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La insignia
7 de febrero del 2007


Argentina

Crecimiento excluyente (I)


Pierre Salama (*)
La Insignia. Francia, febrero del 2007.


Una broma feroz. Relativa a los economistas y más particularmente a quienes trabajan para las instituciones nacionales bancarias y financieras: "los economistas de la City han previsto durante los últimos años ocho recesiones sobre tres.". Como recuerda con humor F. Krakowiak en Clarín (11-12-2005), en el año 2002 pronosticaron un dólar a 20 pesos, hiperinflación y cierre de los bancos; en el 2003, obligados a constatar el crecimiento, lo redujeron a un simple sobresalto, es decir, a una recuperación temporal, en razón de la falta de crédito, de la inseguridad jurídica, del congelamiento de las tarifas sobre los servicios públicos; en el 2004, la persistencia del crecimiento se había relativizado por la desaceleración que debía llegar dentro de poco, a causa de la falta de recursos energéticos, de la debilidad de las inversiones, de la incertidumbre provocada por las negociaciones de la deuda externa. Un último ejemplo de su capacidad para entender a Argentina: en el año 2005, el crecimiento previsto por estos economistas "serios" debía ser del 5,8% y fue del 9,1%: el excedente de la balanza comercial debía lindar en los 9,4 millones de dólares y fue de 11,5; las reservas debían elevarse a 1.600 millones y fueron 7... (paradójicamente, subestimaron una de las evoluciones que ofrece problemas: la inflación, prevista en 7%, se elevó al 12%) hasta el punto de que hoy, por otra parte, prosiguen más de cincuenta meses de un "crecimiento a la china" sin discontinuidad.

Los ejemplos anteriores son elocuentes y demuestran cuánto hay que desconfiar de sus pronósticos, expresados la mayor parte del tiempo en un lenguaje suficientemente oscuro como para parecer irrebatibles. Son muy a menudo los mismos economistas que permanecieron ciegos a los signos de la crisis de finales de 1990 y su estallido al principio de los años 2000. Sus diagnósticos son el reflejo de un "pensamiento único" que ve en la desregulación de todos los mercados la "vía real" a la eficacia y al crecimiento y no puede aceptar que el libre funcionamiento de estos mercados sea frenado por una intervención del Estado, que considera ilegítima e ineficaz por naturaleza. Sus previsiones son también la expresión de una supeditación a intereses bien precisos, los del sector financiero, que amenaza con catástrofes si no se aplican políticas económicas ortodoxas. Dicho catastrofismo se encuentra a menudo en el origen de los movimientos especulativos y tiene por objeto influir en las decisiones de los gobiernos y orientarlas hacia una mayor desregulación de los mercados.

El objeto de este artículo es, en primer lugar, analizar la evolución del crecimiento, de la balanza comercial, de las inversiones, del empleo bajo todas su formas, de los salarios y de los ingresos, recordar sucintamente las razones de este fuerte crecimiento y sus límites. En seguida, y sobre todo, subrayar un aspecto poco conocido de este "despegue económico": que se hace sobre la base de una distribución del ingreso particularmente desigual, heredada del decenio precedente, en que las desigualdades sólo han descendido débilmente. La tasa de desempleo permanece elevada y el empleo informal, precario, aumenta como porcentaje del empleo total, a pesar de la aprobación de leyes laborales orientadas a revertir la flexibilidad impuesta desde la década pasada. La evolución de los salarios y de los ingresos del trabajo está más o menos contenida según los diferentes sectores, según la naturaleza del empleo, formal o informal. La pobreza ciertamente retrocede, y se aleja de los niveles astronómicos alcanzados en 2001-2002, pero su nivel no baja a la altura de lo que fue su cima, lo cual puede parecer sorprendente teniendo en cuenta el vigor y la duración del crecimiento. Por último, mientras el gobierno del presidente Kirchner da la impresión de actuar con alguna voluntad de cambio -particularmente por el congelamiento o al menos el control de un cierto número de precios (1)-, la política presupuestaria está lejos de inspirarse en el keynesianismo y la política social sigue siendo la del presidente Menem, a pesar de la extensión de los planes "jefes". Este conjunto de hechos caracteriza un crecimiento a la vez intenso y excluyente.


Notas

(*) Economista y profesor de la Universidad de París XIII. Contacto: psalama@wanadoo.fr
Ultima obra aparecida: "El desafío de las desigualdades, una comparación Asia-América Latina"
(Ed. La Découverte, 2006).
(1) Los bienes cuyo precio está controlado por el gobierno representan 40% de los bienes que componen el índice de precios al consumidor.



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