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La insignia
9 de enero del 2004


La columna amarilla

Julio María Sanguinetti y los Reyes Magos


Horacio Buscaglia
La Insignia. México, enero del 2004.


Mire que se han hecho análisis sobre por qué Julio María Sanguinetti es así como es: Malo.

Profundos estudios con enfoques históricos, filosóficos, políticos y psicológicos (a partir de Freud, Lacan, El Pocholo y otros) nos han tratado de demostrar que su maldad procede de mil lados distintos que van desde de la moral mafiosa a la pasión por cercenar brazos, del famoso tema del Pecho Bueno versus el Pecho Malo hasta cierta tendencia al estreñimiento y sus consecuencias sobre el humor del individuo y también al largo de sus cejas que funcionarían como antenas y estarían absorbiendo la mala energía que destilan Hierro y Abdala, por ejemplo.

Yo no soy nadie para contradecir a tan prestigiosos científicos pero hay algo que no deja dudas sobre la razón de su malsano comportamiento. Y como no podía ser de otra manera, el asunto se produce en la infancia.

Ayer, 6 de enero, Julio María Sanguinetti cumplió años. ¡El Día de Reyes! ¿Puede haber algo peor para un niño que cumplir años en Navidad o Reyes?

Se imaginan la decepción, el dolor, el odio que esos niños acumulan durante años y años viendo como padres y tíos se aprovechan y sólo le dejan un regalo cubriendo las dos fechas.

Se imaginan cómo la envidia, cual enredadera, crece en sus corazones al ver a los otros niños recibir unos regalos en Reyes y otros en sus cumpleaños.

Piensen en Julito María viendo a Tabarecito recibir el 6 de enero una pelota número 5 y once días después llenarse de regalos en su cumpleaños.

Así, que querés que te diga, es muy difícil no transformarse en un sorete.

Y si querés más pruebas, fijate la fecha en que se votó su Ley de Educación de 1973: 5 de enero. Como él no recibía regalos le regaló a Bordaberry y a los milicos, una ley para eliminar la autonomía de la enseñanza, para destituir a piachere y para otras aberraciones que seguimos sufriendo hasta hoy.

¡Qué lo parió! si hubiera sido sietemesino todo habría sido distinto, capaz que hasta senador del Frente Amplio, era. ¿Quién te dice?

***

La columna anterior fue publicada el 7 de enero.

Muchos se la tomaron para la risa pero, fíjense ustedes, ese mismo día en el diario La Nación de Argentina, Sanguinetti confirmaba que teníamos razón.

El periodista le preguntó: Por haber nacido un 6 de enero, usted habrá tenido sus complejos.

"Les pregunté a mis padres por qué recibía un solo regalo -dice, sonriente-. Me explicaron que era privilegiado porque me habían traído los Reyes. Era privilegiado, sí, pero recibía un solo regalo."

Te quedó claro. Viste que yo tenía razón. Un niño así: frustrado, engañado, insatisfecho, cuando llega a grande no le queda otra que ser así como es Samguinetti. Lo que yo no sabía era eso de que lo habían traído los Reyes. Lo de la cigüeña, el repollo y hasta lo de una caja de zapatos, estaría dentro de lo normal, pero los Reyes... ¿qué querés que te diga?

Un niño que leyó junto conmigo el reportaje me dijo: "Pero de quién es, yo no le veo ningún parecido con Melchor, Gaspar y mucho menos con Baltasar. Aunque mirando bien, me dijo, por la cejas uno podría pensar en los camellos".

Quizás allí esté la razón de que los hayan jorobado, pensé.

Y siguiendo con el reportaje, a la pregunta del periodista de ¿qué les pidió a los Reyes?, él no dijo que les pedía una bicicleta, una pista con autitos o un mecano, contestó: "Siempre les pido lo mismo: preservar la libertad, mantener la paz y más trabajo."

¿Te das cuenta? Un niño así termina confundido. Termina creyendo que la libertad, la paz y el trabajo, son juguetes que el puede armar, desarmar, romper, darle cuerda y no prestárselos a nadie.



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