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14 de noviembre del 2006 |
La Insignia. Ecuador, noviembre del 2006.
De La migración en Ecuador. Oportunidades y amenazas
Como se mencionó anteriormente, para comprender la importancia de las remesas como arma para combatir la pobreza, basta mirar la relación de las remesas con las inversiones sociales, tal como aparece en el siguiente cuadro. El monto de remesas es ampliamente superior a las inversiones sociales, además de que las remesas son recibidas en forma directa por los estratos medios y bajos. Por otro lado, hay que anotar que la masiva salida de compatriotas aliviana de alguna manera la demanda de servicios sociales.
Si bien las remesas de los emigrantes no van directamente al Estado, éste, indirectamente, dispone de mayor movilidad al disminuir las presiones sociales. Es decir que al no tener que destinar más recursos para financiar las inversiones sociales -las cuales en gran medida se financian con "ayuda al desarrollo"-, el Estado puede disponer de recursos para atender las demandas de los acreedores. Es decir, que las remesas le dan "algo de cuerda y movilidad" al Estado, permitiéndole mantener reducido el gasto social para poder financiar el servicio de la deuda o subsidiar la ineficiencia de la banca, según sea la prioridad del momento. Las remesas podrían superar más de ocho veces a la llamada ayuda directa al desarrollo. Es curioso anotar que el monto de dicha ayuda, incorporando los créditos reembolsables (que han llegado a superar en algunos años el 80% de toda la ayuda), tiene un valor similar a las inversiones sociales, dicho de otra manera el Ecuador se endeuda en el exterior para financiar su inversión social… Al integrar los análisis económicos precedentes sobre el aumento del consumismo y los efectos inflacionarios de las remesas, se puede ver que si bien las remesas incrementan el nivel de ingreso (y las posibilidades de consumo) de los receptores, sus efectos colaterales sobre la inflación y por ende sobre el costo de la canasta básica, contraen el poder adquisitivo del dinero (en este caso del dólar), perjudicando a aquéllas familias que no perciben remesas, muchas de las cuales pertenecen a los sectores más empobrecidos. El efecto neto de las remesas sobre la pobreza debe considerar tanto su influjo positivo sobre el consumo de los receptores, como el resultado perjudicial en el poder adquisitivo del ingreso del conjunto vía presión inflacionaria y distorsión de la estructura de precios. Hasta aquí se ha podido verificar la importancia de las remesas para la economía sobre todo como factor de dinamizador del consumo y como mecanismo para reducir la pobreza. Asimismo, el ingreso de divisas por concepto de remesas ha permitido contrarrestar la salida de dólares derivada del déficit comercial y del desequilibrio crónico en la balanza de servicios. Sin embargo, las remesas también llevan implícitos algunos problemas. El primero y quizá el más grave es la gestación de un nuevo tipo de dependencia externa, que se deriva de sustentar el consumo interno en una fuente externa de recursos. Esto conlleva un grave peligro, pues las remesas han dejado de crecer a los ritmos anteriores, mientras que los flujos migratorios enfrentan cada vez mayores restricciones, lo que deja pocas perspectivas de un crecimiento de remesas a futuro. No debe olvidarse tampoco que un número creciente de emigrantes está considerando la posibilidad de quedarse en Europa o en los EEUU en lugar de regresar, y está dejando de enviar dinero priorizando las inversiones allá mientras procesa la reunificación familiar. En cuanto a las presiones inflacionarias mencionadas, estas se dan de modo diferenciado según cada zona, encareciendo las condiciones de vida de las regiones en donde se concentran estos recursos. Ya que las condiciones de vida, de producción y comercio son distintas en las diferentes regiones y ciudades del Ecuador, la inflación se presenta distinta en cada una, manifestándose entre otras cosas, en los diferentes precios de la canasta básica. Así, la