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14 de junio del 2005 |
Marcos Winocur
Érase un niño estudioso y aplicado en la escuela; pero gustaba de tener ideas propias. Una vez el maestro le pidió que hablara sobre Ortega y Gasset. Y entonces, mientras buscaba en su cerebro, el niño trató de ganar tiempo:
- ¿Con cuál de los dos comienzo? -preguntó. Fue el fin del examen y pueden suponer la calificación que obtuvo. Ya adolescente, viendo en una esquina figurar Ortega y Gasset, llegó a la conclusión de que cada apellido correspondía a una de las calles que hacían esquina, pues, para él, seguían siendo personas distintas. Y así, dio cita a su novia: el sábado a las cinco en Ortega y Gasset. Naturalmente, se desencontraron; y la novia, cansada de dar vueltas y sin saber dónde esperarlo, acabó yéndose con otro. El joven quedó muy triste; ya no le consolaba ver la tele comiendo hojuelas de maíz en leche azucarada. Se refugió entonces en la actividad intelectual y, al cabo de un tiempo, se recibió de licenciado con las más altas calificaciones. Su tesis se tituló De cómo los señores famosos llevan nombres de calles. Y colorín colorado, este cuento ha terminado. |
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