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La insignia
28 de febrero del 2004


A fuego lento

Racismo precolombino


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, febrero del 2004.


Una lectora me escribe pidiéndome que le dé un ejemplo de lo que yo llamo "interculturalidad precolombina violenta" o "racismo precolombino". Advierto que el apelativo "racismo" lo tomo, en este caso, de esa acepción laxa que el culturalismo ha acuñado del término, el cual originalmente se remitía al pendular que va del superiorismo a la inferiorización que los grupos racialmente diferenciados se profesan a partir de criterios biológicos que tienen su manifestación externa en los fenotipos y el color de las pieles. El racismo biologista es, en nuestro caso, eurocéntrico, y se origina en el proyecto expansionista europeo que se materializó en la aventura colonial de los siglos XV al XX. La acepción culturalista, amplia, de racismo, es más reciente y resulta del análisis político de las relaciones entre hegemonía y subalternidad, de modo que, culturalistamente hablando, se llama racismo a cualquier forma de ejercicio marginalizante de poder, como por ejemplo, el sexismo machista, la discriminación etnocultural, etaria, clasista, etc. El culturalismo suele considerar racista sólo al grupo que discrimina desde una posición de poder, alegando que el "racismo al revés" no es racismo porque se ejerce desde una posición de subalternidad, lo cual equivaldría a decir que si un secuestrador ejerce su oficio desde la pobreza, no es tan culpable de secuestro como el que lo ejerce desde una clase social privilegiada, y a negar que el poder se ejerce desde múltiples posicionalidades.

Ilustremos, pues, la interculturalidad violenta o racismo precolombino con un pasaje de una crónica cakchiquel en la que se denuncia el genocidio de este pueblo a manos de la nación quiché, que entonces propendía incontenible hacia la conformación de un imperio a imagen y semejanza del azteca, para lo cual buscaba someter a las naciones vecinas a su dominio:

"Entonces en Queché gobernaban los llamados Tepepul, Yztayul, cuando (sin motivo) los corazones de los hombres Queché persiguieron a la ciudad de Yximché. Entonces una gran hambre fue causada por un frío que destruyó las cosechas en el (mes) Replantación, y las cosechas perecieron por el frío; por esto fue perdido el alimento, dicen nuestros antepasados, nuestros padres, oh hijos míos. Entonces un Varón, fugitivo Cackchiquel, nos fue cogido por los hombres Queché; él fue a llevar a los Quché la nueva del hambre, y este Varón dijo a los Queché: 'En verdad, hay una gran hambre y los hombres no pueden soportar el hambre'; (así) dijo cuando llegó entre los Queché. Por esto la muerte de los Cackchiqueles fue decidida por los hombres Queché; la humillación en sus corazones. (...) Entonces aconteció su derrota en la ciudad de Gumarcaah y el fin de todos sus jefes. (...) El (día) 10-Perro, los hombres Queché decidieron nuestra muerte en Yximiché..." (sic) (Anales de los Xahil. México: UNAM, 1993: 78-81).

Como sabemos, los sueños imperialistas quichés vinieron a ser truncados por la invasión española, y los cakchiqueles jugaron un papel decisivo en su derrota al ayudar a los invasores en su guerra contra ellos. La interculturalidad violenta o el racismo quiché se vio refuncionalizado por la interculturalidad violenta o el racismo español, que homogenizó a todos los pueblos precolombinos bajo el nombre de "indios" iniciando así una nueva etapa de interculturalidad violenta y de racismo entre nosotros.

Podría argumentarse que la interculturalidad violenta entre quichés y cakchiqueles no puede ser llamada "racista" si tomamos el término en su estricta acepción biologista. Pero si nos atenemos a la acepción laxa y amplia del culturalismo, pareciera que sí procede hablar de racismo precolombino. Lo cierto es que nuestra interculturalidad ha sido violenta desde antes de la llegada de los españoles. Por eso, de lo que se trataría ahora es de democratizar esa interculturalidad, y no de perder el tiempo elucidando quién es más racista que quién, como si eso fuera a remediar algo.


(*) También publicado en Siglo Veintiuno



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