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La insignia
4 de marzo del 2005


La fascinante historia de un agente doble


Jaime Salcedo
Madrid Sindical. España, marzo del 2005.


Pocos saben que quien decantó la II Guerra Mundial del lado aliado fue un español llamado Juan Pujol García (Barcelona, 1912). Conocido como Garbo por sus dotes interpretativas, Pujol engañó a los nazis trabajando como agente doble para los servicios secretos británicos. Su labor de desinformación a los alemanes posibilitó el desembarco aliado en Normandía y el principio del fin del III Reich. Su trabajo fue reconocido por los ingleses, con la medalla de Miembro del Imperio Británico, y por los alemanes, que nunca descubrieron el engaño y que le otorgaron la Cruz de Hierro. La historia de este fascinante personaje, fallecido en Venezuela en 1988, está recogida en el libro Juan Pujol, el espía que derrotó a Hitler (Temas de Hoy, 2004). Madrid Sindical habló con su autor, el periodista Javier Juárez (Madrid, 1968).

P. ¿Cómo surge el interés por Juan Pujol?

R. Siempre me ha gustado mucho la historia. Me pareció muy curiosa la de Garbo. Primero, por todo lo relacionado con su actuación como espía; y, segundo, me resultó fascinante desde el punto de vista periodístico. Tiene una ambientación fabulosa como la de la 2ª Guerra Mundial, misterio, intriga, trascendencia histórica y, sobre todo, la incertidumbre y el desconocimiento, que es lo que me empujó a investigar sobre Pujol. Es decir, cómo es posible que de esta persona que según todos los informes aliados tuvo una participación tan importante en la 2ª Guerra Mundial y que era español supiéramos tan poco. He estado casi tres años investigando y viajando. El resultado es este libro.

P. ¿Cómo describiría a Pujol?

R. Una persona relativamente sencilla. Cuando en 1984 el príncipe de Edimburgo le pregunta que por qué un español había arriesgado su vida para ayudar a Inglaterra durante la 2ª Guerra Mundial, él dice que por ideales. Era una persona noble, con ideales liberales. Todos coincidían en que era fundamentalmente una buena persona, muy inteligente, con don para las relaciones personales, y muy astuto. Si se suman esas condiciones se puede entender cómo llegó a donde llegó. Era apolítico por naturaleza. No militó en ninguna organización, pero sí lo hizo activamente en un pacifismo personal. Una de las cosas de las que estaba más orgulloso era de sobrevivir a dos guerras sin disparar un solo tiro.

P. ¿Qué cualidades tenía como espía?

R. Su capacidad de convencimiento y de seducción. Consiguió convencer a los alemanes de ser lo que no era sin ningún otro mérito que su capacidad de hablar. Se presentó a la embajada alemana, ganó su confianza y les convenció de que les enviaba información secreta desde Londres, cuando en realidad estaba en Lisboa. Ese mérito es atribuible básicamente a su capacidad de fabular, engañar y seducir, pero lo que más le caracterizó fue su constancia. Nunca cuestionó las instrucciones que recibía ni lo que debía hacer.

P. ¿Cómo es posible que nunca fuera descubierto por los alemanes?

R. En España y en Portugal no tuvo contacto con ningún otro agente alemán ¿Por qué no se le descubrió antes de llegar a Londres? Fundamentalmente por suerte aparte de sus méritos. Otro componente decisivo fue que los servicios de inteligencia militar, el Abwehr, funcionaron bastante mal. Pujol entró con relativa facilidad en el servicio secreto alemán en Madrid debido a que los alemanes sabían que en España tenían muchos colaboradores y entendieron que Pujol era uno más. En Londres lo que hizo realmente fue aprovecharse de la profesionalidad del servicio de inteligencia británico. Con Pujol colaboraron más de veinte agentes dobles que los creían suyos y realmente estaban trabajando para el ejército británico.

P. ¿Considera injusta su muerte en Venezuela en el anonimato?

R. Sí. Siempre vivió con el temor a ser descubierto. A Venezuela fue para huir de ese temor y porque creía que en Europa se aproximaba una nueva guerra, en este caso contra la URSS. Allí empezó una vida y vivió hasta su muerte. Por otra parte, fue con mucho dinero a Venezuela, fue muy bien pagado, más que por los británicos por los alemanes, pero tuvo muy mala suerte con los negocios. Al final se vio arruinado.

P. Habrá sido un reto periodístico investigar sobre un personaje tan discreto y hermético…

R. Es complicado porque no tienes la fuente más directa, que es el propio personaje. Existe el problema del secretismo con el que actuó. Hasta 1984 sus hijos y su mujer en Venezuela jamás supieron lo que había hecho. Me da la sensación de que vivió en una cierta paranoia. Sin embargo, cuando es descubierto, sale a relucir la necesidad que tenía de exteriorizar un silencio que le había marcado profundamente.

P. ¿Qué más añadiría sobre Pujol?

R. Me gustaría incidir en su reconocimiento personal. Entre 1936 y 1945 estuvo inmerso en las dos mayores guerras que ha vivido Europa desde la Primera Guerra Mundial y la balanza se inclina a su favor. En este país somos muy dados a no reconocer nuestros propios méritos. Somos muy poco justos con la gente que lo merece y yo creo que esta persona merece por lo menos que sea conocida y luego que cada uno saque sus juicios de valor.



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