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9 de junio del 2005 |
Las elecciones gallegas
Luca Caballero
El 19 de junio los gallegos decidirán
en las urnas qué gobierno desean
para los próximos cuatro años. Un
Fraga de lifting vuelve a la carga en
la que, cabe pensar, será
su última campaña. Y
quizás por eso, el octogenario
candidato no se
corta un pelo exhibiéndose
tal como es: conservador,
muy conservador,
reaccionario, muy
reaccionario, y poco entrenado, muy
poco entrenado en el discurso democrático.
Cierto que enfrente tiene a candidatos cuyo principal mérito es el demérito del ex ministro de Franco. Se levantan con Fraga, almuerzan con Fraga, cenan con Fraga y sueñan con Fraga. Y es posible, que no sea suficiente. Pero la salud de una comunidad corre el riesgo de estancarse en la marea negra. Cuando el ministro del régimen [franquista] que aspira a un nuevo mandato juzga "asquerosos" los matrimonios entre homosexuales, convierte en terroristas a los nacionalistas y a quienes puedan pactar con ellos, y aprueba la brillante dialéctica de sus compañeros de partido ("si hay que robar votos, pues se roban"), no debe detenerse uno en las limitaciones de Touriño y Quintana. Galicia tiene que cambiar de rumbo y toda la sociedad democrática y civilizada debe coordinar sus esfuerzos para que no haya nada que lamentar el 20-J. El Partido Popular en España ha experimentado en la oposición un singular 'regreso'; pero es que lo del PP de Galicia no tiene parangón. Tienen alcaldes que celebran misas por Franco todos los 20-N, cargos públicos que ejercen de caciques para que el bien de los suyos no ceda el paso al bien de todos, y clanes locales a los que no se conoce posición política alguna dentro del partido y sí las vacas o prados que tienen. Urge un cambio en Galicia. |
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