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La insignia
13 de noviembre del 2006


Perú

Riesgo país contra «riesgo sociedad»


Jürgen Schuldt
La Insignia. Perú, noviembre de 2006.


Es muy probable que a la gran mayoría de ciudadanos se le haya escapado uno de los principales objetivos, por no decir el primordial, del presente gobierno. Tal como fuera anunciado en el mensaje presidencial inaugural del 28 de julio pasado: "Nuestra meta es lograr que nuestro país tenga el nivel del grado de inversión, es decir el nivel financiero de un país sólido al que puede venir más capital barato para crear más empleo, pero con menor costo". Este 'grado de inversión' es un jeroglífico muy significativo para entender la trayectoria de políticas -más allá de las puramente económicas- que adoptaría el gobierno a lo largo del presente quinquenio.

Ese 'grado de inversión' se deriva, con algunos ajustes que incluyen variables políticas, del denominado 'riesgo país', que mide la sobretasa que paga un país por sus bonos en relación a la tasa que rinden los títulos del Tesoro de Estados Unidos. Es decir, es la diferencia existente entre el rendimiento de un título público emitido por un gobierno de un país 'emergente' y un título de características similares del Tesoro de los Estados Unidos, que -se supone- no tiene riesgo alguno (ver gráfico I, al final). En última instancia, para decirlo en sencillo, ese peligro-país o 'prima de riesgo' representa un aproximado de la potencial tasa de ganancia que pueden obtener las empresas al invertir en (o prestar a) un país o de las posibilidades de repago de la deuda externa por parte de una determinada economía. A menor riesgo país, así se piensa, mayor confianza se puede tener en él la empresa privada, sea productiva o financiera; esto es, mejores serán las posibilidades para invertir con sobreganancias y/o de recuperar las onerosas deudas que ha contraído el país. Como tales, estos índices -su configuración, su medición y su uso- responden básicamente a los intereses y las inquietudes (es decir, las ganancias) de los inversionistas y acreedores.

Ese índice de inseguridad relativa es calculado por distintas entidades, sean empresas calificadoras internacionales de riesgo (J.P. Morgan, Moody's o Standard & Poor's) o revistas especializadas en finanzas (Euromoney o Institutional Investor). Si bien cada una usa un método algo distinto, generalmente llegan a resultados similares. En nuestro caso estamos presentando aquí la evolución del EMBI+ (Emerging Market Bond Index), que es el índice general de riesgo elaborado por J.P. Morgan para determinadas economías 'emergentes'. Estas instituciones se convierten, así, en los 'electores globales', que van a las urnas en Nueva York, votan cada día, poseen los DNI de casi todos los países y tienen la capacidad de vetar a Presidentes, Ministros y países enteros de la periferia mundial. Por lo que nuestros gobernantes toman muy en cuenta sus criterios de evaluación 'soberana' en materia económica y política: estabilidad macroeconómica y paz social, como fines últimos.

Es así como este gobierno ha escogido de motu propio e inconsultamente este criterio aparentemente objetivo, proveniente de las calificadoras de riesgo para que se le evalúe, aún sabiendo que refleja preferencias que responden, no a los ciudadanos peruanos que lo eligieron, sino las de los 'electores globales'; es decir, no solo de las calificadoras de riesgo, sino un acto de los intereses del gran capital transnacional y de los grupos nacionales de poder que indirectamente representan sus puntos de vista.

Nuestro actual presidente ha aprendido esa lección. A pesar de que en su Mensaje declaró que "hoy están agotados los criterios del que fue llamado 'Consenso de Washington'", no vemos sino políticas que se ajustan a pie juntillas a ese recetario y al que se añaden algunas otras, como la 'flexibilización laboral', el intento de recortar los 'sobrecostos laborales', la liberación absoluta del tipo de cambio (con lo que se caería al piso), la exoneración del pago de regalías a las grandes mineras, la negativa a imponer un impuesto a las sobreganancias, el ataque a ONG que solo se preocupan de asuntos esotéricos como el medio ambiente o los derechos humanos en vez de alentar la producción nacional... entre otras medidas que permitirían aumentar la tasa de ganancia de las transnacionales. Y es así como ahora nuestro partido del pueblo ya no solo se fije en las encuestas nacionales de opinión, que le sirvieron de brújula para llevarnos al fiasco de su primer gobierno, sino que su principal preocupación es quedar bien parados en las encuestas de aquellos 'electores universales'.