canasta básica familiar es más elevada en Cuenca, Loja y Quito que en el resto de ciudades del país; el promedio nacional a octubre del 2005 supera los 432 dólares (el ingreso familiar, con 1,6 perceptores, es de 280 dólares; la restricción es de 152 dólares). Esto refleja el mayor porcentaje de las remesas de los emigrantes, que históricamente se han concentrado en el austro. A más del efecto inflacionario que el flujo de recursos generados en la emigración pueda tener, hay que considerar otro tipo de distorsiones, por ejemplo en la estructura de precios relativos, que tiene una incidencia perniciosa a nivel de la valoración de los terrenos y propiedades rurales y urbanas. 4. Impacto de las remesas sobre la desigualdad Resulta interesante examinar también el impacto de las remesas sobre el nivel de equidad, considerando, sobre todo, que los altos niveles de desigualdad son uno de los factores que determinan la permanente inestabilidad social en América Latina. Tómese por ejemplo el coeficiente de Gini como indicador de la desigualdad (20). En Ecuador este indicador superó los 0,55 en el periodo de crisis (21) y hacia el 2003 habría caído a 0,49 (22) revelando esto una mejoría significativa, en la que las remesas habrían jugado un papel determinante. Desafortunadamente no es nada sencillo examinar con precisión cuánto de dicha mejoría en la distribución del ingreso obedece al influjo de las remesas, pues estas producen efectos directos e indirectos, positivos y negativos, tanto para hogares receptores como para no receptores. No obstante, a continuación se detalla uno de los posibles enfoques con que puede tratarse dicho tema analizando para esto la distribución del ingreso existente en los hogares receptores. Esto puede realizarse por medio de una evaluación de impacto (23). Para ello se analiza la situación de dos grupos de hogares, teóricamente ambos de características similares (24), y diferenciados únicamente por ser o no receptores de remesas. Con estos criterios, en el cuadro 19 se observan 3 curvas de distribución (25): una correspondiente a la distribución del ingreso de la población en general (curva de Lorenz); otra correspondiente al ingreso del grupo de hogares receptores de remesas (grupo de tratamiento); y la tercera correspondiente al ingreso del grupo de hogares de similares características de los receptores, pero que no reciben remesas (grupo de control) (26).
Manteniendo la misma lógica de análisis en el cuadro 20, el área entre las curvas de distribución de los grupos de control y tratamiento se puede entender como el impacto de las remesas sobre la distribución del ingreso en el subgrupo de hogares receptores. Este resultado debe entenderse con mucho cuidado, pues describe únicamente el impacto distributivo de las remesas para las familias receptoras, mas no permite obtener conclusiones sobre su impacto distributivo a nivel nacional. Para ello se requeriría incluir los impactos indirectos, meta que sobrepasa los horizontes de la presente investigación. Ahora bien, dado que un número cada vez mayor de familias opta por la emigración, puede entreverse la importancia que van tomando las remesas en la reducción de la desigualdad. Al respecto considérese como ejemplo, que de ser ciertas las estimaciones menos conservadoras sobre la cantidad de emigrantes, que hablan de tres millones de ecuatorianos en el exterior, y tomando en cuenta que existen tres millones de familias en el país, se puede ver que en promedio habría un ecuatoriano en el exterior por cada familia ecuatoriana (nótese que no se dijo de cada familia). Por otra parte, las remesas no sólo estarían reduciendo la desigualdad al interior de los países receptores (de los que Ecuador es tan solo un ejemplo), sino también entre estos y los países de destino al crear un flujo duradero de recursos. Enfoque por demás interesante, pues le otorga un papel y un deber histórico a la población emigrante del planeta en cuyo accionar se hallaría una herramienta determinante en la lucha por una economía global más integrada y equitativa.
