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La insignia
4 de junio del 2005


Hamas baja al ruedo


__Especial__
Palestina
Adrián Mac Liman
CCS. España, junio del 2005.



La decisión del Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas (Abu Mazen) de posponer las elecciones generales previstas para el 17 de julio ha provocado un profundo malestar en los círculos políticos israelíes. Israel. La mayoría de los politólogos hebreos estiman que el aplazamiento de la consulta, debido, según la ANP, a la necesidad imperiosa de aprobar y ratificar la nueva Ley Electoral, podría interferir con los planes de retirada de la Franja de Gaza. Así se favorecería ante todo los intereses de la principal agrupación de resistencia islámica palestina, HAMAS, cuyos líderes optaron recientemente por el abandono de la lucha armada.

Huelga decir que ello no supone la aplicación de una tregua permanente en la lucha de los radicales contra su principal enemigo: el Estado judío. Al contrario, los dirigentes del Movimiento Islámico de Resistencia Nacional, creado a finales de la década de los 80 con el beneplácito de los servicios de inteligencia militar de Tel Aviv con miras a contrarrestar el peso específico de la OLP durante la primera Intifada, estiman que ha llegado el momento de cambiar de estrategia. Hamas aprovechó la tregua decretada en 1990 por la plana mayor Al Fatah no sólo para encabezar el combate contra Israel, sino sobre todo para afianzarse en la sociedad palestina como único "partido de las manos limpias".

Al igual que sus correligionarios libaneses de Hezbolá (Partido de Dios), movimiento guerrillero chiíta apoyado por Irán y Siria, los líderes de Hamas velaron por la creación de numerosas instituciones benéficas -hospitales, colegios, guarderías, centros de capacitación profesional- que destacan por su eficacia y su gestión transparente. Una auténtica proeza, en una sociedad aquejada por la corrupción y el autoritarismo impuestos por la estructura burocrática de la ANP o, mejor dicho, de las redes socioempresariales creadas y administradas por los "barones" de Al Fatah.

Conviene recordar que la lucha armada se sumó a la preocupación por lo social. La resistencia islámica, que negó en reiteradas ocasiones la opción de un compromiso con el Estado de Israel, logró adueñarse de grandes segmentos de la sociedad palestina, capitalizando el odio y la ira generados por la prolongada ocupación militar. Su lema -liberar la totalidad de la Palestina histórica- halló numerosos adeptos en la Franja de Gaza, donde viven hacinados casi dos millones de palestinos.

Tras la desaparición de Yasser Arafat, Hamas se había convertido en el principal blanco de los estrategas de Tel Aviv. Con razón; el movimiento islámico controlaba las células de terroristas suicidas que, para muchos habitantes de los Territorios, son el símbolo de la resistencia nacionalista. Fue éste uno de los principales motivos por los que la ANP se negó a complacer a los políticos israelíes, quienes propugnan el total desmantelamiento del movimiento islámico. Los allegados a Arafat sabían positivamente que cualquier intento de acabar con Hamas suponía la condena a muerte de las estructuras laicas del aún inexistente Estado Palestino.

Los cambios registrados tras las elecciones presidenciales del pasado mes de Enero modificaron por completo las prioridades de los radicales islámicos. Para preservar el movimiento, Hamas tuvo que negociar con los emisarios de la ANP. Negociar una "tregua" o un "armisticio" (tahidiya) o mejor dicho, un período de no beligerancia que permitiera la reconstrucción de las instituciones desmanteladas por el Ejército israelí a partir de septiembre de 2000, fecha del inicio de la Segunda Intifada.

La mera perspectiva del armisticio abrió la vía a la hasta entonces hipotética integración de Hamas en las estructuras políticas de Palestina: Consejo Legislativo (Parlamento), organismos oficiales, fuerzas de seguridad, etc. La posible "politización" del movimiento de resistencia islámica suscita una serie de incógnitas en Israel. Se cree que al jugar la baza de la oposición parlamentaria, Hamas podría convertirse en un segundo Hezbolá, es decir, en un movimiento armado dispuesto a desempeñar un importante papel político. No hay que olvidar que Hezbolá fue el verdadero artífice de la retirada israelí del Sur de Líbano. Los estrategas israelís temen que Hamas acabe convirtiéndose a su vez en un movimiento nacional "respetable" y "respetado" por los pobladores de los Territorios, en una especie de motor de cambio de la resistencia de los palestinos contra Israel.

Pero la probable inclusión de Hamas en la vida política también preocupa a los consejeros de Mahmud Abbas, conscientes del deterioro de imagen de Al Fatah en el seno de la población. Pero lo cierto es que, de celebrarse en estos momentos, las elecciones generales acentuarían el declive de la agrupación otrora liderada por Yasser Arafat.

En este contexto, el aplazamiento de la consulta popular constituye un arma de doble filo.



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