En tal sentido este gobierno -que no sé porqué se lo critica tanto- se ha convertido en el ideal a seguir en América Latina, dada la magistral simbiosis que han logrado configurar entre la acción de los operadores políticos del partido de gobierno (dizque socialdemócrata) y la aplicación de programas económico-políticos conservadores específicos, que una coalición como Unidad Nacional (UN) no habría tenido la capacidad de conducir políticamente sino a costa de masivas movilizaciones regionales y sociales... y las brutales represiones consecuentes. Con ese manejo sofisticado y equilibrado (en que incluso los principales ministerios y organismos 'económicos' son ocupados por miembros o acólitos de UN, dizque socialcristiana) seguramente bajará el riesgo país, aunque caigan las condiciones de vida de la población y se debiliten los esfuerzos por fortalecer la democracia, como lo hemos experimentado en el país durante los últimos treinta años de estabilización y ajuste neoliberal, de pauperización e informalidad, de represión y clientelismo.

Pasando a temas más serios, como se puede observar en el diagrama adjunto, respecto al quinquenio anterior (1998-2002) el riesgo país ha disminuido drásticamente desde el año 2003 en adelante, tanto en los países emergentes seleccionados (línea verde), como en los de América Latina (gris) y del Perú (roja). Es interesante observar la correlación positiva existente entre las primas de riesgo de esos tres grupos de países. Lo que hace pensar que, más que factores internos, parecerían ser factores internacionales -exógenos a las economías latinoamericanas- los que determinan el mencionado riesgo.

Caben dos hipótesis para explicar este curioso fenómeno, a pesar de las enorme diferencias económicas y sociopolíticas existentes entre los diversos países. De una parte, esa tendencia conjunta se explicaría precisamente por el denominado proceso de globalización, a consecuencia del cual -especialmente por la apertura irresponsable de las cuentas de capitales a lo largo de los años noventa- la interdependencia entre países ha aumentado drásticamente, debilitando sus mecanismos de defensa frente a crisis internacionales. Desde esta perspectiva el riesgo aumenta cuando se presenta una crisis internacional (como la que se dio en el trienio 1997-99) o de una recesión de los EEUU (2001-2002 y la que sobrevendrá a mediados del 2007), mientras que disminuye cuando se calman las aguas a nivel global o se recupera la economía del Imperio. Ya que el EMBI+ agrupa a países emergentes, cuando alguno incumple o cesa sus pagos, inmediatamente se genera un efecto manada que afecta -para mal- a los demás del grupo. En cambio, contra lo que se piensa a menudo, parecen tener menor importancia los 'ruidos' internos a cada país (que, en parte, están escondidos en los promedios), en que obviamente las excepciones constatarían la norma (como el éxodo de Fujimori a fines del 2000, en que nuestro riesgo país subió y se plegó al de los demás).

La otra hipótesis, bastante menos convincente, es que las calificadoras de riesgo ponen en un mismo saco a las 'regiones' (en particular, a toda América Latina y el Caribe) y que las leves diferencias entre países sí se deben a factores endógenos a cada economía. A ello se añade el hecho de que estas calificadores generalmente no son lo independientes que se cree, dado que son propietarias de bancos, entidades financieras y otras empresas, por lo que buscarían calificaciones sesgadas -para bien o para mal- para los países en que poseen intereses específicos. Tampoco son lo 'científicas' que se consideran, dado que se elaboran en base a entrevistas a personalidades de sesgado perfil, a información seleccionada del internet, a ejercicios Delphi, etc.

Desde esos datos, más unos más complicados de corte político y olfativo, los electores globales se convierten en maestros universales (de Kindergarten) que aplican calificaciones en escritura cuneiforme (que varían entre calificadoras) y que usted puede observar en el Gráfico II, en que se debe llegar -cuando menos- a la nota Baa1 (que poseen Chile y México) para alcanzar el ansiado grado de inversión. Y, si quiere llegar al Nirvana, es decir, a la 'A' del primero de la clase, debe alcanzar sucesivamente calificaciones ascendentes, escalón por escalón. Obviamente también puede caer en el ranking, a niveles de 'D' y hasta de 'E', que ya es para los parias del sistema financiero internacional.

Para terminar, es evidente que se requieren otros criterios para medir el riesgo país (y el ingenuamente anhelado grado de inversión), porque el índice actual es un gran riesgo para la supervivencia de la mayoría de ciudadanos. El verdadero riesgo país debe buscarse en otros aspectos ligados al desarrollo nacional más que al del bienestar del capital, como son los altos niveles de pobreza y exclusión, la desigual distribución del ingreso y de la riqueza, la exclusión social y la discriminación étnica... así como, en no menor medida, al comportamiento de los grandes empresarios miopes que tanta capacidad vienen mostrando para generar conflictos internos inútiles. Afortunadamente hace poco un grupo interdisciplinario de investigadores y activistas de primera línea publicaron un magnífico texto que puede servir de base para calcularlo para el Perú: se trata de El otro riesgo país. Indicadores y desarrollo en la economía global (Montevideo: Editorial Coscoroba, 2005), compilado por Eduardo Gudynas, con contribuciones de Alberto Acosta, Margarita Flórez, Denise Gorfinkiel y Rocío Lapitz (texto que puede usted leer e imprimir completo desde: www.economiasur.com/publicaciones/OtroRiesgoPais.html).




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