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La insignia
5 de mayo del 2005


España

Los nuevos inquisidores


Ignacio Escolar
Escolar.net. España, mayo del 2005.


Una de las cosas buenas de la polémica creada alrededor de la reforma legal que permitirá que los homosexuales accedan al matrimonio es que permite que todo el mundo se retrate. Los herederos intelectuales de los que piaron en el siglo XIX contra el matrimonio civil son los que ahora se escandalizan. Son los seguidores de aquellos que criticaron a Benjamín Franklin por inventar el pararrayos porque, ¿quién era el él para evitar que Dios fulminara al gusto desde el cielo? Son los mismos que votaron en contra de la ley del divorcio para luego, con los años, divorciarse.

Entre los que critican el matrimonio homosexual se cuentan tres especies. Unos se oponen a la mayor y, como mucho, toleran a los gays siempre que escondan su tara y se avergüencen de su condición. Piensan que el amor gay es una enfermedad que una vez contraída no se cura y por más que uno quiera perdura y se contagia con facilidad. No se les puede dar muchos argumentos. Es una pérdida de tiempo discutir con alguien que piensa, como la policía franquista, que los maricones son de dos tipos: enfermos o viciosos. Al menos ellos no esconden con hipocresía su postura.

Otros están de acuerdo en que se equiparen derechos y obligaciones entre parejas homos y heteros pero defienden que se respete el santo nombre y se llame a esa cosa cualquier cosa menos matrimonio. Para los filólogos aristotélicos, los que creen que el nombre es arquetipo de la cosa, habría que recordarles que la igualdad es o no es. "Matrimonio" viene de madre, pero "patrimonio" viene de padre y la etimología no fue excusa para no cambiar la ley franquista que impedía abrir cuentas corrientes a las mujeres sin permiso del padre o el marido. Dentro de unos cuantos años, su postura será tan obscena como si alguien hubiese defendido en Sudáfrica hacer una "ley de negros" en lugar de equiparar a todos los humanos con los mismos derechos sin distinguir por el color de la piel.

Y a unos cuantos, los peores, los más hipócritas, les parece bien la nueva ley pero no que se haya aprobado. Y critican a Zapatero: qué necesidad había de enfadar a "media España". Se escandalizan no por ellos sino por los escandalizados. Se ofenden en representación de terceros.



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