Portada Directorio Buscador Álbum Redacción Correo
La insignia
10 de marzo del 2005


Creo que voy a vomitar


Marta Peirano
La Petit Claudine. España, marzo del 2005.


El Consejo Europeo ha aceptado la directiva sobre patentes de software, anulando la decisión del Parlamento Europeo y argumentando algo sobre sentar precedentes y aligerar decisiones que yo he entendido como 'no queremos que esto de que los paises de Europa voten en contra de nuestros intereses se convierta en algo habitual' (*). Imagino que hay mucho dinero esperando al final.


A la mejor de tres

Hace tiempo que el largo proceso de imposición de esta directiva se ha convertido en una peli de Brian de Palma. Resumiendo a lo bruto: el Parlamento europeo propone la exclusión de las patentes de software argumentando lo obvio; que acabará con la independencia creativa, tecnológica y, en último término, económica, de los paises miembros. La Comisión y el Consejo europeos deciden desatender la propuesta y lanzar la directiva en mayo del 2004. A partir de este momento la directiva es rechazada sistemáticamente por el Parlamento y empujada antidemocráticamente por el Consejo, siguiendo el sistema de pues si no gano a la primera, jugamos a la mejor de tres. Hace tan sólo unos días celebrábamos lo que parecía el rechazo definitivo a la directiva, pero celebrábamos mal y pronto. Cuarenta y ocho horas más tarde, el consejo lo desautorizó, meándose en los votos de los estados miembros (entre ellos, nosotros) y tratando de colar la directiva como sea, saltándose el proceso democrático que los europeos votamos con fanfarria y regocijo hace sólo dos semanas.

Mientras tanto, diversos paises de Europa, como Dinamarca y Polonia, reciben amenazas de Microsoft y otras grandes corporaciones del sector tecnológico (como Alcatel, Siemens y Nokia) con cierres de fábricas y empresas, abandono de inversiones y litigios si no votan a favor de la directiva en el Parlamento. Como El precio del poder, pero sin sangre. Creo.


Un asunto de conveniencias

Si partimos de la base de que las peliculas de Brian de Palma se parecen más a la realidad que los partes del telediario, es más fácil entender lo que pasa aquí. Microsoft está de los nervios. El crecimiento imparable de Linux y la popularidad de proyectos de software libre como Mozilla y Ubuntu les tiene aterrorizados. Son fáciles de instalar, son bonitos y no protagonizan escándalos internacionales por culpa de sus agujeros de seguridad. Los grandes gurus del sector predicen la muerte de M$ tal y como la conocemos, por matones y por vender basura. Por eso mandan a Balmer a amenazar a los gobiernos asiáticos y al propio Bill (como dice Pepe, su bomba atómica) para extorsionar a los gobiernos rebeldes. Microsoft sólo está patentando 80 ideas a la semana. Entre ellas, las de hacer doble clic sobre un icono y un navegador para un dispositivo de bolsillo como, por ejemplo, un teléfono móvil o un PDA. Se están asegurando de que nadie pueda hacer nada para nadie que no sea ellos. O previo pago de una cantidad de dinero y concesión de derechos que sólo ellos podrán negociar.

Por si todo esto les suena a chino, les recuerdo que no sólo sus ordenadores usan software. También los aviones, las redes de comunicaciones, los trenes, los bancos, los hospitales, los sistemas militares, los ascensores, los sistemas de seguridad de los edificios, la Red, el programa que dice si eres diabético y no hemofílico cuando un accidente te manda al hospital. Si todos estos sistemas imprescindibles quedan en manos de cinco macrocorporaciones, no sólo anularán la capacidad de empresas más pequeñas para desarrollar tecnologías más eficaces y asequibles sino que dependeremos totalmente de un software que ha demostrado ser inestable, malicioso y obsoleto.

Microsoft y sus sicarios harán lo que esté en su mano por asegurarse el poder: amenazar, sobornar, chantajear. Les va mucho en ello. Si lo consigue, nosotros habremos perdido mucho más.

Técnicamente, la directiva debería volver atrás si el Parlamento europeo rechaza el texto con el voto de la mayoría de los parlamentarios totales. Teniendo en cuenta los precedentes, hay posiblidades serias de que, aunque ésto suceda, la directiva pase de todos modos. Dinamarca ya ha declarado su repulsa y ha dicho que impugnará, no sabemos con qué resultados.

La otra posiblidad, valiente pero utópica, es que los paises miembros rechacen por unanimidad este asalto reiterado a la democracia y a la libertad y se despida a los miembros del Consejo, empezando por el filibustero sediento de poder que es su presidente. Porque es verdad que Otra Europa es posible. Otra mejor, digo.


(*) We are adopting the position for institutional reasons so as not to create a precedent which might have a consequence of creating future delays in other processes.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción