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18 de septiembre del 2007

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Iberoamérica
Ecuador

Una oportunidad para la equidad y la justicia


Andrey Maldonado
La Insignia. Ecuador, septiembre del 2007.

 

En su libro La razón de las normas, James M. Buchanan, premio Nobel de economía (1986) y Geoffrey Brennan exponen las razones por las cuales es necesario llegar a un consenso político en la creación de normas generales de un país y dan algunas definiciones muy útiles de justicia y equidad.

Definen claramente dos etapas del orden social, a saber: la etapa constitucional (de la que surge un orden) y la postconstitucional (elegir dentro de las reglas constitucionales). Es como delimitar el terreno de juego y establecer las normas. La necesidad de crear, al menos la primera, de forma consensuada, surge del criterio de racionalidad y del deseo de que la misma sea respetada, ya que se construye voluntariamente.

No en vano, Buchanan había trabajado anteriormente en El cálculo del consenso, en donde se establecen los fundamentos lógicos de la democracia constitucional y la teoría de la elección pública. Esta esperanza, tan utópica, se ha vuelto una realidad y en el "único medio posible si se pretende evitar la revolución y el enfrentamiento civil". Son los casos de la Constitución española de 1978 y las decisiones tomadas en el foro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), por ejemplo.

Es necesario entender que para que realmente exista imparcialidad en el momento de consensuar las normas y para que se respete la voluntad de todos, es necesario establecer principios de base para poder, de ahí en adelante, establecer las normas y la institucionalidad a ser respetada por los ciudadanos; respetada, además, porque existe participación en la creación de las propias bases ideológicas desde donde surgirá la discusión.

Buchanan hace una diferenciación entre conducta justa y reglas justas. "La conducta justa es la que respeta las reglas", mientras que las reglas justas, que deben ser generadas por un acuerdo, son más abstractas. Define también Buchanan que no puede haber un planteamiento de justicia si no se toman en cuenta los aspectos distributivos de la renta. "La justicia o equidad de algo consiste en investigar las posiciones de los individuos respecto a magnitudes que son mensurables como la renta, riqueza, acceso a ciertos consumos iniciales como la salud, la vivienda, la alimentación, la educación, etc."Así, nosotros podríamos definir la justicia como el acuerdo consensuado de la distribución de la riqueza.

Como es obvio, no se puede distribuir sin que existan reglas claras de la forma de la distribución. Sería erróneo dejar la repartición en manos políticas. Debe ser un consenso el que las cree. El Estado muchas veces no es justo, pero cabe una pregunta: ¿Lo es el mercado? ¿Habrá que dejar todo, absolutamente todo, en manos del mercado? La respuesta lógica nos conduciría a un no rotundo. Afirma Buchanan: "Predicar el Estado mínimo a finales del siglo XX es ingenuo". El Estado debe intervenir. La cuestión es cómo.

Una de las primeras definiciones deberían ser el establecimiento claro y respeto de la propiedad privada, y la obligación del Estado de garantizar aspectos básicos para la vida como salud, educación, vivienda y alimentación, para lo cual deberá determinar la base imponible que tendrá, así como los incentivos a las inversiones privadas, generadoras de empleo. Se podría hablar, tal vez, de un modelo europeo.

Sólo con el consenso constitucional y respetándolo, se podrá caminar de forma armónica hacia objetivos comunes, se podrá asegurar la paz, libertad, prosperidad y desarrollo del país y además, se conseguirá el respeto de las normas establecidas, lo cual obviamente, dará institucionalidad a los procesos de construcción ideológica.

Algunos ecuatorianos piensan que la nueva constituyente cambiará el panorama político del país; otros, piensan que con la constituyente tendrán mejores salarios o que mejorará su nivel de vida, inclusive hay algunos que creen que la constituyente les dará empleo. Disto mucho de estas ideas erróneamente concebidas.

La Constitución y el cambio constitucional deben ser, bajo la revolución de la democracia y el consenso, un espacio político para entablar discusión y diálogo sobre cómo vemos Ecuador en la actualidad y cómo lo queremos para el futuro. De lo contrario, los oprimidos oprimirán a los opresores y así hasta el infinito, mientras que los que estamos fuera veremos como, cada día más, el país se hunde en arenas movedizas.

 

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