto, es decir 1,4% más de lo que lograron en esas elecciones, algo que hay que atribuir al magnetismo personal de Joska Fisher, ministro de RREE. La suma de estos resultados da 44% para la coalición gobernante, apenas un 2% por debajo de la oposición conservadora, que da 38% a la DC y 8% a los liberales.

Varias son las razones de este repunte, entre las cuales no habría que descartar los recientes escándalos registrados en la oposición democristiana (CDU/CSU), que han erosionado el liderazgo de su presidenta Ursula Merkel. Pero lo esencial es mérito de Schröder, que ha reaccionado con el mismo instinto y solidaridad del que dio muestras en el verano de 2002, con ocasión de las inundaciones en el este de Alemania.

Así, los germanos han visto cómo el canciller renunciaba a sus vacaciones en Hannover y se ponía al frente de una célula de crisis en Berlín apenas se anunció la catástrofe ocasionada por el maremoto del sudeste asiático, a resultas de la cual más de mil alemanes se encuentran desaparecidos. Sería una mezquindad acusar de cálculo electoral al canciller por este gesto, pues los comicios se ubican en setiembre del 2006.

Lo cierto es que los alemanes han visto a un Schröder omnipresente, que ha logrado canalizar una solidaridad récord entre particulares y empresas y la ha completado con la donación de 500 millones de euros hecha por el Estado alemán en ayuda a los daminificados. A esto se suma el que el electorado reconoce su firmeza en sacar adelante su programa de reformas, aun a costa de una impopularidad que lo llevó a perder votos y recibir huevos y hortalizas en los mítines del SPD. Honor al mérito.



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