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La insignia
28 de abril del 2004


Cine

Kill Bill 2: El nombre de la novia es Beatrix Kiddo


Paolo de Lima
La Insignia. Canadá, abril del 2004.


En uno de sus escritos sobre Hitchcock, Zizek sitúa las distintas etapas del cine de este director dentro de la tríada realismo-modernismo-posmodernismo. Zizek cruza los tipos dominantes de subjetividad de estos tres periodos con las formas de subjetividad propias de las tres etapas del capitalismo, a saber: capitalismo liberal, capitalismo imperialista de Estado, capitalismo tardío "posindustrial". Es a través de este cruce como se puede realizar el análisis de la "mediación social" de sus películas; es decir, la manera en que las experiencias sociales entran en ellas. Pensamos que este mismo planteamiento se amolda muy bien al cine de Quentin Tarantino, con el resultado paradójico de ser las tres cosas al mismo tiempo. Y es que para los seguidores, en sus películas "todo" significa "algo"; de ahí el tremendo carácter transferencial de las mismas. Kill Bill 2 nos ha parecido simplemente admirable. Nadie como Tarantino hoy hace cine, en principio, para ser visto en una sala de cine. Y esta es una apuesta moderna. La trama de sus películas se adecua dentro del realismo, incluso en su juego con el realismo "fantasioso" del cine oriental de artes marciales. El montaje de sus obras es netamente posmoderno. Esa sería a grandes rasgos una primera caracterización de la película a través de la formulación de Zizek, previa a una lectura de mediación social que enseguida trataremos de desarrollar.

Sin exceder los límites consentidos por la moralidad gringa (aunque subversivo al forzar una posición perversa en el espectador), lo que le permite una distribución y financiación asegurada dentro del mercado mundial, y ofreciendo incluso un final feliz (a la manera de Jackie Brown, su tercer filme donde también se representa la vida de una heroína atípica), este magnífico director estadounidense protagoniza una de las visiones más personales del cine en la actualidad. Su ya elogiado manejo de los diálogos, la utilización precisa de la música, la caracterización de los personajes y, sobre todo, la construcción de un guión donde cada escena se sucede sobre la siguiente como una suerte de energía en movimiento que durante varios tramos deja sin respirar al espectador (energía atenuada a través de pausas: pantalla en negro, subdivisión en capítulos y humor); todo ello y más convierte a Kill Bill en una instantánea película de culto que incluye a todos los públicos, los comprendidos en la tríada mencionada al inicio de este artículo.

Nos lleve al Oriente (Japón), a Latinoamérica (México) o a los propios bordes (espeluznantes) de los Estados Unidos (El Paso), la trayectoria de Beatrix Kiddo (tal es el nombre de la novia) evidentemente es la de una mujer "americana" que, por eso mismo (en el sentido de Hollywood), representa a "toda" mujer de nuestra época: lucha por la vida, libertad, fortaleza, maternidad. En sí misma, Uma Thurman lleva a cabo una caracterización que merece todos los premios y aplausos. No se equivocó Tarantino al ofrecerle el papel, postergando incluso la filmación de la película cuando la actriz tuvo un embarazo. La utilización de espacios tan reducidos como un ataúd o una casa rodante (donde transcurre una de las más impactantes escenas de acción) hablan de un manejo cada vez más osado en este tipo de procedimientos de uso de ambientes cerrados (clave por ejemplo en su primer filme Reservoir Dogs). Por lo demás, Tarantino tiene un tratamiento profesional y artístico en el tema de la violencia. Más allá del género en que la inserte, es en esta comprensión de la violencia (verdadero motor de la historia, de todas sus historias) donde su cine adquiere una dimensión mayor. Beatrix Kiddo bien puede ser el nuevo superhéroe (la nueva superheroína) de estos tiempos post-11 de septiembre. Su temple y coraje a prueba de traiciones, violaciones, balas, espadas y enterramientos pueden leerse a su vez como una parábola cifrada (en clave irónica) del Imperio.

Lo cierto es que Quentin Tarantino es el Rey Midas que todo lo que toca (filma) lo convierte en (séptimo) arte. Esperaremos, escuchando los temas musicales de Kill Bill, la ya anunciada tercera parte de la película: la venganza de Nikki, la pequeña niña negra que presenció la muerte de su madre a manos de Beatrix Kiddo.



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