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La insignia
23 de enero del 2004


Homenaje a Dupond y Dupont


Diego Reinares
Agencia de Información Solidaria (AIS). España, enero del 2004.


Nadie habla de ellos, pero ahí están. No tienen 75 años, es cierto, pero durante décadas han sido el perfecto contrapunto, una gota de humor entre trazos, diálogos y color. Son Dupond y Dupont. O Hernández y Fernández, en su variante hispana. Tintín ocupa portadas porque está de cumpleaños, pero nadie habla de ellos: estamos ante el sempiterno ostracismo de los actores de reparto.

Han pasado 75 años desde el primer viaje de Tintín, al "país de los soviets", según el título, allá por el 10 de enero de 1929. Bélgica celebra con orgullo patrio el aniversario de uno de sus hijos más internacionales, el tenaz reportero creado por Hergé. Tintín es belga, que nadie lo dude. Hacerlo alcanzaría cotas de ofensa nacional. Actúa como belga, piensa como belga, es belga. Pocas veces un pueblo elevó a categoría cuasi religiosa a un ídolo de papel.

Y Hernández y Fernández, o Dupond y Dupont, ahí, impertérritos, contemplando el homenaje a su compañero de andanzas, sin perderse detalle como buenos detectives. Con su bombín, su bastón y su pose británica: qué dura es la vida de los mal llamados personajes secundarios. Como Rosencratz y Guilderstern, que en Hamlet desaparecen y a nadie le importa, nadie nunca pregunta por ellos. Y es que en la ficción, como en la vida, hay personajes protagonistas, personajes en la sombra y sombras sin personaje.

Mientras, Tintín sigue con su desfile triunfal. Ha recorrido medio mundo, Luna mediante, para llegar aquí, y a pesar de su edad goza de buena salud. Dicen de él que es atemporal, y que no conoce fronteras. Tiene éxito hasta en Corea. Y eso que Hergé trabaja con un importante poso etnocentrista, sobre todo en los primeros viajes del personaje. Estereotipos repetidos hasta la saciedad que, en Tintín en el Congo, por ejemplo, recuerdan a obras cumbre del racismo cinematográfico, como la adaptación de Las nieves del Kilimanjaro, de Henry King,

Hergé juega con la ambigüedad. Algunos dicen que combatió el nazismo con el álbum El cetro de Ottokar, en 1939, pero lo cierto es que trabajó de forma activa con la prensa colaboracionista del momento. Otros incluso dicen que la relación de Hernández y Fernández es una forma larvada de reinvidicación homosexual. Mitos en torno al mito. Lo cierto es que Hergé creó un personaje, que al margen de todos sus defectos, está ligado al ideario colectivo de varias generaciones. Tiene encanto, alma, gancho. Tiene algo.

Dupond y Dupont forman parte del mito. Pocos mencionan su nombre en un país volcado con la celebración. Los escaparates de Bruselas ceden espacio al flequillo más famoso del país. Sirvan estas líneas como homenaje a los olvidados, a los que no salen en la foto. La realidad, como el mundo de Tintín, no deja de ser una gran mentira de papel.



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