Colabora Portada Directorio Buscador Redacción Correo
La insignia
9 de enero del 2004


El conocimiento desconocido


Gita Lazarte
La Insignia. Brasil, enero del 2004.


Hay un conocimiento esencial, base y fundamento de nuestra vida, herramienta no solo necesaria sino indispensable para nuestro desenvolvimiento como seres humanos. Se trata del conocimiento de uno mismo. Conocimiento ausente en todos los planes de enseñanza desde el jardín de infantes hasta la universidad. Por eso he dado en llamarle el conocimiento desconocido.

El cúmulo abrumador de conocimientos que nos obliga a recibir la escuela, no tiene nada que ver con nosotros mismos: por ejemplo, cómo se clasifican las plantas en monocotiledóneas y dicotiledóneas, cuál es el río más largo del mundo, fechas de batallas, de fundación de ciudades, nombres de las personas que integraron juntas de gobierno, países conquistados por Napoleón Bonaparte o Alejandro Magno, etc., etc. Hechos todos que sólo tienen existencia en el registro de nuestra memoria, lugares a los que tal vez nunca vayamos o nunca necesitemos saber de ellos para el desarrollo de nuestra vida como seres humanos. Conocimientos que nos forzaron a adquirir a toda la clase por igual sin preguntarnos nunca si teníamos algún interés en ellos. Mientras tanto nosotros mismos nunca éramos tema de investigación o estudio y nadie parecía darse cuenta que teníamos todo un mundo por conocer y descubrir y que llevábamos a cuesta como una pesada carga, la mayor parte de las veces sin saber qué hacer con ella (también nuestros maestros llevarían una carga similar y tampoco sabían qué hacer con ella).

Llega casi a parecer inconcebible este estado de cosas.

¿Cómo no darse cuenta que a ese niño al que se está forzando a retener cuántas naves traía Colón cuando descubrió América, antes que un registrador de datos es una personita que a lo mejor tiene en ese mismo instante toda la angustia que le provoca su madre dominante e incomprensiva, o un tremendo celo por su hermano, o una gran envidia por el juguete de su vecino, o tal vez quiere preguntar algo y no se anima, sufriendo así por su reprimida timidez? ¿Quién le enseñará a manejarla? ¿Quién le enseñará a penetrar en su mundo interior, a conocerlo, a dirigir sus fuerzas, motivaciones, dudas, conflictos, ilusiones, esperanzas y frustraciones?

Pensamos que por importante que sea el descubrimiento de América, lo cual nadie duda, hay otro descubrimiento que es prioritario y es el descubrimiento de todo ese mundo que somos cada una de nosotros y al que alguien debe atender y ayudar a descubrir si queremos formar seres humanos capaces de mejores relaciones interpersonales, de una mejor relación con nosotros mismos ya que no estamos separados de los demás ni del mundo en que vivimos.

Este es un clamor por una educación para la vida y para la plasmación de un mundo más humano y más digno del hombre que lo habita.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto