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La insignia
23 de octubre del 2005


¿Qué es la globalización? (III)


Carlos Parodi
La Insignia. Perú, octubre del 2005.

Capítulo I de Globalización:
¿De qué y para qué? Lecciones de la historia

Ed. Universidad del Pacífico. Lima (Perú), 2005.



3. Interpretando la globalización

Un hecho real es que la popularidad del concepto es relativamente reciente, pues viene de un par de décadas atrás. Coincide con el final de la guerra fría (19), la caída del muro de Berlín, el colapso del socialismo de Estado o de planificación central, es decir, con la desaparición de la Unión Soviética y con el descomunal avance de las tecnologías de información. Por lo tanto, la difusión del vocablo adquirió dimensiones globales o planetarias, al mismo tiempo que ocurrían hechos políticos de relevancia para la historia de la humanidad. De ahí, que a pesar que el término es preferentemente usado en su dimensión económica, tenga una connotación política (20). Esto lleva a pensar en una asociación entre capitalismo (sistema), neoliberalismo (estrategia) y globalización (proceso), pues la expresión "neoliberalismo" también se hizo popular desde inicios de los ochenta, al mismo tiempo que el vocablo "globalización".

Antes de proceder a desentrañar esta relación, preguntamos al lector lo siguiente: de no haber ocurrido los hechos descritos en el párrafo anterior y si se hubiera expandido otra forma de organización social distinta del capitalismo, ¿cabría hablar hoy de la globalización del modelo del socialismo de Estado o de otra forma de organización social? Durante la guerra fría, tanto Estados Unidos como la desaparecida Unión Soviética mostraban tendencias globalistas; desde el punto de vista militar, eran los actores más significativos en el sistema, mientras que en lo económico eran modelos de desarrollo que competían entre sí: el primero de ellos, relacionado con el capitalismo, mientras que el segundo, con el socialismo real, ambos inspirados en los escritos de Adam Smith y Carlos Marx en el siglo XVIII.

Es aquí donde los teóricos muestran posiciones contrapuestas, pues una corriente sugiere que la globalización contemporánea es un proceso real y profundamente transformador, mientras que otra sostiene que se trata de un mito, pues las tendencias globalizantes observadas en las últimas décadas tienen precedentes históricos (Guillén 2001), es decir, la globalización sería más de los mismo, entendiéndose como una nueva fase del capitalismo, cuyos inicios se remontan y se vinculan con la revolución industrial del siglo XIX, iniciada en Gran Bretaña (21).

Held y McGrew (2002) denominan a los primeros globalistas, mientras que a los segundos, escépticos (22). En un libro previo, los mismos autores utilizan la acepción hiperglobalistas, en lugar de globalistas (23). No obstante, al tratarse de posiciones extremas, no solo caben interpretaciones intermedias, sino que existen variantes dentro de cada una de ellas. Por ejemplo, no todos los globalistas se adhieren al neoliberalismo; algunos se relacionan con la social-democracia. Lo mismo ocurre, aunque con menor tendencia, con los escépticos. La razón está en las inferencias que se derivan a partir de la definición esbozada, pues se transita al campo normativo, es decir, al análisis de las consecuencias de la globalización "tal como es", de donde se derivan diversos argumentos con respecto a "cómo debería ser". Ello supone asumir que la globalización es una ideología, pero como hemos visto, no es así.

Lo cierto es que para aquellos que defienden al capitalismo y al sistema económico de libre mercado, la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, es interpretada como la prueba del derrumbe del socialismo real y el triunfo del capitalismo, hechos que habrían dejado la "cancha libre" para la expansión del sistema capitalista. Dicho de otro modo, la superioridad de la economía de mercado se habría manifestado en la caída de las economías socialistas. Mires (2000) sostiene que esto no es así, pues "el llamado mundo socialista no era en primer lugar un orden económico, sino político. Tomando en cuenta ese detalle resultaría imposible referirse al triunfo económico del capitalismo. Quiero decir que el llamado mundo comunista estaba integrado plenamente a un mercado mundial que, tengo entendido, era capitalista" (24). Dicho de otro modo, existía un único mercado mundial capitalista, "con la diferencia de que los bloques que en él se integraban poseían distintas formas políticas de organización" (25). Ciertamente, las afirmaciones de Mires (2000) pueden ser cuestionables, no tanto por el tema del orden político, sino más bien por el grado de integración a la economía mundial que tenían los antiguos países socialistas. Somos de la idea que hoy, para bien o para mal, esos países se encuentran más integrados que antes al sistema económico mundial, que con certeza, es capitalista. Inclusive, Sachs (1999) sostiene que el socialismo real, es decir, aquel aplicado en la extinta Unión Soviética, fue un accidente de la historia, dentro de la evolución del sistema capitalista (26).

Además de esto, como categoría analítica, ¿es la globalización sinónimo de internacionalización, liberalización económica, occidentalización o modernización?. A juzgar por la definición comentada en el acápite anterior, no necesariamente. Lo que puede estar ocurriendo es que la globalización, tal como se publicita y se presenta en la actualidad se asocia con el neoliberalismo, y por ende con una mayor integración económica mundial. Esto no significa que sea la única forma posible de vinculación (27). Veamos por qué.

La globalización como sinónimo de internacionalización

En este caso, el término se refiere al aumento de la interdependencia e interconexión entre personas de distintos países. En la medida que esta tendencia se ha acentuado en las últimas décadas, es comprensible la idea de utilizarlas como sinónimos. Algunos prefieren usar el término globalización en lugar de internacionalización, para enfatizar la gradual erosión de los Estados-nación y del alcance y eficacia de las medidas diseñadas e implementadas por los mismos.

Sin embargo, consideramos que no solo se trata de un tema de preferencias. Las interconexiones entre personas de diferentes países no han aumentado de una manera lineal. Ha habido momentos de la historia en que las interconexiones se han incrementado en magnitud, mientras que en otros períodos ha ocurrido lo contrario. Los escépticos, para los cuales la globalización no significa nada nuevo, evalúan las tendencias económicas actuales y las comparan con las ocurridas en el período 1890-1914, considerado la edad de oro de la interdependencia internacional y encuentran bastantes similitudes. Más aún, el mundo habría estado más globalizado antes que ahora.

Así, las tendencias actuales representan un aumento de la internacionalización y de triadización, en torno de tres grandes bloques: Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. Algunos van más allá y sugieren que la globalización no es más que un discurso para justificar el proyecto global neoliberal y la consolidación del capitalismo estadounidense en las demás regiones del mundo. (Hirst y Thompson, 1996) (28).

Para ello, tanto los avances tecnológicos, como la adherencia al liberalismo económico han sido y son fundamentales. Después de todo, sugieren los escépticos, entre 1890 y 1914 predominó el liberalismo, mientras que desde 1980 en adelante el neoliberalismo. Desde esta óptica, sí es posible revertir la globalización. Si los países se aislaran unos de otros, estarían desglobalizándose. Diversos autores coinciden que entre la primera y segunda guerra mundiales la integración, al menos en el plano económico disminuyó. Más allá de la deseabilidad de esto último, ¿es posible hacerlo dados los avances en la transmisión de información? Pareciera que no y no únicamente por el tema de la información, sino porque ningún país puede producir todo lo que necesita, es decir, la autarquía no es deseable; pero tampoco lo es el hecho que la interdependencia llegue a niveles que impidan que cada gobierno pueda tomar decisiones de manera autónoma. El desarrollo es un proceso endógeno, gestado "desde adentro" de cada sociedad. Así, la cuestión de fondo es cómo debería insertarse cada país a la economía mundial.

Si el globalismo siempre ha existido, lo que sí podría ser una característica distintiva de los tiempos actuales es el desarrollo de los mercados financieros, que posibilita realizar transacciones financieras en tiempo real. Este avance ha conectado más a los países entre sí. La globalización financiera ha avanzado a una velocidad mayor que las demás facetas de la globalización.

Ferrer (2002a), diferencia la globalización real de la virtual; la primera se refiere al crecimiento del comercio económico mundial (la esfera real), y es un proceso de largo plazo, que se acelera a partir de la revolución industrial iniciada en Gran Bretaña en el siglo XIX. La segunda alude al desarrollo de los mercados financieros (esfera virtual), que gracias a los avances en el procesamiento y transmisión de la información, la convierten en un proceso esencialmente contemporáneo: "En el presente, la globalización financiera se ha convertido en un fenómeno en gran medida autónomo y de una dimensión y escala desconocidas hasta tiempos recientes" (29). Por ejemplo, antes de la aparición del cable transatlántico en 1866, se requerían tres semanas para transmitir información desde Londres hasta Nueva York; en 1914 solo se necesitaba de un minuto (Bordo, 2000). En 1930, una llamada telefónica de tres minutos de Nueva York a Londres costaba 245 dólares, mientras que en 1990, 3 dólares.

En suma, al ser los mercados financieros intensivos en información, no cabe duda que la actual globalización financiera (entendida como interconexión) es más intensa que la ocurrida en el pasado.

No obstante, la globalización no es solo un fenómeno económico, sino, como se ha mencionado, multidimensional. Desde esta perspectiva, un mundo más global es aquel donde las ideas, mensajes, inversiones, patrones culturales sobrepasan los límites territoriales de los estados-nación. Por ejemplo, Beck (2002) y Strange (2000) sostienen que la globalización está conduciendo a la desaparición de los estados-nación, pues cada vez disminuye más la posibilidad de que tomen decisiones de manera autónoma. En la medida que la actividad económica internacional se realiza en un entorno de mercado, son los participantes de este último (los agentes financieros, las empresas multinacionales, etc.), quienes controlan lo que puede o no puede hacer un estado. De esta manera, se hace imposible hablar de políticas económicas nacionales o procesos autónomos de elecciones de política. Aquellos que no implementan políticas acordes con el sentir del mercado, son castigados, a través de menores flujos de capitales, financiamiento externo, etc. (Phillips, 1998).

¿Es la primera vez que ocurre esto? La respuesta parece ser negativa; desde mediados del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, los países estaban integrados tanto o más que en la actualidad. En todo caso, los avances tecnológicos, han posibilitado una expansión de la internacionalización; si esto es así, entonces la globalización no es más que una internacionalización ampliada. No se trataría entonces de un fenómeno nuevo, más aún, si se analiza desde una perspectiva economicista. Como se ha mencionado, los investigadores han analizado el comportamiento de diversas variables económicas, tanto a fines del siglo XIX como a fines del siglo XX y varios de ellos han concluido que el mundo estaba más internacionalizado hace cien años.

Por ejemplo, el Banco Mundial (2001), sostiene que desde 1980 ha ocurrido una integración económica mundial sin precedentes. Acepta que la globalización ha ocurrido antes, aunque no en las magnitudes actuales. Sostiene que entre 1870 y 1914 ocurrió la primera ola globalizadora, entendida como un proceso de integración económica y medida a partir de los volúmenes de comercio, migraciones y flujos de capitales. Este proceso se interrumpió entre 1914 y 1950 para luego transitar a una segunda ola entre 1950 y 1980 y una tercera desde 1980 hasta la actualidad, impulsada ésta última por los avances tecnológicos y la adopción del modelo de mercado, como principio de organización común entre la mayoría de países que conforman el mundo actual. Sin embargo, debe notarse la perspectiva economicista de la evolución.

Los globalistas, en oposición a los escépticos, sostienen que la globalización es un fenómeno real y expresa cambios estructurales y profundos en la escala de la organización social moderna (Held y McGrew, 2002).

Entonces, si la globalización alude a una internacionalización ampliada, al menos en su acepción economicista, el vocablo globalización pareciera ser redundante. (Scholte 2002).


Notas

(19) La Guerra Fría fue un período histórico, comprendido entre 1945 y 1990, dentro del cual el mundo quedó dividido entre el bloque occidental (Estados Unidos y sus aliados) y el oriental (la Unión Soviética y sus aliados). Fue una confrontación básicamente ideológica. Termina con la desaparición de la Unión Soviética en 1990.
(20) Desde nuestro punto de vista, esta es la razón por la cual muchos identifican a la globalización como un fenómeno iniciado después de 1980, pero una cosa es el uso del vocablo y otra muy distinta su origen y evolución histórica.
(21) Aquí conviene realizar una precisión, pues tienden a utilizarse como sinónimos Gran Bretaña, Inglaterra y Reino Unido. El Reino Unido fue formado en 1801 a través de la unión del Reino de Gran Bretaña (que ya era una unión de los reinos de Inglaterra y Escocia desde 1707) y el Reino de Irlanda. Entre 1919 y 1921 una guerra angloirlandesa originó que en 1922, 26 condados irlandeses renunciaran al Reino Unido y conformaran un estado independiente irlandés. Seis condados, conocidos como Irlanda del Norte permanecieron bajo el gobierno de Reino Unido. Finalmente, en 1927, el país fue rebautizado como Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. La revolución industrial se originó en Inglaterra, antes de la conformación del Reino Unido.
(22) Callincos (2001) discrepa de esta división y sugiere que sería preferible realizar la división no entre globalistas y escépticos, sino entre impulsores y críticos. Ciertamente esta división supone que el autor tiene en mente un concepto de la globalización.
(23) Held David, Mcgrew Anthony., Goldblatt David y Jonathan Perraton, (1999), op.cit., pp.3-4.
(24) Mires Fernando (2000), op.cit. p. 26.
(25) Ibid., p.26.
(26) El sistema de planificación central, implementado por la Unión Soviética en gran parte del siglo XX, también puede entenderse como un capitalismo de Estado.
(27) La relevancia de esta aclaración radica en el hecho que muchos están en contra de la globalización tal como funciona y opera hoy en día, pero no en contra de una "globalización reformada o regulada".
(28) Nótese que para Hirst y Thompson (1996), la globalización es un proyecto y no un proceso. Véase, Hirst Paul y Grahamme Thompson (1996), Globalization in Question, Second Edition, Polity Press, Cambridge.
(29) Ferrer Aldo (2002a), De Cristóbal Colón a internet: América Latina y la globalización, Fondo de Cultura Económica, México, p. 15.



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