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La insignia
16 de junio del 2005


Ecuador

El coronel Lucio en plan de reconquista


Alberto Acosta
Diario Hoy / La Insignia. Ecuador, junio del 2005.


La historia se repite. Tras escapar del Palacio Presidencial, incumpliendo su repetida promesa de morir en el intento, el coronel Lucio Gutiérrez se asiló en Brasil por unas semanas antes de partir al país de su "mejor aliado", Jorge Bush II. Y una vez allí, con el apoyo y financiamiento de importantes grupos financieros (a la cabeza, el Barclays Capital Inc.), ha amenazado con la reconquista del poder.

Hace 160 años, el general Juan José Flores, primer presidente de Ecuador, luego de ser derrocado el 6 de marzo de 1845 por la "revolución marcista", se refugió en Europa con las mismas intenciones que ahora el coronel. Flores buscó el apoyo de los tenedores de bonos para financiar una expedición, con la que él, embarcado en un truculento proyecto de reconquista europea, pretendía retornar al poder. A cambio se ofrecía a los acreedores un arreglo satisfactorio a sus reclamos y la entrega del país a una ola masiva de colonos.

Aunque la invasión se planeó en circunstancias concretas del Ecuador, ésta se nutrió de proyectos anteriores para reconquistar América Latina por parte de algunas monarquías europeas. En la actualidad, las pretensiones imperiales se plasman de la mano del discurso del "libre comercio", a través del TLC, al que tanto alentó el coronel de marras.

Entonces, con el apoyo de ciertos círculos del gobierno español, Flores incluso enganchó a una gran cantidad de mercenarios, en su mayoría del ejército ibérico, en lo que llamó "el ejército del Ecuador". Esta tropa recibió uniformes y pertrechos bélicos, llegando a salir "con toda la banda batiendo marcha por las calles". Para el transporte de las tropas se había contratado navíos, pero la invasión de reconquista no se concretó por la oposición final del gobierno británico.

Así como ayer Flores y hoy Lucio, muchos otros gobernantes y casi todos los negociadores de la deuda han servido prolijamente a los acreedores antes que al país. Estos han hecho gala de conocimientos financieros, pero con un notorio y hasta sospechoso quemeimportismo frente al interés nacional, tal como sucede con los defensores del FEIREP, aquel fondo petrolero que para lo único que sirve es para elevar la cotización de los papeles de la deuda. Incremento que representó una utilidad que puede haber bordeado los 1.400 millones de dólares durante la gestión del coronel. Al resentimiento de los tenedores de los Bonos Global, entre los que se encuentra la propia banca ecuatoriana, hay que sumar la preocupación de las transnacionales del petróleo y del capital financiero que ven como se aleja la posibilidad de engullir los grandes campos de petróleo de la empresa estatal y la privatización de los fondos de la seguridad social, respectivamente, pues, con los liberados recursos del FEIREP y con el empleo de los depósitos de los jubilados se pueden realizar inversiones petroleras -a través de proyectos muy rentables, seguros y garantizados-, que harían fracasar esos grandes negociados en marcha durante el gobierno del coronel.

Aunque la historia se repite, no siempre todo es igual. Sabemos que fuera cual fuera la causa que defendió el general Flores, se comportó con valentía en todos sus intentos. Algo que no se puede decir del coronel Lucio.



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