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La insignia
30 de mayo del 2006


Perú

Un golpe que avisa


Rocío Silva Santisteban
La Insignia. Perú, mayo del 2006.

Fotografía: Giancarlo Tejeda.


Mostrando la herida que le dejó el proyectil que alguna mano humalista lanzó desde el anonimato en un mitin en el Cusco, el ex presidente Alan García Pérez sonríe ante las preguntas de Raúl Tola y Sol Carreño, periodistas del programa dominical Cuarto Poder (América Televisión). La reacción de las masas apristas fue inmediata: tres heridos con lesiones graves, incluso uno baleado en ambas piernas por ráfagas de metralleta. Los heridos negaron al principio su filiación humalista, que luego debieron aceptar. La semana se presentó en todo un violento esplendor que esperamos se opaque ante la cercanía de la segunda vuelta. Aunque según los oráculos de siempre, el próximo domingo se avecina inquietante, por decir lo menos.

Alan García Pérez parece encabezar todas las encuestas, pero algunas, como la de la Universidad Católica y la última de Apoyo, lo sitúan a pocos puntos de su contendiente, el nacionalista Ollanta Humala. La encuesta divulgada el domingo por el diario El Comercio, en simulacro de voto, da 52% a García y 48% a Humala. La encuesta de la Universidad de Lima, sin embargo, sitúa al ex presidente con 19 puntos de ventaja. Nada está dicho.

El domingo debatieron los equipos técnicos de ambos partidos en la sede del Museo de la Nación, pero a diferencia del debate entre los dos candidatos, éste fue distante y frío aunque, eso sí, con denuncias de ambos lados. Se han repetido las viejas fórmulas (ofrecimiento de miles de puestos de trabajo sin argumentos de cómo generarlos) y las propuestas no han pasado a ocupar las primeras planas de los periódicos. La prensa peruana, es preciso decirlo aunque sea de refilón, no ha estado a la altura de las exigencias de una democracia precaria como la nuestra sino que ha contribuido a la exaltación de las diferencias más extremas por el temor al candidato nacionalista. Quien, por cierto, ha mostrado una vez más el perfil del aprendizaje sexista al que deben someterse los militares peruanos: la masculinidad parece impuesta sobre la voz amplificada y los ademanes arrogantes que imparten órdenes en lugar de argumentar.

Dentro de todo, como sostiene Carlos Iván Degregori en una entrevista a El Comercio, el efecto colateral de la candidatura de Ollanta Humala ha sido "sincerar" el debate electoral colocando sobre la agenda un punto ninguneado por las elecciones anteriores: la extrema exclusión social. El tema de la pobreza y la necesidad de una redistribución ha cobrado la importancia que merece en un país de excluidos. Pero, asimismo, se ha dejado atrás la cuestión del reconocimiento: "Puede ser que ahora los poderes económicos, las élites, las grandes empresas, estén más dispuestas a compartir sus intereses económicos, pero no sé si están dispuestas a reconocer a los otros, a los que tildaron de tarados e ignorantes, como iguales".

Porque la solución de la pobreza no pasa, solamente, por el incremento del PIB o los ingresos per cápita, como ha demostrado hace mucho tiempo Amartya Sen y los informes sobre pobreza y desigualdad social publicados por la ONU; sino, sobre todo, por procurar derechos económicos, sociales y culturales a quienes, todavía hoy y en sus países de origen, creen no tenerlos. Muchos de los ciudadanos del Perú, incluso cuando hablan aymara o yagua, están aprendiendo que sus votos cuentan y, a pesar de su condición de subalternos, es decir, de personas sin representación efectiva en los verdaderos escenarios de poder, manejan esos intersticios en los cuales, aun precariamente, se hacen valer.



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