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18 de junio del 2008

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Iberoamérica
Guatemala

Fuego a la polémica


Mario Roberto Morales
La Insignia. Guatemala, junio del 2008.

 

Una cosa es develar una pregunta capciosa cuya formulación lleva a una respuesta cajonera que conviene a la oligarquía, y otra muy diferente es negar un derecho, como tergiversa Haroldo Shetemul (PL 4-5-08) al decir: "Creo que las nuevas generaciones tienen derecho a cuestionar el pasado reciente de nuestro país, sin que los (sic) tachemos de que sirven a intereses oligárquicos". Por supuesto que "es sano e interesante que haya una visión crítica hacia un fenómeno que modificó drásticamente a nuestra sociedad", pero ocurre que detrás de la pregunta "¿valió la pena la guerra?" no hay "una visión crítica" sino una mera descalificación implícita del conflicto armado, pues remite sus "logros" a la "democracia" que padecemos.

Según Shetemul, "la guerra pudo ser la opción que escogió un grupo de militantes de izquierda para expresarse políticamente, pero a la vez condenó y cerró cualquier forma de expresión pacífica de otros sectores de izquierda. El PGT, por ejemplo, fue torpedeado y llevado a la división para que tomara las armas, mientras la socialdemocracia era vista como una opción vendida a la oligarquía".

El conocido discurso victimizado del PGT le sirve a Shetemul para perfilar la opción armada como si hubiese sido un antojo localista y no parte del debate interno de las izquierdas. El PGT no era tan pacífico como él quisiera, pues por algo recaen sobre ese partido sospechas de haber participado en el asesinato de Turcios Lima, precisamente porque éste impulsaba la lucha armada y el PGT buscaba rutas electoreras pactando con las derechas. En cuanto a la socialdemocracia, el desprecio de los guerrilleros hacia ella formaba parte también del debate interno de las izquierdas y respondía a criterios muy parecidos a los que se esgrimían contra los partidos comunistas. ¿Errores? Tal vez. Pero puestos en su contexto.

Cuando digo que uno de los desenlaces no previstos del conflicto armado fue el autonomismo del movimiento indígena, no estoy diciendo, como tergiversa Shetemul, que éste movimiento fuera causado por la guerra. Por eso, su juicio de que "El desarrollo del movimiento indígena no es necesariamente producto del conflicto armado, ya que se comienza a desarrollar en forma paralela", es una "aclaración" al aire. Sobre esto hay un capítulo entero en La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón.

Aunque Shetemul busca salvar la "democracia" que padecemos y Font no, coincide con éste al decir que: "El principal producto de la guerra fueron los acuerdos de paz, porque crearon espacios democráticos que antes eran inexistentes. Se puso término a la desnaturalización del Estado, violento y terrorista que coartaba las libertades básicas". Yo lo veo de otra manera. Un producto directo de la derrota de la URNG fueron los claudicantes acuerdos de paz, que sirvieron para oenegizar (dispersar y atomizar) la sociedad política y la civil, a fin de que los capitales transnacionales entraran sin oposición popular y la oligarquía se volviera su socia minoritaria. Esta tarea la realizó la ONU sobornando a las partes para acabar con el simulacro de guerra que milicos y guerrinches escenificaban desde 1982, cuando la derrota militar de la URNG quedó consumada. Por eso, ahora, los movimientos sociales (indígenas y ladinos) dependen de la cooperación internacional.

En lugar, pues, de la volátil ¿valió la pena la guerra?, la pregunta responsable quizá sea ¿cómo se llegó a la guerra, cómo se pactó la paz, y qué herencia y enseñanza nos dejaron los hechos?

Heredia, Costa Rica, 4 de junio del 2008.

 

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