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La insignia
31 de octubre del 2006


Pecados veniales


Sergio Ramírez
La Insignia. Nicaragua, octubre del 2006.


En estos días anteriores a las elecciones en Nicaragua, en la prensa internacional se ha reproducido un artículo del sacerdote belga Francois Houtart, a quien conocí, y llegué a apreciar, a raíz de sus constantes visitas a este país en los años de la revolución. Sus aportes de entonces, desde la perspectiva de la teología de la liberación, fueron sobre todo éticos. Y es sobre la ética que mi viejo amigo de la izquierda católica escribe en su artículo.

Dice que hay tres niveles de ética a tomar en cuenta, desde la perspectiva de la izquierda, a la hora de definir los respaldos a las fuerzas políticas: "La lucha contra el neoliberalismo es el imperativo moral más importante. Se trata del nivel ético que tiene que orientar todos los otros y que constituye la base de cualquier izquierda", afirma el padre Houtart. Los otros dos, prosigue su argumento, quedan subordinados a ese primer nivel: la ética interna de los partidos, y la ética personal de sus dirigentes. En consecuencia, se puede faltar a la ética interna y a la ética personal, mientras se esté en lucha declarada contra el neoliberalismo, el imperativo moral más importante. Todo esto alega el padre Houtart, en abono de su apoyo público al comandante Daniel Ortega, candidato del FSLN.

Esta conclusión me deja perplejo, sobre todo cuando el padre Houtart reconoce que ese partido, aunque no del todo de izquierda, es lo más que se acerca a la izquierda, y a lo que él llama "el eje progresista latinoamericano". Y no lo entiendo del todo, porque siempre he creído que el orden de los factores éticos es otro, y que sin ética personal, primero que nada, y sin ética política, no es posible entregarse a la lucha por ningún fin superior.

Daniel Ortega y la cúpula del FSLN dejaron de ser de izquierda hace tiempo, empezando por la perspectiva ética personal y de conjunto, y sus posiciones políticas se disputan el cetro de la extravagancia cavernaria con los más connotados partidos de derecha, digamos el Partido Popular de España, como por ejemplo, la penalización del aborto terapéutico, votada en la Asamblea Nacional en estos días, con el respaldo vehemente de Ortega y de su esposa, y traducido en el voto en bloque de los diputados del FSLN. Desde ahora, los responsables de un aborto terapéutico, médicos, enfermeras, la propia madre y sus familiares que lo consientan, irán a la cárcel con pena de cuatro años.

Esto tiene para mí mucho que ver con la ética, aunque no tenga que ver nada con el neoliberalismo. Alguien que se somete sin pudor a las posiciones de la jerarquía de la iglesia católica, que está en su derecho de condenar el aborto terapéutico, solamente porque piensa granjearse el favor del cardenal Obando y Bravo, y atraer los votos de la clase media conservadora organizada en cofradías y congregaciones alrededor de esa jerarquía, está dejando en harapos su credibilidad. Y son, de todas maneras, unos votos que nunca podrá atraer.

Aún cuando Ortega se proclamara en contra del divorcio civil y a favor de su restitución al ámbito religioso, o declarara que va a establecer la educación religiosa en las escuelas públicas, algo que no descarto llegue a ocurrir si ganara las elecciones, esos sectores conservadores seguirán siendo enemigos suyos. De manera que es como el pariente pobre, que lleva de regalo las gallinas para la fiesta de sus parientes ricos, pero debe comer en la cocina.

Ortega encabezó en las calles marchas altisonantes en contra de la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), y luego ordenó a sus diputados que dejaran aprobar el tratado. Antes de empezar la campaña electoral despotricaba contra el FMI y el neoliberalismo, pero su candidato a vicepresidente, que fue miembro del directorio de la contra en Miami, ha sido ahora comisionado de notificar a los representantes de ese organismo en Managua, que las relaciones de Ortega con ellos, de ganar las elecciones, serán más que excelentes. Y por si fuera poco, el mismo candidato a vicepresidente ha declarado que varios ministros del actual gobierno neoliberal del presidente Bolaños, han recibido ofertas de quedarse a servir en un gobierno del FSLN.

Tal vez son cosas que el padre Houtart no sabe, pero que fácilmente puede comprobar. Y si ya las sabe, me cuesta mucho entender cómo es posible que la renuncia a los principios, el oportunismo político, la mentira y la doblez, todos ellos asuntos que corresponden a la ética personal, y a la ética de un partido, no terminen derribando, y sepultando lo que él pone como imperativo moral más importante, la supuesta lucha contra el neoliberalismo. Para no hablar de las otras violaciones a la ética, tan graves, o más graves aún, como son la inmoralidad en la conducta personal, el enriquecimiento ilícito, y el fomento de la corrupción del sistema judicial, que se halla a las órdenes de esa misma cúpula.

La corrupción, los actos ilícitos, la mentira política, la mentira demagógica, se vuelven así pecados veniales, que el padre Houtart puede remitir desde la ventanilla del confesionario, y el pecador podrá seguirlos cometiendo siempre que proclame su adhesión a la lucha contra el neoliberalismo, y se mantenga cerca de lo que él llama "el eje progresista latinoamericano", que entiendo es el encabezado por Chávez.

Si la corrupción y la violencia contra los principios éticos son justificables siempre que se proclame la adhesión a determinados cánones ideológicos o políticos seleccionados desde arriba, por ejemplo el neoliberalismo, ¿en qué se diferenciará entonces un dirigente de izquierda de alguien como el general Pinochet, que al mismo tiempo que depositaba toneladas de lingotes de oro en Suiza, se robaba hasta los ladrillos para construir su mansión?

Tal vez el padre Houtart nos lo puede explicar.


Masatepe, noviembre del 2006.



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