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La insignia
8 de marzo del 2005


Bolivia

Carlos Mesa, el renunciante


Aurelio García
El Juguete Rabioso / La Insignia. Bolivia, marzo del 2005.


Carlos D. Mesa es egresado de literatura, pero siempre trabajó como periodista. A principios de los años 90, fundó una productora llamada PAT, y desde allí se especializó en comentar las noticias y en hacer programas de entrevistas. De hecho, su forma de hacer periodismo le mereció varios premios -entre ellos el Premio Rey de España- y "revolucionó" los formatos de los programas informativos de Bolivia. Con los años él mismo llegó a fundar un canal de televisión, la Red PAT. Paralelamente, fue escribiendo una serie de libros de divulgación histórica, entre los que se encuentra el Manual de historia de Bolivia, en coautoría con sus padres, reconocidos historiadores locales.

Estos dos desempeños le dieron un gran prestigio como líder de opinión y como historiador. De hecho su trabajo como periodista lo hizo conocido en todo el país y debido a ello el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) lo invitó para conformar la plancha presidencial que ganó las elecciones en 2002. Mesa fue el candidato a la vicepresidencia y Gonzalo Sánchez de Lozada a la presidencia.

Luego del derrocamiento y huida de Sánchez de Lozada, en octubre de 2003, Mesa llega a la presidencia. Su característica principal fue no formar pactos políticos, sino apostarlo todo a su popularidad. De ahí que en los 16 meses de gobierno que lleva haya dado cerca de una veintena de mensajes y discursos televisados. En esos mensajes ha ido explicando a la opinión pública las principales directrices de su gobierno. La tónica de los mismos ha sido siempre la misma: "soy un presidente independiente, no tengo partido, quiero cambiar el país, pero los viejos políticos no me dejan". Cada vez que hubo una convulsión social, él salió a la pantalla de la televisión -en mensajes pagados- para denunciar ante la opinión pública que "no me dejan gobernar", eso fue lo que dijo explícitamente en su penúltimo mensaje, hace apenas un mes.

Todos estos antecedentes explican su último mensaje y su renuncia condicionada a un probable rechazo de parte del Congreso. Y los primeros efectos ya los empezó a cosechar. A sólo minutos de terminada la emisión televisiva, cientos de ciudadanos se aglutinaron frente a Palacio de Gobierno para pedirle que "no renuncie" y que aplicara "mano dura" a los movimientos sociales.

El mensaje/renuncia del presidente Mesa estuvo plagado de menciones y agresiones a la oposición. El líder del MAS -visiblemente sorprendido- declaró a los medios que "nunca había escuchado un mensaje tan agresivo de un presidente. Me ha mencionado 39 veces, siempre para tratar de devaluarme, para decir que tengo la culpa de todos los problemas que tiene Bolivia. Lo increíble es que él no muestra ningún signo de autocrítica. No quiere reconocer que es un presidente que perdió el rumbo, que no tiene autoridad para gobernar".

Es decir, pues, el mensaje/renuncia de Mesa puede entenderse como una maniobra política, como una especie de debate con una opisición, naturalmente, ausente. Y, además, como un "gesto demagógico y populista" -según expresó el analista Cayetano Llobet, de la Red Televisiva A-, donde trató de colocar a sus opositores como desestabilizadores del sistema político, enfrentándolos así a una opinión pública que valora en alto grado la continuidad democrática.

Según se vio en las repercusiones de los canales televisivos internacionales, la opinión pública internacional ha llegado a creer que Carlos Mesa ha renunciado realmente, pero no es así. Se trata de una maniobra política, una arriesgada maniobra política que puede, eso sí, convertirse en su última jugada. Porque su continuidad queda en manos del Parlamento, donde no tiene mayoría. Lo ha apostado todo a que, hasta sus opositores, presionados por las manifestaciones de apoyo al presidente, voten por su continuidad.

Pasadas las primeras horas transcurridas tras el mensaje, ése parece ser el panorama. Pero queda la incógnita de lo que pueden hacer los movimientos sociales y, sobre todo, el agredido Evo Morales. Si los bloqueos y huelgas que empiezan hoy lunes se fortalecen y el país se paraliza, Mesa podría renunciar definitivamente este fin de semana, pues la opinión pública que lo apoya no podría hacer nada frente a la combatividad de los movimientos sociales. De darse este escenario, Mesa volverá a dirigirse a la nación, en otro mensaje televisado, para despedirse y renunciar de veras.



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