5. Destino y uso de las remesas De acuerdo con el informe del BID-FOMIN, elaborado por Bendixen & Associates (2003), la mayoría de los receptores (61%) utiliza las remesas para gastos de primera necesidad de la familia como alimentación, alquiler, electricidad, agua, teléfono, transporte, ropa y medicinas. Un 17% las destina a "lujos" (27) y un 22% a inversiones: 4% a compra de propiedades, 2% a educación, 8% al ahorro, y 8% las invierte en negocios. El impulso que dan las remesas al consumo es esencial, ya que estimula la producción al incentivar la demanda efectiva, sobre todo de los sectores de ingresos medios empobrecidos. Recuérdese que en el 2000, las remesas alcanzaron el 16% del nivel de consumo de los hogares y en el 2001, el 11%, convirtiéndose en un elemento esencial en el control de la crisis y la recuperación económica (28). Sin embargo, debe decirse, la presión de las remesas sobre los niveles de consumo, principal componente del PIB, alentó también las importaciones hecho que se refleja, en parte, en el crecimiento del sector comercial y de la construcción. Asimismo, el elevado peso del consumo en el uso de las remesas implica paralelamente niveles reducidos de inversión de estos recursos. Esto indica que buena parte de los receptores estaría "desperdiciando" la oportunidad que brinda el flujo de remesas para la creación de fuentes futuras de ingresos. Esos recursos dieron oxígeno a la economía, en especial a las provincias meridionales de la Sierra, como Azuay, Cañar y Loja, donde 6 de cada 10 habitantes tienen familiares viviendo en el exterior. A esa zona fueron unos 650 millones de dólares de los más de 1.300 millones ingresados en el 2000. Según algunas estimaciones del Banco Central del Ecuador (que no han sido actualizadas) en el 2000 a Azuay, Cañar y Loja ingresó más del 55% del total enviado de remesas, seguidos de las provincias de Guayas con un 10%, Manabí y Pichincha un 5% cada una. Los bajos niveles de inversión de las remesas se explican por las condiciones propias de una economía abierta y dolarizada, con una gran rigidez de su política fiscal y con tasas de interés en dólares sumamente altas, en donde no existe un adecuado marco para alentar las inversiones productivas. En otros casos, la baja inversión se explicaría también ya que los receptores tienen otras prioridades. Por ejemplo, un fuerte limitante para la inversión es el peso del pago de deudas en el uso de las remesas. En efecto, de acuerdo con FLACSO, los receptores en Quito, Guayaquil y Cuenca destinan 10% de las remesas hacia ese fin. Sin embargo, este porcentaje puede ser aún mayor. De acuerdo con investigaciones realizadas en Quito y en varios cantones rurales de Loja, zonas fuertemente tocadas por la emigración, los receptores destinan por lo menos el 20% de las remesas al pago de la deuda contraída, lo que restringe aún más el monto susceptible de ser invertido, tal como se observa en los cuadros: También se debería considerar que después, cuando la persona se ha estabilizado en el exterior o cuando regresa, destina sus recursos a la apertura de actividades vinculadas al sector servicios o de transporte (taxis, por ejemplo). En síntesis, las remesas han llegado a ser un elemento fundamental para sostener la economía ecuatoriana (y en particular para financiar la dolarización). Constituyen también una herramienta clave para reducir los índices de pobreza, pero sin constituirse necesariamente una herramienta para potenciar el desarrollo, particularmente por la ausencia de un entorno macroeconómico que apueste por la producción y el empleo. Si bien amplios segmentos de la población se benefician de las remesas, de las mismas lucran indirectamente diversos grupos acomodados de la población, por ejemplo los importadores de bienes de consumo, así como empresas legales o ilegales (29) que obtienen enormes utilidades al realizar las transferencias (30). Por otro lado, si bien las remesas de los emigrantes no van directamente al Estado, éste, indirectamente, dispone de mayor movilidad al disminuir las presiones sociales. O sea que al no tener que destinar más recursos para financiar las inversiones sociales -las cuales en gran medida se financian con "ayuda al desarrollo"- el Estado puede disponer de recursos para atender las demandas de los acreedores de la deuda pública, particularmente externa. Por último, los análisis presentados revelan la gestación de un nuevo centro de interés entorno a las remesas: su potencial para reducir los niveles de desigualdad en la distribución del ingreso a nivel nacional como internacional, punto que deberá ser analizado con detenimiento en futuras investigaciones.
Notas
(20) El coeficiente de Gini es un indicador que mide la desigualdad en la distribución del ingreso; varía entre 0 (distribución completamente equitativa) a 1 (desigualdad extrema).
Bibliografía
- Acosta, A., López Olivares, S. y Villamar D. (2005): "El aporte de las remesas para la economía ecuatoriana", Ponencia en la Reunión de Expertos sobre Migración Internacional y Desarrollo en América Latina y el Caribe, Naciones Unidas, México, 30 de noviembre a 2 de diciembre del 2005. |
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