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La insignia
27 de enero del 2007


España

Miguel Sarabia, educador para la libertad


Javier López (*)
Madrid Sindical. España, enero del 2007.


El 24 de enero se han cumplido 30 años del terrible atentado que conmocionó a España y acabó con la vida de cuatro abogados y un asesor que servían a los ciudadanos y a los trabajadores madrileños en el despacho laboralista de Atocha, 55. Este 30 aniversario ha venido marcado por el dolor de la pérdida irreparable del maestro de hombres y mujeres libres y abogado defensor de los derechos laborales y sociales, Miguel Sarabia, uno de los cuatro sobrevivientes de aquel atentado terrorista, la última sentencia de muerte colectiva de un franquismo que se resistía a desaparecer de la vida de los españoles para dejar paso a un horizonte de convivencia en libertad y democracia. Habíamos perdido a Luis Ramos hace poco más de un año y en las inmediaciones del 24 de enero hemos perdido a Miguel.

El dolor de las víctimas nos une. El dolor compartido con cuantos han sufrido el golpe irracional de la violencia terrorista es el primer paso para no olvidar. Preservar la memoria de las víctimas es el inicio de un largo camino para erradicar la violencia y el terror de nuestras vidas. Para reivindicar el valor de la vida en libertad. Nadie puede sentirse alejado del dolor de las víctimas, de sus familias, de cuantos los conocieron. Nadie puede alejarse de ese principio de unidad de todos frente a la violencia terrorista.

La Fundación Abogados de Atocha, promovida por CC.OO. de Madrid en memoria de las víctimas, ha entregado el premio anual Abogados de Atocha al Pueblo Español en las figuras de los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado. Tras el 24 de enero de 1977, los Abogados dejaron de ser patrimonio exclusivo de CC.OO., del PCE y de las organizaciones vecinales, para pasar a ser los más dignos representantes de un pueblo que caminaba de forma imparable hacia la libertad.

Los cinco fallecidos en el atentado, Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez Leal, Francisco Javier Sauquillo, Enrique Valdelvira, han llenado con sus nombres calles, plazas, centros culturales, parques y centros de formación.

Hoy, como hace 30 años, los trabajadores, los ciudadanos, encontramos en el dolor de las víctimas y en la solidaridad con cuantos han sufrido el golpe brutal de los heraldos negros del terrorismo, la fuerza y la voluntad necesarias para afrontar el reto de una convivencia en paz y en libertad.

Los Abogados de Atocha son memoria democrática, dignidad de los sobrevivientes y sus familias para soportar un silencio y una memoria incómoda para cuantos creyeron que el olvido era una condición para el futuro.

En el acto de entrega del Premio Abogado de Atocha al Pueblo Español, representado por los presidentes del Congreso, Manuel Marín, y del Senado, Javier Rojo, junto al homenaje a Miguel Sarabia, pudimos escuchar la voz de las mujeres de Ciudad Juárez, premiadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con el Premio Internacional Abogados de Atocha, y de los abogados laboralistas de Colombia, país donde la vida de los sindicalistas está siempre en peligro.

El día anterior, por primera vez un presidente del Gobierno recibía a los sobrevivientes y familiares junto al Patronato de la Fundación Abogados de Atocha, en un reconocimiento a sus personas y a la lucha del PCE y CC.OO. por la democracia.

Este 30 aniversario se ha convertido en un momento para la reivindicación de la memoria democrática. Una memoria viva que forma parte del presente, de la voluntad inequívoca de los trabajadores y de toda la sociedad de erradicar el terrorismo y la violencia de nuestras vidas y convertir el diálogo en elemento esencial para la convivencia en libertad. Un ejemplo de movilización de la sociedad en torno a las víctimas y por un mundo mejor, que es posible si todos lo queremos y día a día lo construimos.

En una de las coronas depositadas en la fachada de Atocha 55, a las 18,30 de la tarde, se ha encontrado una nota manuscrita con forma ilegible. Por su contenido sencillo y emotivo la reproduzco literalmente:

Sangre, lágrimas,
Y aquel silencio de la multitud iniciaron la democracia que nos dimos.

Os fuisteis
Pero dejasteis a nuestros hijos la herencia de canciones,
risas y el dibujo multicolor de lo que hoy somos.

Gracias de parte de ellos.


(*) Javier López es secretario general de CC.OO. de Madrid.



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