Luis Peraza Parga: Éxitos de la diplomacia española en América

Lo bueno de la diplomacia española es que viaja con la chequera abierta. Poco importa si cuenta con hábiles negociadores; lo único que interesa es que la Agencia de Cooperación española venga por detrás firmando proyectos que supongan una inyección de euros para la economía de un país. El reciente acuerdo con el gobierno cubano supuso un éxito mediático, aunque efímero. Era la primera vez que un convenio con Cuba contaba con mesas de diálogo sobre derechos humanos, lo cual mereció declaraciones eufóricas por parte de Moratinos. Pero instantes después, el canciller cubano lo matizó hasta la negación y vació de contenido real el acuerdo: las discusiones futuras sobre presos políticos y de conciencia, que para el gobierno cubano simplemente no existen.

Desde América se tiene muy en cuenta lo que sucede en España, y su proceso democrático sigue siendo el modelo eternamente aludido por cualquiera que pretenda afianzar la democracia en su país. Desde hace unos meses, Argentina y Uruguay están inmersas en la polémica por la construcción de unas papeleras de capital finlandés y, precisamente, español. El diferendo ha alcanzado el estadio del máximo órgano judicial de la ONU, la Corte Internacional de Justicia, presidida, desde hace poco y por primera vez en sus casi noventa anos de existencia, por una mujer.

Las medidas provisionales solicitadas por ambas partes, en el caso argentino para detener la construcción y en el uruguayo para terminar con los bloqueos de los puentes que unen los dos países no han logrado, ni tan siquiera, ralentizar la construcción del objeto de litigio; han sido rechazadas por el tribunal y el conflicto amenaza con eternizarse, ya que los pasos de un procedimiento judicial internacional son tasados con tiempos muy dilatados que incluso pueden aumentar a solicitud de las partes. Por dicha razón se abrió un camino paralelo: la intercesión de un tercero que gozara de prestigio internacional. Se eligió al rey español, quien obviamente delegó en un hombre de su confianza, acostumbrado a luchar en la arena internacional y diplomático de carrera. Curiosamente se trata, además, del actual embajador de España ante Naciones Unidas, y no ha tenido que renunciar a su cargo, aunque naturalmente lo haya descuidado. Ha conseguido la celebración de una reunión, en marcha en estos momentos, a nivel de ministros de asuntos exteriores y representantes personales de los dos presidentes. Los dos países deberán alcanzar un acuerdo en firme sobre la cuestión que suponga un cierre definitivo, no en falso, de las discrepancias

Es posible que la solución negociada pase por otorgar al Gobierno argentino la construcción en su territorio de una de las dos papeleras, con el consiguiente beneficio económico para el país. El impacto ambiental y visual parece que se resolvería respectivamente canalizando los desagües lejos del río y construyendo una isla que tapara las papeleras. Siempre que se realiza una obra con riesgo de impacto es necesario un estudio. Las normas que deben cumplir ese estudio son, en la mayoría de los casos, soberanas de cada nación, salvo cuando la construcción limita con el territorio de otro estado. Es quizás hora de que el Mercado Común del Sur, más conocido como el MERCOSUR, deje de ser una mera construcción empresarial y se atreva a legislar la obligatoriedad de un estudio ambiental comunitario que establezca un verdadero equilibrio entre la riqueza y los puestos de trabajo que generaría un determinado proyecto y el coste ambiental, social y humano que acarrearía.

Esta vez puede ser Europa la que sirva de modelo, ya que desde hace mucho tiempo, las autoridades comunitarias exigen y supeditan la autorización de la construcción de ciertos proyectos públicos y privados a los estudios de impacto ambiental.