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La insignia
13 de julio del 2004


A fuego lento

Rius y su propuesta de comprar Guatemala


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, julio del 2004.


Hace unos días, luego de dar mis clases en el TEC de Monterrey, en Querétaro, vi en la televisión mexicana una entrevista con Eduardo del Río, el célebre caricaturista mexicano que con el seudónimo de Rius ha publicado más de cien libros didácticos ilustrados con sus conocidos "monos", luego de haber incursionado en la historieta cómica con sus recordadas series Los supermachos y Los agachados.

El primer libro didáctico de Rius fue Cuba para principiantes, de grata recordación para estudiantes, militantes e intelectuales de izquierda que abrevaron de sus caricaturas y explicaciones sencillas, tal como lo hicieron con Marx para principiantes y otros textos que les ahorraron la tediosa tarea de leer siquiera el correspondiente manual soviético al uso en aquella época de ingenuos ideales, sacrificios y esperanzas. De Rius en adelante, los más dogmáticos "conocedores" de Cuba, Marx, Lenin y la revolución socialista intensificaron su áspera retórica con el debido autoritarismo que les otorgó su recién adquirido "conocimiento de causa".

Pues bien, cuando la entrevistadora le preguntó al insigne caricaturista por qué publicó recientemente un libro titulado Lástima de Cuba, éste le respondió que porque ya no podía seguir apoyando la farsa que constituye hoy día la revolución cubana y menos las atrocidades de Fidel. Y al preguntársele si esa actitud no le había traído enemistades y calumnias, respondió que por supuesto que sí, sobre todo de parte de los intelectuales pro cubanos que no han querido aceptar que (como dicen en México) "les vieron la cara" (de pendejos), y menos aun que todo el esfuerzo revolucionario fue un gran engaño de aquel senil barbudo tropical, que fue capaz de embaucar a media humanidad con su retórica grandilocuente. Pero a pesar -dice-de haber roto con la revolución, continúa apoyando al pueblo cubano y sigue siendo comunista, ateo y vegetariano, razones por las cuales no se explica cómo puede a la vez seguir siendo mexicano y viviendo en Cuernavaca.

El más reciente libro de Rius se llama RecetaRius, y contiene unas cien o más recetas "para rescatar lo que queda de México". Entre éstas se cuenta la de venderle a un país europeo, por ejemplo a Francia, una franja más o menos ancha del territorio fronterizo con Estados Unidos, para que así México colinde con un Europa y se le dejen a ésta los problemas derivados de ser vecino de Estados Unidos. Otra de las recetas que recomienda es que México compre Guatemala y Belice, a las que, asegura, se les haría con ello un gran beneficio ya que Guatemala, por ejemplo, ha estado gobernada por brutales dictaduras desde hace siglos, y México, con todo y sus problemas, podría llevarle un poco de orden y estabilidad política a ese desdichado país que, por otro lado, tiene una cultura muy parecida a la mexicana.

Es obvio que al sentido del humor de Rius no se le escapa que Guatemala es un país incapaz de gobernarse a sí mismo, que está sumido en un caos político abismal y que su ciudadanía es presa de una impresionante desorientación histórica deliberadamente inducida por los financiamientos de cierta cooperación internacional, que mantiene divididas, dispersas y descoordinadas a la sociedad civil y a la sociedad política, las cuales son por ello pasto fácil de errabundas castas de ignorantes burócratas corruptos. Tampoco se le pasa por alto que lo mismo ocurre en México, pero le resulta evidente, como a medio mundo, que a pesar de eso, es más factible que Guatemala pase a ser un estado de México, que viceversa.

Otra de las recetas que Rius se permite sugerir, es que México se anexe a Estados Unidos para que así se acaben todas sus tribulaciones. Lo cual me hace pensar que si antes de hacer esto México compra Guatemala, todos los chapines pronto hablaríamos inglés hasta en la cama, llevaríamos dólares en la cartera y nos cuadraríamos solemnes ante la conocida bandera de las barras y las estrellas. Después de todo, como dice el mismo Rius refiriéndose a México, eso es ya lo único que nos falta. ¿No?


(*) También publicado en Siglo Veintiuno y A fuego lento



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