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La insignia
16 de diciembre del 2005


Ecuador: José Cabrera, notario

Un notario en tierras de rentismo dolarizado


Alberto Acosta
La Insignia*. Ecuador, diciembre del 2005.


«Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.»
- François Marie Arouet "Voltaire"-

El escándalo de las negociaciones del notario José Cabrera sacude al Ecuador. El impacto se siente no sólo en su tierra natal, Machala, provincia de El Oro. Este episodio, que parecería extraído de una telenovela, confronta al país entero con los fantasmas de un pasado reciente y, de paso, desnuda una institucionalidad perversa. Más allá de lo truculento y sensacionalista de la sobredosis de codicia que infartó a Cabrera y a miles de sus clientes, su acción nos invita a reflexionar.

Las preguntas se amontonan y convocan a nuevas preguntas. ¿Cómo fue posible que se mantuviera por tanto tiempo y en secreto un negocio tan fabuloso compartido por tantas personas? ¿Cómo explicar que miles de ciudadanos y ciudadanas, sin medir los enormes riesgos de inversiones que ofrecen desmedidas tasas de interés, se hayan embarcado una vez más en esta aventura especulativa e ilícita? ¿Cómo entender la pérdida de memoria en miles de personas, de todos los estratos sociales, cuando todavía repercute sobre la sociedad el atraco bancario del tornasiglo? ¿Cuáles eran los negocios que financiaba el notario para poder garantizar rendimientos de hasta el 10% mensual, que los pagaba incluso anticipadamente? ¿Cuál es el papel cumplido por las autoridades gubernamentales -no sólo las bancarias y tributarias, sino también las de control de lavado de activos y por cierto las policiales y judiciales-, incapaces de detectar un hecho que trascendía las fronteras locales y que incluso se filtró hasta alcanzar altos mandos de las Fuerzas Armas y la Policía Nacional? (1) ¿Quién y cómo se alimentan los reclamos para que los perjudicados, a su vez cómplices y coautores de los ilícitos, puedan reclamar al Estado para que asuma sus perdidas, provocadas por su propia ambición de lucro?

Sin pretender agotar un tema de múltiples aristas, propongo una explicación desde la lógica financiera reinante. La ambición por lucrar con depósitos que generaban enormes utilidades para financiar actividades productivas o el simple consumo encuentra también sus razones en el sistema bancario nacional. Aquello de que "el sistema financiero está sólido, líquido y rentable", como afirma el banquero César Robalino, se refleja apenas en los elevados niveles de rentabilidad de la banca, pero no en el servicio que debe brindar.

Las utilidades de la banca contrastan con la situación de gran parte del aparato productivo que camina al borde de la recesión y que está al margen de los flujos financieros normales. Han aumentado las captaciones de la banca en los últimos años, pero no el nivel de créditos en relación a lo captado: antes de la crisis el crédito se acercaba al 100% del total captado, hoy apenas representa un 65 o 70%. Un experto en la materia, el economista Hugo Jácome de la FLACSO-Sede Ecuador, destaca la limitada profundidad del sistema financiero ecuatoriano: mientras en los países desarrollados la relación crédito/PIB promedia el 84%, en América Latina alcanza un 30% y en Ecuador apenas un 14%. Pesa en la economía el racionamiento al crédito; problema antiguo agravado desde la crisis de 1999.

La decisión de la banca de mantener elevados niveles de liquidez -depositando mil o quizás hasta dos mil millones de dólares fuera del país-, la explican los banqueros por la ausencia de un prestamista de última instancia (es decir porque el Banco Central del Ecuador, por efecto de la dolarización, desde enero del 2000, ya no puede emitir el sucre, la moneda nacional). Por más que tratan de confundir a la opinión pública los banqueros y sus voceros, la producción nacional -afectada por una creciente pérdida de competitividad por efecto también de la dolarización- no está entre las prioridades de la banca; los créditos se concentran mayoritariamente en actividades orientadas a satisfacer el consumo, en gran medida con bienes importados; esto, a su vez, alimenta un ambiente consumista contagioso. Por esa razón, según el mismo Jácome, un 54% de las microempresas y un 30% de las personas naturales recurren a diversos canales informales de financiamiento. Destinatarios del crédito son sobre todo empresas grandes y no las pequeñas: el microcrédito de conformidad con información proporcionada por el economista Raúl Daza, decano de la Facultad de Economía de la PUCE, representa apenas 1% del total del crédito otorgado por la banca, dejando unas 625 mil unidades productivas al margen del sistema formal. En estas circunstancias, con seguridad Cabrera actuaba también de prestamista.

La banca no presta para que miles de compatriotas produzcan en el país y no emigren, pero si capta sus remesas procurando ampliar el número de sus clientes para lucrar del drama de la emigración. Esta constatación nos recuerda que la informalidad financiera campea en el ámbito de la emigración, pues miles de personas se ven forzadas a recurrir a chulqueros (2) y coyotes (3) para poder escapar de este paraíso dolarizado (4). La Notaría de Cabrera no es una excepción, basta ver las innumerables ofertas y demandas de crédito al margen del sistema formal publicadas en muchos diarios del país.

La ineficiencia y también el rentismo (¿y la usura?) acompañan al sistema financiero, en el que -sin exageración- sobran los dedos de una mano para contar a los bancos que imponen sus condiciones: no existe un mercado competitivo, las prácticas oligopólicas son el pan de todos los días. Recuérdese que en este sistema las tasas de interés activas son elevadas, mayores a las tasas en dólares existentes incluso en muchos países vecinos sin dolarización, no se diga a las tasas de interés en economías dolarizadas como Panamá y El Salvador. Como contrapartida, las tasas de interés pasivas, es decir las que se pagan a los ahorristas son bajas, una realidad que alienta la colocación de depósitos en sistemas irregulares, tal como lo hicieron los miles de clientes de Cabrera. Además, aunque las tasas nominales presentan un lento decrecimiento -alentando el endeudamiento para consumo-, las tasas reales -relevantes para la producción- han crecido sostenidamente; el spread real -la diferencia entre la tasa activa y la pasiva, descontando el efecto de la inflación- se ha expandido y se mantiene alrededor de 5 puntos, margen superior al que se tenía en los inicios de la dolarización.

En estas condiciones, no debe sorprender que el eficiente negocio de Cabrera, que habría durado más de 10 años, haya podido ofrecer tasas de interés altas para los depósitos, si colocaba sus créditos con tasas de interés igualmente elevadas, asegurándose un spread lucrativo, tal como lo hacen los banqueros… Naturalmente que el ámbito comercial del notario de Machala superó las actividades inherentes al campo financiero, incluyendo la piramidación de capitales, debió adentrarse en otras actividades ilícitas como el lavado de dinero, el tráfico de armas, el contrabando tan marcado en la provincia sureña de El Oro u otras actividades afines (5).

Cuando la banca formal no funciona o lo hace en forma deficiente, ¿no es entendible que afloren actores financieros informales? ¿No será responsabilidad del Estado dar una solución estructural a este problema económico y social? ¿No deberían las autoridades de control velar porque los costos financieros no sean factores que alientan el rentismo y la especulación?

En síntesis, el accionar del notario Cabrera y sus miles de cómplices civiles y uniformados se explica también por lo que sucede en el sistema financiero. Pero a la vez es resultado y forma parte de una institucionalidad perversa sustentada en el rentismo, el autoritarismo, la corrupción/impunidad, y por cierto en el paternalismo. Es justamente esta estructura de una sociedad carente de un sentido de responsabilidad colectiva, cada vez más amoral, al decir de Paco Rhon Dávila, director de la revista Ecuador Debate, mezclada con un individualismo desbocado por efecto de la lógica neoliberal, el telón de fondo del atraco del notario.

La impunidad con que se ha cubierto gran parte de los atracos bancarios, para mencionar un caso, estaría invitando al florecimiento de prácticas financieras irregulares. El autoritarismo asoma, a su vez, en el abuso de aviones y vehículos militares (incluyendo el avión presidencial), así como en la pública intervención de miembros de la fuerza pública para forzar la recuperación arbitraria de una parte de los recursos depositados por uniformados en la Notaría de Cabrera. Y es quizás, por extensión, el esquema paternalista y oligárquico, expresado en el sistemático apoyo estatal a los grupos de poder, el que explicaría la pretensión de los socios y las socias de Cabrera, sus depositantes, para que sea el Estado el que asuma las perdidas sufridas.

La sobredosis de viagra que acabó con la vida del notario Cabrera apenas abre la puerta de un nuevo capítulo del drama ecuatoriano.


Notas

(1) Se habla que habrían estado involucrados como prestamistas del notario 6.000 soldados y más de 500 policías … de todos los rangos.
(2) Prestamistas informales.
(3) Traficantes de emigrantes informales.
(4) Hay informaciones que cuentan de emigrantes retornados que depositaron sus ahorros en la Notaría de Cabrera, en donde también se colocaron fuertes sumas de dinero provenientes de la venta de haciendas y de otros activos productivos...
(5) Si fueran ciertas las estimaciones de que las captaciones de Cabrera llegaron a 800 millones de dólares, éstas representarían más del 10% de las captaciones de todo el sistema formal… Aún en el caso más probable de que dichas captaciones -de acuerdo a datos proporcionados por el economista Hugo Jácome- bordearan los 20 millones mensuales, calculados a partir de pagos de intereses por 2 millones al mes por parte de Cabrera a través del sistema bancario formal, sus montos serían superiores a las captaciones que realiza cualquiera de los bancos pequeños controlados por la Superintendencia de Bancos, como son el Banco Sudamericano, el Banco Territorial, el Banco del Litoral, el Banco Procredit, el Banco General Rumiñahui, el Banco de Loja, Banco Los Andes, COFIEC…

(*) Versión especial para La Insignia. El quincenario Tintaji publicó un texto preliminar en su edición nº 81, correspondiente a la primera quincena de diciembre del 2005.



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