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La insignia
17 de junio del 2006


Travesuras de unas niñas malas


Jürgen Schuldt
La Insignia. Perú, junio del 2006.


Es impresionante el número de reseñas que ha merecido "Travesuras de una niña mala", la graciosamente triste novela más reciente de nuestro futuro premio Nóbel, así como las de otras obras premiadas o menores de la literatura peruana. En cambio, en lo que a las ciencias sociales concierne, es poco lo que la prensa acostumbra difundir y mucho lo que busca ocultar, especialmente cuando los textos palpan alguna fibra sensible de nuestra sociedad. Un caso ilustrativo a ese respecto es el ninguneo del excepcional libro "La mano invisible en el Estado" de Francisco Durand, profesor peruano de ciencia política en la Universidad de Texas.

El intento de silenciarlo es comprensible, ya que versa sobre las no siempre invisibles relaciones incestuosas existentes entre el Estado y las poderosas empresas multinacionales (acompañadas por ciertos capitales nacionales desvanecientes), esas niñas traviesas que ingresaron al país a lo largo de los últimos tres lustros. A la luz de las cuales las travesuras de la gélida niña mala de MVLL resulta ser apenas una nena de pecho; y no sólo por lo que el autor nos relata en torno a la pérfida corrupción, voracidad y rentismo que han campeado en materia de privatizaciones y concesiones, licitaciones y arbitrajes, recompra de papeles de la deuda externa y rescates bancarios, entre otras fechorías que delatan el carácter mercantilista de nuestro bamba-liberalismo.

Si bien pululan los estudios económicos y sociológicos sobre las más variadas patologías de la sociedad peruana, pocas veces se llega a un análisis concienzudo de sus determinantes y causas más profundas. ¿Cómo pueden entenderse nuestros lacerantes problemas si no se conocen los vericuetos del poder económico en el Perú actual? Más aún ¿cómo comprender la lógica de las decisiones de política económica y las reformas institucionales que adopta un gobierno, cómo la dinámica sociopolítica del país, cómo las peculiares relaciones externas, sin un conocimiento de lo que Durand denomina la "nueva clase corporativa"? De ahí que sus cuestionamientos también estén dirigidos a los politólogos, porque la suya es "una línea de investigación que mire a la político no solo como una cuestión de régimen y ciudadanía, sino como un sistema que está determinado en forma compleja pero efectiva por las nuevas estructuras del poder económico nacional e internacional".

A ese respecto, el autor traza "el nuevo mapa de poder post reforma neoliberal", en que enfatiza "el rol de dos actores centrales, los grandes empresarios y la familia neoliberal (intelectuales orgánicos, tecnócratas o técnicos y políticos), considerando tanto la rama nacional como la internacional, y su impacto sobre el proceso político y el sistema político peruano". Esa cúpula del gran poder económico se modificó en ese breve lapso, transfiriéndola de los agonizantes "12 Apóstoles" (grupos de poder económico familiares peruanos) a una docena de empresas multinacionales y latinoamericanas (privadas y estatales), como consecuencia de las reformas estructurales y de política económica ortodoxas de los años noventa. Esa nueva alianza ha capturado, no sólo el Estado, sin mayores contrapesos, sino también a importantes medios de comunicación, encuestadoras, consultoras empresariales, universidades, fundaciones y estudios de abogados. Con lo que se ha convertido en el "actor político privilegiado", por poseer "niveles de acceso e influencia de los cuales no goza ningún otro grupo de interés, estrato o clase social" y, aún más, que le permite "empujar la reconfiguración del resto de la pirámide social". De donde se tiene que "se trata de una mano invisible en el Estado que otorga favores y privilegios y que luego, una vez obtenidos, tiende a mantenerlos a toda costa", asumiéndolos como "derechos adquiridos". Afortunadamente, gracias a los vladivideos (y a algunas investigaciones congresales), muchas de esas manos non sanctas perdieron su transparencia fantasmal desenmascaradas por fajos de billetes de las arcas fiscales y del narco y armastráfico.

Esta desnacionalización de la economía, el rol subordinado que ahora desempeña el capital nacional y la concentración económica a que ha dado lugar, que no tiene precedente en el país, se ha constituido en el "nuevo centro gravitacional de la sociedad peruana", en que estas "grandes corporaciones son islas de prosperidad en un mar de pobreza".

Y es aquí donde asoma la irreverente intromisión del autor en las tranquilas conciencias de las cúpulas del poder (y de los científicos sociales 'orgánicos'). Porque, como bien lo dice, "el tema de 'los que mandan' les resulta incómodo a los defensores del neoliberalismo, aunque cabe recordar que en el pasado criticaron al populismo por ser 'mercantilista' y armar 'coaliciones de intereses' que medraban del Estado. Hoy se han olvidado de dicha crítica porque ocupan el poder y quieren mantenerlo y justificarlo, más que explicarlo". Con lo que, contra lo que pronosticaban los economistas ortodoxos, el proceso de apertura y liberalización "ha contribuido a acentuar en lugar de cerrar el déficit de entrepreneurship nacional"; lo que Durand atribuye, tanto a la debilidad históricamente intrínseca del capital nacional y a su incapacidad de adaptarse al shock competitivo (especialmente en el caso de las empresas familiares que eran dominantes antes de la era neoliberal), como a las crisis sucesivas que lo terminaron de desangrar.

Sin embargo, acota Durand, el problema del paradigma neoliberal y su esquema de 'desarrollo' es que, si bien "podrá tener hegemonía, pero le es difícil adquirir legitimidad en parte por el rol secundario y poco activo del factor empresarial nacional que no le da sustento y no le permite consolidarse". Más aún, ya que "el divorcio entre elites y masas se fue acentuando" en los años noventa, el dominio neoliberal irrestricto solo puede sostenerse "porque ha ocurrido una concentración de actores en la cúpula y una dispersión de actores en la base. Permite una gerencia de conflictos sociales. Se trata de una estrategia de bomberos que, mientras tengan fuegos aislados en la base, pueden apagarlos efectivamente... en tanto no se incendie toda la pradera".

La relevancia que esto tiene para el próximo gobierno es evidente: necesariamente tendrá que negociar con (¿someterse a?) esa cúpula de niñas malcriadas y no necesariamente contará con las bases organizadas tan necesarias para solventar sus proyectos de cambio. Porque el autor reconoce muy bien que, ante la conmoción sociopolítica y económica que generaron las reformas neoliberales, "las fuerzas que toman la iniciativa en la crítica y la oposición por sí misma no garantizan una capacidad de gobierno bajo nuevas orientaciones. Las principales limitaciones son que: a) no existe aún un paradigma alternativo que sea y parezca viable, b) ocurre una fuerte atomización de fuerzas políticas y de organizaciones populares que no logran converger por un mismo cauce (unos actúan en el Congreso, otros en la calle, sin mayor coordinación), y c) se nota la ausencia de partidos y líderes políticos que representen orgánicamente esas aspiraciones".

En suma, el libro de Durand es de lectura obligatoria y de información e interpretación básica para entender el cambiante presente y para pronosticar el caliginoso futuro de la economía política del Perú. Habrá que estar atentos para seguir, paso a paso, los desplantes y dislates que las niñas traviesas puedan seguir cometiendo en la aventura (¿tragicómica?) que habremos de experimentar en los próximos años con el flamante nuevo gobierno que ha prometido un 'cambio responsable' que seguramente terminará en un continuismo irresponsable.



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