Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
21 de mayo del 2006


A fuego lento: Guatemala

La alegría no es negociable


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, mayo del 2006.


Quizá uno de los elementos más abiertamente malignos del conductismo -la doctrina que concibe al ser humano como absolutamente programable- sea su pretensión de que la alegría puede de hecho ser provocada a discreción mediante estímulos atemorizantes. Se trata de una malignidad porque la sonrisa a flor de labios de las personas que han sido cuidadosamente programadas para ser corteses, se apaga en cuanto las envuelve la soledad, ya que su alegría postiza brota del temor a expresar sus pesares, pues saben que con ello se exponen a la censura por externar una conducta inaceptable en una sociedad regida por presiones que el poder establecido ejerce sobre las masas, condicionando en ellas conductas uniformizadas de "felicidad" y aprobación del sistema, con lo que las hace fácilmente manipulables mediante el chantaje del "deber ser buenos para ser felices", logrando con todo que apuntalen el orden y la jerarquía que las aplasta.

La felicidad, el optimismo y el entusiasmo forzado de los presentadores de televisión constituyen la cumbre de este conductismo perverso que identifica la dicha con los modales hipócritas y la posesión de mercancías, cuya incesante oferta acosa el imaginario de la persona programada para sonreír y ser amable. Eso le impide tomar conciencia siquiera por un instante de que la soledad y el sinsentido invaden siempre la porción lúcida de su mente, por todo lo cual de vez en cuando la ansiedad y la angustia se le desbordan y la llevan al diván psiquiátrico y a la degustación del más reciente y delicioso antidepresivo. O bien a desempolvar el arma casera para tirotear a transeúntes, amigos y familiares cercanos.

Otro de los elementos desembozadamente malignos del conductismo es la identificación que, para cumplir con el objetivo de convertir a todo individuo a la religiosidad del consumismo disciplinado, hace de la alegría con el placer a fin de conformar personas que valoran el hedonismo inmediatista y "divertido" que se asocia con las mercancías fun, fast, light y cool, por encima de lo que perciben como aburrido, "nerdo" y pesado, a saber: las ciencias, las artes, la literatura, el compromiso moral y el conocimiento crítico del mundo.

Ofreciendo una alegría condicionada por estímulos hedonistas, la oligarquía de mi país y sus cuadros neoliberales de clase media han echado a andar un proyecto ideológico que llaman GuateÁmala, el cual consiste en identificar como gente "positiva", "triunfadora" y "buena" ("pilas" la llaman ellos) sólo a la que, haciendo caso omiso de las infrahumanas condiciones en las que esa oligarquía mantiene sumida a la mayoría del pueblo, acata la programación que las capacita para aparentar la felicidad, el optimismo y el entusiasmo paroxísticos de los escamados presentadores de televisión como la única conducta socialmente aceptable para ser dignos de amar y pertenecer a un país supuestamente moderno y con un futuro luminoso por delante. Se trata de un proyecto que la actual ministra de educación y un empresario amigo suyo solicitaron al canadiense Bruce Mau (www.brucemaudesign.com), quien lo diseño luego de visitar el país durante un par de días y decidir qué era lo que a éste le convenía para salvarse de sí mismo, a saber: poblarlo de mentalidades programadas para ser "felices", "optimistas" y "entusiastas" a contrapelo de las deprimentes condiciones sociales y, además, capaces de seducir y recibir con los brazos abiertos a las transnacionales y a sus exigencias de mano de obra obediente. En vista de que al ser aprobado el TLC las transnacionales entrarán al país como uno de esos huracanes tropicales que suelen devastarlo cada verano, la ministra mencionada se encuentra imponiendo una reforma educativa conductista y tecnocrática al movimiento magisterial y al estudiantado y, por su parte, el ministerio de educación ha propuesto un "plan de desarrollo cultural de lago plazo" para turistizar las culturas indígenas y gestionar el turismo cultural desde la citada cartera, todo como paso previo a la privatización de la educación y los sitios turísticos, y para cumplimiento puntual de las exigencias del TLC en materia de educación y cultura.

Dice Cioran en uno de sus certeros aforismos que: "Hay ferocidad en todos los estados de ánimo, salvo en el de la alegría. La palabra Schadenfreude, alegría maligna, es un contrasentido. Hacer el mal constituye un placer, no una alegría. La alegría, única victoria sobre el mundo, es pura en su esencia; es, por tanto, irreducible al placer..."

Según esto, el hedonismo consumista no puede ser nunca un equivalente de la alegría ni de la dicha o el optimismo y el entusiasmo resultantes, pues la primera es pura en su esencia y se diferencia del placer en que no puede brotar (como éste a veces lo hace) de la malignidad ni de ninguna de sus manifestaciones, como por ejemplo de la placentera astucia egoísta que supone manipular los corazones y las mentes de una ciudadanía ignorante, para hacer de sus miembros un conjunto de receptáculos sonrientes y a la vez vacíos y carentes de capacidades analíticas que les permitan percatarse de que están siendo manejados como títeres por una oligarquía que -mediante "reformas educativas" y "desarrollos culturales" conductistas, tecnocráticos y privatizadores- busca con desesperación vincularse a las transnacionales para volverse socia minoritaria de ellas, dejando que el TLC irrumpa sin diques en la vida nacional y haga quebrar a los pequeños y medianos empresarios locales, expulsando de la esfera laboral a miles de personas a las que las migajas que caigan de la mesa oligárquica irán llegando como aquellas gotas que se desprenden de la ropa recién tendida y que Neruda miró como "lentas lágrimas sucias".

La alegría no es programable ni vendible ni negociable. Por eso es que la "dicha" y el "entusiasmo" desbordantes de GuateÁmala son, como el falso regocijo de los presentadores mediáticos y el "amor" interesado de los falsos profetas, una estafa apta sólo para ser consumida por incautos y producida por sinvergüenzas. No apela a seres con una mínima capacidad analítica y crítica porque la alegría no se vende ni se compra. Es patrimonio espontáneo y libre de seres concientes y no adocenados por las modas y los mandatos de lo socialmente aceptable y lo "políticamente correcto". Tiene por ello mucha razón el ingenio popular guatemalteco al haber rebautizado el proyecto de marras como GuateMámala, pues con ello ha querido decir que no se traga la estúpida farsa, la cínica estafa, la ridícula mentira de sus verdugos, los cuales sólo engañan a quienes por pobreza y debilidad de espíritu desean ferviente y "alegremente" dejarse engañar para morir engañados.


Guatentiéndela, 17-19 de mayo del 2006.


(*) También publicado en A fuego lento



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto