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La insignia
24 de mayo del 2006


Chile

Una metodología que subestima la pobreza


Marcel Claude (*)
La Insignia. Chile, mayo del 2006.


La titular del Ministerio de Planificación y Cooperación (Mideplan), Clarissa Hardy, anunció hace una semana el cambio de la antigua Ficha CAS a la nueva Ficha de Protección Social. La importancia de este hecho radica en que después de mucho tiempo se avanza en la reformulación de una de las herramientas más vitales para el buen desempeño de las políticas públicas en lo referente a la superación de la pobreza. A través de esta ficha, se puede caracterizar a la población en condición de precariedad y focalizar los recursos de los principales programas sociales, como Chile Solidario.

La nueva ficha de Protección Social es un paso adelante en el sentido de incorporar nuevos elementos teóricos y prácticos que permitan visualizar todas las dimensiones de la pobreza, especialmente en lo que se refiere a la vulnerabilidad. Se contemplan nuevos elementos para la medición, como la información referida a enfermedades crónicas e invalidantes, la pertenencia a pueblos indígenas y también sobre la calidad de los empleos, considerando además las diferencias regionales y la educación como parte de un conjunto de variables relevantes que permiten caracterizar la capacidad generadora de ingresos. La antigua ficha CAS, en cambio, se enfocaba demasiado en la tenencia de ciertos bienes (refrigerador, lavadora, televisor, etc.), situando a la educación como un elemento aislado, careciendo de un enfoque regional.

Pese a que esto es un avance significativo, tomará mucho tiempo llevarla a la práctica. Por ello se hace necesario adoptar medidas de emergencia para paliar la grave situación que atraviesa el 80% de los chilenos, y los excedentes del cobre aparecen como una buena alternativa para implementar un programa de inversión social que vaya en beneficio directo de los más desposeídos.

Además, aún queda pendiente sincerar las cifras de pobreza en nuestro país, producto de una forma metodológica que subestima sistemáticamente el número de pobres. Según la actual línea de pobreza, con dos veces el valor de una canasta básica de alimentos, es decir, con 43 mil pesos al mes una persona deja de ser considerada pobre en Chile. A nuestro juicio, este método para definir la pobreza está lejos de ser medianamente realista; es como tomar la temperatura con la palma de la mano: puede ser muy certero para definir si el enfermo tiene o no fiebre, pero difícilmente puede determinar la magnitud. En otras palabras, y al menos para el Chile de hoy, este método para cuantificar la pobreza tiene graves problemas para describir apropiadamente la realidad y situarla en los parámetros adecuados.

Si se considera una cifra más realista para medir la pobreza, una persona necesita por lo menos 131.000 pesos al mes para satisfacer sus necesidades básicas. De acuerdo con este parámetro, el porcentaje de personas que no logra cubrir adecuadamente sus necesidades en la sociedad moderna y compleja de hoy ascendería a más del 70% de la población. Por lo tanto, las cifras oficiales esconden una realidad enormemente preocupante que nos muestra un país con una población en creciente estado de precariedad.


(*) Marcel Claude es economista y director de Oceana.



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