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La insignia
11 de abril del 2006


Elecciones en Perú

Reflexiones poselectorales


Wilfredo Ardito Vega
La Insignia. Perú, abril del 2006.


Aunque no deseen admitirlo, entre los mayores derrotados el pasado 9 de abril están el sistema neoliberal y sus promotores. De hecho, dentro de la cuarta parte de peruanos que votaron por Lourdes Flores, la abrumadora mayoría no lo hacía porque confiara mucho en ella o en sus propuestas (nadie las tomaba mucho en serio) sino porque temían a Alan García y sobretodo a Ollanta Humala. Aunque Toledo intervenía en la campaña para decir que "no se podía retroceder" respecto del crecimiento económico, la mayoría de peruanos desea un cambio en la línea seguida por su gobierno.

Paradójicamente, además, dicho crecimiento se empeña en parecer más excluyente de lo que es: es verdad que mucha gente en Independencia, Chorrillos, Chiclayo o Arequipa acude a los centros comerciales inaugurados en los últimos años, pero las tiendas allí ubicadas mantienen una publicidad tan racista como si su público no existiera o fuera indigno de usar sus productos.

"En estos años he podido ver que la gente es más consciente del racismo y me parece lógico que desee ser representada por alguien que se parezca a ellos", dice una periodista alemana explicando el apoyo hacia Humala en la población de origen indígena. Quienes no se han enterado de esto son algunos grupos progresistas, que se parecen a los sectores neoliberales. La diferencia, claro, es que se trata de personas muy buenas y comprometidas... Pero los demás peruanos seguramente piensan que ya han hecho lo suficiente y determinados apellidos no le dicen mucho al elector actual. Por si acaso, se puede poner como regla que si el candidato se apellida como alguna calle de Miraflores, es una mala señal.

A pesar de que estos grupos progresistas suelen estar vinculados a ONG y centros de investigación, la distancia en que se encuentran fue visible cuando respaldaron un proceso de regionalización masivamente rechazado por la población. Parte del problema es el temor de sus analistas de admitir diferencias geográficas o étnicas entre los ciudadanos. Es curioso también que muchos limeños progresistas empleen los medios de comunicación, limeños también, como indicadores para comprender la realidad nacional, porque otro de los grandes derrotados el 9 de abril han sido dichos medios, especialmente la televisión.

No es la primera vez que al mostrar una versión asfixiantemente uniforme, terminan perdiendo credibilidad. Por eso, cuando satanizan a un determinado candidato, generan un efecto contrario: en 1990, los ciudadanos abrumados por la ostentosa campaña del Fredemo, encontraron respiro en un casi desconocido Fujimori. En el 2000, cuando mas bien toda la señal abierta hacía campaña para Fujimori... muchas personas pensaron (o quisieron pensar) que los defectos atribuidos a Toledo eran invenciones de la propaganda montesinista.

Quienes, dentro y fuera de la televisión, se han mostrado tan despectivos frente a los electores de García o Humala, deberían darse cuenta que muchos peruanos sentían que se manifestaban simplemente la arrogancia limeña o el desprecio racista. Era muy frecuente que se denominara "irracionales" a esos electores, sin querer darse cuenta que el voto por Lourdes Flores tampoco era tan racional, sino basado en los temores irracionales hacia la amnistía a Abimael Guzmán, el fusilamiento a los homosexuales (repentinamente muy populares para los neoliberales) y la nacionalización de todas las clínicas y colegios privados. Hasta alguna monja me preguntó si era verdad que a ellas también las mataría Humala.

En las últimas semanas, parece haber regresado el antiguo temor de que "algún día" los habitantes de los pueblos jóvenes invadirán las zonas residenciales. Como sucedió en los años ochenta en el Perú y recientemente se ha visto en los Estados Unidos, el temor justifica muchas veces la violencia. Por eso, las pedradas y escupitajos dirigidos contra Humala en la Universidad Ricardo Palma muestran como el recurso a la violencia más irracional puede darse en los sectores que se considera "gente decente"... Y resulta impresionante que otras "personas decentes" declararan que Humala había buscado ser agredido por ir a votar en dicho local. ¿Habrían pensado lo mismo si Lourdes Flores hubiera sido recibida con la mismas violencia?

A pesar de ello, la mayoría de peruanos que votaron por Humala no lo hicieron por odio, sino por esperanza. Si sienten más esperanza en un ex militar, con pocos años en la vida política y acusado de violaciones a los derechos humanos, que en los pensadores de las ONG o los comentaristas de televisión, es probablemente porque logra comprender mejor sus demandas: más que mucha gente que se considera socialmente comprometida. Habría que aprender entonces de él, de Alan García, de Fujimori y de Humberto Lay.

Gane quien gane la segunda vuelta, su tarea principal es aprender a atender dichas demandas o, de lo contrario, el resultado de la frustración de los más pobres puede ser imprevisible.



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