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La insignia
13 de junio del 2006


Términos de intercambio y subdesarrollo


Jürgen Schuldt
La Insignia. Perú, junio del 2006.


Las relaciones comerciales entre el Perú y el resto del mundo consisten básicamente en la exportación de recursos naturales y la importación de bienes manufacturados, lo que no es nada nuevo desde la Colonia. Hoy en día, los beneficios de ese intercambio son evidentes, en la medida en que generan divisas y, en menor medida, porque crean empleo y difunden el progreso técnico. Lo que olvidamos al resaltar esas ventajas es la relación asimétrica que se genera entre nuestra economía y la de los países desarrollados, dado que en ese proceso de generan una serie de patologías que nos mantienen en el subdesarrollo.

Uno de esos diversos maleficios rige en el largo plazo: la tendencia decreciente de los términos de intercambio (TI), lo que nos obliga a exportar cada vez más mercancías para obtener una misma cantidad de importaciones. Utilizaremos aquí la definición más sencilla para calcular los TI, un índice que mide la relación existente entre nuestros precios de exportación (Px) y de importación (Pm). El adjunto gráfico I muestra, para el periodo de posguerra (1950-2005), esa relación, que es claramente descendente, llegando a caer prácticamente en 80% en ese lapso, a pesar de los aumentos del último cuatrienio. En la práctica esto quiere decir que hoy día tendríamos que exportar una cantidad equivalente a casi el doble para alcanzar los mismos ingresos por unidad de hace 55 años. Más impresionante aún es la colosal volatilidad de los TI (gráfico II), que también nos perjudica en tanto lleva a fluctuaciones erráticas del tipo de cambio, los ingresos fiscales, el empleo y otras variables claves de la economía.

Como es sabido, esa tesis del deterioro de los TI fue fundamentada teórica y empíricamente para América Latina por Raúl Prebisch (1901-1985) y Hans Singer (1910-) en 1950. Desde entonces surgió una miríada de trabajos en torno a la materia, sin que se llegara a conclusiones contundentes, tanto por las cambiantes metodologías de cálculo, como -curiosamente- por los intereses y la ideología que una 'teoría' como ésta conllevan. En efecto, muchos creen -hasta ahora- que debido a esa hipótesis de la caída de los TI Prebisch propuso la 'industrialización' o 'desarrollo desde dentro' en América Latina. Y como nuestros buenos economistas y políticos nunca leyeron a Prebisch, lo culpan a este 'Keynes latinoamericano' y sobre todo a la CEPAL de todos nuestros males desde el fracaso de la industrialización por 'sustitución de importaciones' en los años setenta.

Sin embargo, Prebisch fue muy claro al señalar desde un principio -lo que hay que recalcar, dadas las interpretaciones simplistas o interesadas de su enfoque- que "la industrialización de América Latina no es incompatible con el desarrollo eficaz de la producción primaria. (...). Necesitamos una importación considerable de bienes de capital y también necesitamos exportar productos primarios para conseguirla" (1950/1961). Más aún, señalaba explícitamente que no se debía sobreconcentrar los esfuerzos en el desarrollo de la industria manufacturera. De ahí que para él la industrialización y el progreso técnico en la producción primaria fueran aspectos complementarios de un mismo proceso, "en el que la industria juega un rol dinámico, no sólo porque induce el progreso técnico en las actividades primarias y en otras, sino también en nuevas actitudes estimuladas por el desarrollo industrial" .

Debe notarse, por tanto, que Prebisch era muy consciente que en ese proyecto no se podía descuidar el desarrollo agrícola (más tecnificado), lo que es patente cuando se refiere a su propio país, Argentina: "Este país ha seguido una política muy errada de tratar de estimular la industrialización en detrimento de la agricultura, en vez de promover un crecimiento balanceado de ambos"; en que, incluso postulaba el "incremento de las exportaciones por medio de la mecanización y otros avances técnicos en la agricultura" (ibid.). También era plenamente conciente de que la protección de la industria debía tener límites cuantitativos y temporales estrictos. Reconociendo los problemas concretos que afrontaban ya entonces ciertos paises de la periferia, advertía en 1959 que "(...) en algunos casos la protección indiscriminada y masiva avanzó mucho más allá del punto óptimo, a costa del deterioro serio de la exportaciones y el comercio mundial". También advertía que debía evitarse que "se exagere en tal forma el desarrollo industrial, que la actividad agrícola se vea privada de los brazos que necesita para seguir aumentando las exportaciones" (1950/1961: 18). Por añadidura, si bien era necesaria una "protección selectiva" (preferentemente a través de aranceles), había que asegurarse de "no exagerarla para evitar la ineficiencia" (1959).

En pocas palabras, los planteamientos de Prebisch fueron bastante más equilibrados de lo que se piensa: contemplaba ya en los años cincuenta la necesidad de fomentar las exportaciones primarias y la paralela modernización agropecuaria, así como las exportaciones 'no tradicionales'. No cabe, por tanto, la simplista interpretación de su pensamiento como una ramplona 'sustitución de importaciones' y, mucho menos, como un proceso de desarrollo 'autárquico'. Parece mentira que hasta el día de hoy haya economistas de prestigio que se refieran a su esquema integrado de desarrollo como una 'autarquía'. Jamás y ni de lejos nos aproximamos a Corea del Norte o a Albania en ese sentido. Se ignora ingenuamente que la 'cerrazón económica' latinoamericana fue -en la práctica- muy selectiva y se centró básicamente en bienes finales y materias primas industriales sencillas (a través de aranceles, cuotas y tipos de cambio múltiples) y que paralelamente estaban totalmente abiertas, tanto para las importaciones de materias primas, maquinaria y equipo, como para la inversión extranjera.

En tal sentido no se siguieron las instrucciones de Prebisch y ahora estamos transitando precisamente por la vía que él recusaba con toda razón. Porque, en efecto, desde los años noventa hemos regresado al modelo primario-exportador extremo y excluyente, lo que nos mantiene en un equilibrio económico anómalo o 'trampa de la pobreza', porque -como ya lo señalaba sabiamente Singer en 1950- "parece que los países subdesarrollados se encuentran ante el peligro de precipitarse entre dos sillas: no logran industrializarse en un boom porque las cosas son tan buenas como son, y no logran industrializarse en una recesión porque las cosas son tan malas como son".



Fuente de los datos: Banco Central de Reserva del Perú.



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