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26 de mayo del 2008

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Iberoamérica
Guatemala

Debates y falsos problemas


Mario Roberto Morales
La Insignia. Guatemala, mayo del 2008.

 

Juan Luis Font se pregunta (eP 12-5-08): "¿valió la pena la guerra, el exilio, las desapariciones forzadas, la muerte, para lograr la escasa democracia que hoy nos gobierna?", y afirma que se seguirá preguntando por años "si ese era nuestro único destino. Peor aún, por qué nos conformamos con tan poco a cambio de tanta pena".

Éste es un falso problema subjetivista del tipo "¿vale la pena la violencia?", como si los hechos sociales se pudieran evaluar "con el corazón" y desde sólo uno de sus imprevistos desenlaces, sobre todo si ese desenlace es expresión de la derrota de uno de los bandos; en este caso, el de la izquierda. La evaluación histórica (y no sentimental) de un hecho político-militar se hace desde la pluralidad de sucesos que desencadenó y desde los que lo causaron. No preguntando si pudo evitarse pacíficamente (conociendo la violencia de sus causas) ni conformándose con uno de sus desenlaces; en este caso, la democracia oligárquica producto de la victoria de la derecha. Por eso afirmo que la intención solapada de la pregunta es descalificar la contribución de la izquierda al movimiento de la historia a pesar de su derrota militar, a fin de ganarle también la guerra ideológica.

La pregunta sería válida si esta "democracia" fuera resultado de las metas y de la victoria de la izquierda. Pero como se trata de un desenlace no previsto, lo que toca debatir es la responsabilidad de las partes en el hecho, a fin de incorporar lo mejor de la experiencia y de sus desenlaces al diseño de nuestro futuro. Pero insinuar, como lo hace Font (eP 16-5-08), que quienes así argumentamos también gritamos: "Alabada sea la guerra, que tantos beneficios nos deparó", es machacar el binarismo derechista bienpensante (no bienintencionado) que, como bien dice Font (con pálida ironía), es movido "por el ogro de la cooperación internacional y la malvada oligarquía que en su afán por mantener sojuzgado al país se mandó a hacer el movimiento Guateámala el cual tiene a su servicio" (sic). Si lo sabrá él, que fue de los que acató entusiasmado las recetas del diseñador canadiense Bruce Mau, a quien los oligarcas mandaron a buscar para que les hiciera el proyecto de país que "todos los guatemaltecos queremos" y que se llama Guateámala (brucemaudesign.com/guate1.html).

Font afirma que por develar la intención de su pregunta yo niego el "debate en torno a la guerra nuestra y sus consecuencias". Lo que digo (siguiendo y no negando el debate) es que su pregunta responde a la lógica antihistórica de "lo que pudo haber sido y no fue", que pinta a los guerrilleros como seres malignos que trajeron la violencia a un idílico Estado de derecho, situándolos fuera de la majestad de la ley oligárquica como delincuentes. Y que este criterio se superó en los debates de los años 90, por lo que hay que profundizar (y no repetir) esos debates.

Inicié la crítica de la izquierda en 1992 en Prensa Libre, y la seguí en La ideología y la lírica de la lucha armada (1994), Señores bajo los árboles (1994), Los que se fueron por la libre (1998), La articulación de las diferencias (1999), Stoll-Menchú: la invención de la memoria (2001) y otros escritos sobre la irresponsable conducción de la guerra por parte de la URNG y sobre su claudicación en 1996. Con ello he promovido el debate que Font dice que niego, y eso me ha valido la censura, la cárcel, la tortura y la calumnia de parte de la URNG. Acusarme, pues, de asfixiar un debate que aliento supone mucha ignorancia o mucha mala leche. O ambas.

 

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