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18 de septiembre del 2007

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Iberoamérica
Reflexiones peruanas

¿Por qué asusta tanto la democracia?


Wilfredo Ardito Vega
La Insignia. Perú, septiembre del 2007.

 

La oposición frontal de los funcionarios del Gobierno y diversos medios de comunicación a la consulta vecinal en Ayabaca y Huancabamba demuestra que algunas élites peruanas que presumen de su modernidad no han asumido valores como la igualdad y la democracia.

De hecho, resulta sorprendente que un régimen que se proclama democrático descalifique a tres alcaldes simplemente por convocar a los ciudadanos a expresar su punto de vista. Ensayemos una explicación: los campesinos y las autoridades de Ayabaca y Huancabamba consideran que la democracia implica gobernar respetando los intereses del pueblo y escuchando lo que piensa; es decir, tienen una concepción participativa. En cambio, el gobierno de García, como antes Toledo, Fujimori y Belaúnde, tiene una concepción delegativa donde el mandatario dispone de cinco años de libertad para actuar según le parezca y la población debe limitarse a obedecer. Desde esta percepción, una consulta vecinal resulta un "acto subversivo" porque sólo el Gobierno tiene facultad de decidir sobre lo que afecta a los ciudadanos.

A esto se añade que uno de los principios fundamentales de la democracia, la igualdad entre los ciudadanos, cuenta con un amplio rechazo entre los peruanos con mayor poder. Recordemos que ante el proyecto de ley que buscaba incorporar el uso de idiomas indígenas en la administración pública, Martha Hildebrandt declaró que no discutiría con quienes "no eran iguales a ella". En otro país, su actitud prepotente y altanera habría provocado que fuera sancionada u obligada a renunciar.

En esa misma línea, un empresario piurano sostuvo hace poco que los campesinos no tenían criterio para decidir porque eran como "niños de cinco años". Expresiones similares han proferido el ex congresista y actual embajador ante la OEA, Antero Flores Araoz ("llamas y vicuñas"), y el ex primer ministro y actual integrante de FORSUR Pedro Pablo Kuczinsky ("la falta de oxígeno les afecta el cerebro"), cuando los campesinos podían tener un punto de vista diferente al de ellos en un proceso electoral.

Además, principios que un régimen democrático debería defender, como la libertad de expresión, la participación política y la seguridad jurídica pasan totalmente a segundo plano cuando amenazan a un régimen que gobierna para satisfacer los intereses de una minoría afortunada, sin molestarse siquiera en pretender ocultarlo como intentaban sus predecesores.

Los campesinos de Ayabaca y Huancabamba consideran que antes de que el gobierno pretenda otorgar una concesión minera o petrolera, debe escuchar a los habitantes de la zona afectada. Su consulta se basó en el precedente de Tambogrande, cuyos habitantes rechazaron abrumadoramente -en junio del año 2002- las pretensiones de la empresa Manhattan y han logrado que sus cultivos de limón y mango les generen ingresos cada vez mayores.

Pero la semana pasada, los empresarios mineros reunidos en Arequipa rechazaron que pudiera darse un ordenamiento territorial planificado para disponer en cuáles lugares puede realizarse actividad minera y en cuáles no. Con esa mentalidad, la consulta vecinal era aberrante y debía ser desacreditada a toda costa.

Se difundió que, tras la consulta de Tambogrande, los cultivos habían quedado arrasados por la minería artesanal; el propio Gobierno usó esos argumentos y ocultó que Majaz ocupa ilegalmente los terrenos de dos comunidades. En ese mismo afán, se llegó a afirmar que una empresa china que lleva dos meses en el Perú representa nada menos que "el interés nacional" y que los campesinos a punto de ser despojados son individuos egoístas. Resulta ingenuo pensar que la empresa tenga más interés que el de maximizar sus ganancias.

Podría puntualizarse que efectivamente habrá más ingresos fiscales, pero los campesinos no tienen ilusiones sobre lo que el Gobierno pueda hacer con ello: al fin y al cabo, puede destinar todo el dinero que desee a bombas lacrimógenas y al pago de la deuda externa a costa de mantener reducida la inversión social. En el probable caso que Ayabaca, Huancabamba o las provincias vecinas sufran daños ambientales, les quedaría sólo la resignación, porque las multas que impone OSINERGMIN se destinan a esta institución.

Desafiando a un gobierno autoritario y a una empresa sin escrúpulos, los habitantes de Ayabaca y Huancabamba han dado este 16 de septiembre un ejemplo de compromiso por el ambiente, la construcción de la democracia y la dignidad de los peruanos. A todos ellos, a quienes caminaron varias horas, a quienes pernoctaron en plazas y a los que desafiaron la lluvia y las amenazas les hacemos llegar nuestro agradecimiento.

 

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