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La insignia
7 de septiembre del 2005


EEUU

Pobres gringos sin sus helicópteros


Alberto Acosta
Diario Hoy / La Insignia. Ecuador, septiembre del 2005.


Sin negar la carga de ironía que lleva la carta de Michael Moore a Jorge Bush II, su presidente, la verdad está presente en ella. Qué sensación de frustración tendrán los habitantes de los estados sureños de la Unión al ver que sus helicópteros no estuvieron para la catástrofe. Todo el potencial de la nación más poderosa del planeta no asomó cuando miles de sus habitantes lo necesitaron. El país que ve al mundo como propio, y que actúa como tal, sin siquiera entenderlo, no tuvo respuestas casa adentro. Sabiendo lo que se venía con el huracán Katrina, las autoridades no se prepararon adecuadamente. Y luego de la catástrofe, cuando ya han recibido ofertas de ayuda desde Paris hasta La Habana, su reacción es lenta, represiva…

No faltará quien culpe de la tragedia a la holgazanería de la gente por no abandonar las zonas amenazadas, sin ver que muchos no tenían los recursos para salir y sin reconocer que el Estado no programó una retirada colectiva. Incluso habrá alguno que afirme que la gente no salió porque quiere tener la libertad de elegir. Y no faltará quien vea en el huracán la mano divina que castiga a los pecadores… Más allá de todas estas visiones -posibles en el país de la fantasía hollywoodense- lo cierto es que Katrina desnudó una parte oculta(da) de la realidad del país más rico del mundo: su pobreza.

La población atrapada en Nueva Orleáns -la maravillosa cuna del jazz- es pobre, en su mayoría negra, con muchos latinos, lo que coincide con el diagnóstico de esta sociedad. Esa pobreza ya estaba allí antes. Katrina nos recuerda que aún en épocas de bonanza, la nación de la opulencia mantiene un porcentaje elevado de su población en la pobreza. Parecería que los EEUU, mejor digámoslo, sus gobernantes, sobre todo republicanos, parecen bíblicamente resignados a convivir con los pobres. Con Bush II crece imparable el número absoluto y relativo de pobres. En 2001 había 32,9 millones de pobres o sea 11,7% de la población. En 2002: 34,6 millones (12,1%). En 2003: 35,9 millones (12,5%). En 2004: 37 millones (12,7%, en Louisiana 16,7% y en Mississippi 18,6%).

Las políticas aplicadas, en nombre de la ortodoxia económica, están a la vista. Exenciones tributarias a las grandes corporaciones. Reducción del salario mínimo vital. Recorte de inversiones sociales: se disminuyó en un 92% los subsidios a la vivienda, se alentó el vaciamiento de los hospitales psiquiátricos, Bush II recortó en 71 millones de dólares el presupuesto de los ingenieros de Nueva Orleáns, destinado a fortalecer los diques de la ciudad y a mejorar su sistema de drenaje. Frente a eso, haciendo honor a la lógica del libre mercado, creció la prosperidad de la banca y de los mercados de valores, aumentaron las ganancias de las grandes empresas. Los EEUU, el país de la abundancia, el país que inspira a millones de personas en el mundo, registra un creciente distanciamiento entre los más ricos y quienes no lo son. El chorreo neoliberal, como en cualquier país subdesarrollado, ha sido hacia los de arriba. Este país, con vocación para la "conquista" del espacio como para la "construcción" de la democracia en Irak, no tiene entre sus planes la erradicación de la pobreza en su sociedad… menos aún en el resto del mundo.



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