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La insignia
4 de junio del 2005


Extraños compañeros de cama


Luis Peraza Parga
La Insignia. México, junio del 2005.


Se ha producido un hecho sin precedentes fuera de cualquier marco convencional. La reunión de tres ministros de Exteriores de tres poderosísimas naciones que aúnan el 40% de la población mundial y su 20 % del producto interior bruto. Se trata de la democracia más poblada y quizás más ingobernable del mundo. De la dictadura más populosa del planeta y de un estado autoritario en permanente transición de la dictadura a la democracia: India, China y Rusia respectivamente.

El lugar, la mítica y cinematográfica ciudad rusa de Vladivostok. El motivo, una alianza contra el terrorismo internacional y otras nuevas amenazas. Su empeño, considerar todos los terrorismos de igual manera sin tener en cuenta sus orígenes y motivaciones. Ulterior motivación encubierta: luchar contra su terrorismo doméstico sin poner en duda el principio de ausencia de motivaciones justas y racionales.

En una democracia consolidada o en vías de conseguirlo, la admisión de partidos o agrupaciones políticas que quieran subvertir, incluso el orden establecido por cauces de diálogo y participación política, debe estar consagrado. No existe o no debería existir espacio para que se desarrollen grupos terroristas, ya que sus reivindicaciones podrían llegar a ser alcanzadas por cauces pacíficos y racionales. En aquellas naciones donde no existe una libre participación de partidos políticos de distinto signo, elecciones periódicas de sufragio universal, protección de las minorías de cualquier clase, libertad de pensamiento y expresión de ideas y creencias distintas que incluso con respaldo popular otorgado en las elecciones no puedan ser defendidas a través de las diversas instituciones del estado, el terror indiscriminado infringido por un grupo armado es deleznable pero puede llegar a tener un punto de explicación.

No puedo y no quiero justificar algún tipo de terrorismo pero indudablemente se debe analizar la situación de libertades, como mínimo las políticas y civiles, de una nación antes de condenar los terrorismos internos. Es cierto que este planteamiento puede abrir la puerta a la justificación del terrorismo internacional de Bin Laden debido a la política exterior de agresión de los EEUU, situando a estos grupos ante la única tesitura posible: armarse y repeler la agresión con la anciana técnica de la guerra de guerrillas: no tengo capacidad para el enfrentamiento directo con el ejército de la única super potencia mundial y por lo tanto ataco de sorpresa y me retiro con las máximas bajas enemigas y las mínimas propias en una guerra entre convencional y del terror. Uno de los seguramente múltiples errores en este planteamiento es el concepto amplio de las bajas enemigas, abarcando a civiles ajenos al conflicto, lo que se compensa con el término de daños colaterales cuando es el ejército regular el que inflinge muerte y destrucción civil.

China y la India, con relaciones difíciles e incluso armadas en su reciente pasado, se acercan merced quizás a la mediación de una Rusia cuya población parece que anhela los buenos viejos tiempos comunistas donde las reglas de juego eran nítidas y la comida y el trabajo estaban mal que bien asegurados y a un dirigente, Putin, con indudable apoyo popular pero que utiliza el terror interno para conseguir los mismos o más poderes de los otrora dirigentes del partido único y de los zares de todas las rusias. Es un país que ingresó en una organización que exige, de manera laxa, que el candidato cumpla con ser una democracia respetuosa del estado de derecho y otorgue amplia protección a sus minorías. Sin embargo, muchas veces el Consejo de Europa acepta que estos objetivos vayan cumpliéndose gradualmente en su marco jurídico con el noble afán de anclarlos en el modelo de democracia compartido.

Desgraciadamente, a veces estas naciones no honran sus compromisos, como en el caso de Rusia, denunciada a principios del mes de junio del 2005 por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa por alcanzar "en los últimos tres años un exiguo progreso en cuanto a sus compromisos y obligaciones como miembro de la organización internacional regional", por no abolir formalmente la pena de muerte, por no retirar sus tropas de Moldavia y por no presentar ante los tribunales a los responsables por las violaciones a los derechos humanos en Chechenia. Además, señala su grave preocupación por la medida comentada arriba sobre las reformas putinescas que buscan reforzar la verticalidad del poder y que debilitan los pesos y contrapesos indispensables en una democracia, la necesidad de una reforma judicial en profundidad que aleje los fantasmas de escasa independencia creados a raíz del caso Yukos y, por último, la falta de pluralismo e imparcialidad de los medios de comunicación, lo que impide elecciones justas y el funcionamiento democrático en general.

La foto de la cumbre ministerial era reveladora. Un anciano ministro indio apoyado en su colega, un burlón maduro chino y un gigante soviético en medio. En definitiva, la alta política internacional reúne a extraños compañeros de cama en busca de eliminar conflictos internos a los que no ofrecen el espacio político necesario para solucionarlos.



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