Colabora Portada Directorio Buscador Redacción Correo
La insignia
5 de julio del 2003


"Aparte", Mario Handler y el país de la cola de paja


Rosalba Oxandabarat
La Insignia. Uruguay, julio del 2003.


Durante el año 2001, Mario Handler -68 años, cineasta desde los años 60, exiliado y retornado- hizo un documental sobre unos muchachos habitantes de los llamados "asentamientos" y también "cantegriles" -barrios muy pobres y de formación "espontánea"- de Montevideo. Adolescentes de uno y otro sexo, entre ellos una prostituta, una madre soltera, un chico que tuvo tempranamente problemas con la justicia. Handler se involucró de cerca con su "tema"; tuvo que vivir con él, acercarse, entenderlo, aguantarlo, vivir manipulaciones, seguramente de uno hacia el otro y viceversa: no eran niños de guardería, ni dulces huerfanitos, no confiaban en nadie fuera de su círculo, no sabían nada de cine. Sus vidas, sus perfiles, sus valores y sus códigos conforman lo que, en el idioma sociológico actual, se define como "marginal".

La película se llamó "Aparte". Aparte de la educación, de la sociedad organizada, de la llamada vida normal, del "sistema", sea eso lo que sea.

Handler trabajó solo. Hizo cámara y sonido, producción y edición. Le dio en ocasiones cámaras a los mismos protagonistas, para que filmaran ellos lo que quisieran. De ese material conservó algunas cosas y desechó otras, entre ellas, escenas de sexo, porque algún chico pensó que a un señor universitario y maduro que se acercara a ellos podría interearle el material "caliente". Con lo filmado por Handler y lo filmado por ellos se armó este documental "duro", con un cuidadoso trabajo de edición, que se pre-estrenó en el Festival Internacional de Cinemateca del año 2002, con los protagonistas en escena aplaudidos por todo el mundo y saludado por una parte de la crítica como "el más impactante documental uruguayo de todos los tiempos".

Casi un año después, "Aparte" tuvo su estreno oficial, en cines comerciales del circuito montevideano. Otra vez entrevistas, al realizador y a los jóvenes que hacen su vida ante cámaras. Aparecieron críticas adversas -en particular, una publicada en BRECHA, semanario de izquierda que es el mío- y otras laudatorias, y otras ni lo uno lo lo otro pero planteando reflexiones en torno a un tema ríspido. Porque "Aparte" contiene algunas escenas de esas que, en la televisión, ameritan el cartel de..."... pueden herir la sensibilidad de algún espectador". Un niño hace lo posible por ahogar a un gatito. Un chico se tajea los brazos ante la cámara. Otros hablan de crímenes hechos por ellos, mientras juegan a las cartas. Un par de muchachas algo ebrias confiesan sus angustias en una suerte de catarsis propiciada por el alcohol y la cámara.

Las discusiones críticas giraban en torno a lo representable, a lo filmable, al método, a si "vivir ante cámaras" sabiendo que se es filmado destruye la verosimilitud de lo que se filma, invocaciones a Flaherty y a Chris Marker, largo etcétera. Curiosamente, "Aparte" se convirtió en un éxito de taquilla, en un país donde nadie, con excepción de algún crítico de cine, va a ver documentales.

Pero eso fue sólo el comienzo. En alguna entrevista, Handler -que es cualquier cosa menos un buen abogado de sí mismo- dijo que le había pagado a los jóvenes. Que con ese dinero compraban a veces ropa, leche, comida, y a veces droga. Que el pibe que se tajeó ante cámaras y fue quien sugirió esa toma, antes le pidió dinero para hacerlo. Handler se resistió, dijo, y al final le dió la plata (el chico tenía, ya, los brazos llenos de cicatrices).

Hombre bocabierta. En pocos días en este país tan renuente a discusiones éticas y estéticas se armó un lío de los mil diablos. Handler pasó de comprometido cineasta a explotador de menores. Autoridades, algún periodista más rápido que consecuente, almas bellas de las oenegés, saltaron a denunciar la infamia. Páginas y páginas. Los jóvenes de la película, tan contentos antes con su protagonismo, parecieron descubrir otro igual de interesante. Se convirtieron en víctimas, no de la sociedad sino de Handler. Ellos no sabían. Se sentían lesionados en su dignidad. La muchacha prostituta dijo a los cuatro vientos que se había acostado con Handler. Mientras el film subía en la taquilla, desplazando a "Matrix" durante el último fin de semana de junio, las autoridades del Instituto Nacional del Menor (Iname) salieron a la prensa, abogadas de oenegés comenzaron a asesor a las "víctimas", y ante el lío desatado una jueza citó a declarar a unos y otros, empezando por Handler. Una de las causas aducidas reside en las leyes de protección a los menores, según las cuales no se puede filmar sus rostros cuando se trata de asuntos delictivos. La famosa escena de los cortes, además, fue filmada en dependencias del Iname, ya que se trata de adolescentes internados por delitos varios.

Eso sí, nadie, ni las autoridades preocupadas ni los protagonistas victimizados, dijo que lo que la película muestra es mentira. Todavía no se sabe dónde irá a parar el asunto, hay un proceso en curso, "Aparte" sigue alto en la taquilla, se habla de ella en las reuniones, la calle, los medios de comunicación, las peluquerías y las aulas y amigos de toda la vida se pelean a causa de sus diferentes opiniones ante la película.

Eduardo Galeano, desde su peculiar cultivo de lo pequeño, escribió en BRECHA: "Mario Handler se introdujo subrepticiamente en un suburbio de Montevideo. Allí difundió las drogas, implantó la prostitución, impuso la violencia y enseñó a robar. Los habitantes de ese barrio muy pobre, que desconocían estas costumbres típicas de nuestros ciudadanos más distinguidos, fueron fácil presa del corruptor. Después, Handler extrajo una cámara de entre sus ropas, filmó los resultados de su obra y se hizo multimillonario. De festival en festival, su película está ofreciendo al mundo una mala imagen del Uruguay y está enlodando el prestigio internacional ganado por los inmaculados banqueros y preclaros estadistas de nuestro país fantastic. Cada día resuena más fuerte el indignado clamor de las reservas morales de la nación."

Mientras tanto, como lo señaló un periodista de BRECHA -otro- el cantegril sigue ahí. De eso no es tan interesante hablar; igual, no parece haber remedio, y a ver todo eso de lejos estamos acostumbrados.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto