Portada | ![]() |
Directorio | ![]() |
Debates | ![]() |
Buscador | ![]() |
Redacción | ![]() |
Correo |
![]() |
![]() |
10 de mayo del 2001 |
A 130 años de la comuna de París
René Amigo
Se cumplen por estos días, 130 años de uno de los hechos de mayor trascendencia y repercusión para los trabajadores y revolucionarios del mundo. De un acontecimiento que hasta nuestros días sigue entregando lecciones. Entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871, los obreros franceses tomaron en sus manos la conducción del Estado, y se dieron una forma de gobierno conocida como La Comuna de París.
En el Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, Marx recuerda que el 18 de marzo de 1871 París despertó a los gritos de "Vive la Commune". ¿Qué había ocurrido? En septiembre de 1870, el pueblo francés proclamó la República. Sin embargo, se impuso un gobierno reaccionario y antipopular, que deja a París bloqueado por el ejército alemán. En un homenaje a la Comuna, años más tarde, Lenin describe la situación que se vivía durante esos días: "Una guerra desdichada con Alemania, los sufrimientos del sitio de París, el paro forzoso del proletariado, la ruina de la pequeña burguesía, la indignación de las masas contra las clases superiores y las autoridades, que habían dado pruebas de una incapacidad total; una fermentación confusa en la clase obrera descontenta de la situación y que aspiraba a otro régimen social; la composición reaccionaria de la Asamblea Constituyente, que era un peligro para la República, son los factores que, con algunos más, se reunían para empujar a la población de París hacia la revolución del 18 de marzo" (1). Así, la reacción del pueblo se manifiesta en insurrección armada contra el gobierno de la traición. Los trabajadores, mujeres y niños levantan barricadas y se adueñan del poder. Miembros de la Guardia Nacional se unen a la resistencia. Muchos soldados del ejército rechazan las órdenes de disparar contra los trabajadores, y ante la insistencia matan a dos de los generales que les mandaban y se suman al levantamiento. El pueblo se comienza armar y el gobierno se ve obligado a trasladarse a Versalles. Se constituye el Comité Central de la Comuna, compuesto por 86 ciudadanos, la mayoría de extracción obrera; se conforman comisiones y se asignan diversas responsabilidades. El Comité Central de la Comuna, en su Manifiesto del 18 de marzo, decía: "Los proletarios de París, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos... Han comprendido que es su deber imperioso, y su derecho indiscutible, hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el poder" (2). La Comuna intentó, por primera vez en la historia, instaurar una nueva forma de Estado: la dictadura del proletariado. Y tomó medidas absolutamente revolucionarias. Para Marx, la Comuna era esencialmente un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora; la forma política, al fin descubierta, para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica definitiva del trabajo; y recuerda que el primer decreto de la Comuna fue para suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado, la policía despojada de sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna. Se separó la Iglesia del Estado. Todas las instituciones educacionales fueron abiertas gratuitamente para el pueblo, liberadas de la intromisión de la Iglesia y, además, la enseñanza adquirió el carácter de obligatoria. Se estableció que todos los funcionarios públicos, incluyendo a magistrados y jueces, debían ser funcionarios elegidos, responsables, y revocables, y que sus remuneraciones no podían ser superiores a las de un obrero medio. Entre otras medidas se encontraban las siguientes: abolición del trabajo nocturno, igualdad de derechos entre los sexos, legitimidad de todos los hijos, devolución de las prendas empeñadas, rebaja de los intereses bancarios, gobierno con dominio casi completo de la clase obrera, creación de cooperativas, hospitales y clubes de mujeres. Eran todas medidas realizables, y muchas fueron realizadas. Entre los comuneros había conciencia que para conseguir su propia emancipación tendrían que pasar por largas luchas, por una serie de procesos históricos. Es la Comuna la primera revolución en que la clase obrera es reconocida como la única clase capaz de tomar la iniciativa revolucionaria, decidida, y por ello la siguió la gran masa de la clase media parisina, que sintió interpretados sus intereses en ella. Sin embargo, la Comuna tuvo una serie de debilidades: no logró extender el movimiento a todo el territorio nacional, se dejó aislar dentro de París, no hubo mayor esfuerzo por lograr la alianza de los obreros con los campesinos. La ausencia de un partido homogéneo y revolucionario llevó a que se desarrollara un exceso de disputas personales y por pequeñeces. Pero entre las mayores debilidades se encuentra el permitir que se siguiera publicando la prensa reaccionaria, y dejar que siguiera operando la Banca. Así las cosas, la reacción se organiza y comienza una asalto brutal contra los trabajadores, que puso de manifiesto la abnegación, el valor y el heroísmo de los comuneros, como también la crueldad de que son capaces las clases dominantes cuando se ven amenazados sus intereses. César Godoy Urrutia menciona que no menos de 25 a 30 mil personas, incluyendo mujeres y niños, cayeron en las barricadas, o fueron muertos cuando ya el fuego había cesado. Como la semana sangrienta, se conoce a los últimos días de la Comuna. En esos días se luchó en las barricadas, calle a calle, casa a casa. Los últimos comuneros fueron sitiados en Monmartre o perseguidos hasta el cementerio del Pére Lachaise, donde centenares de ellos fueron fusilados tras haber sido obligados a cavar sus propias tumbas. Otros miles fueron sometidos a brutales consejos de Guerra en Versalles, donde muchos no llegaron ya que fueron fusilados en el camino. Pese a saber cuál sería su destino, los comuneros enfrentaron la muerte de modo ejemplar. Uno de ellos, camino a la muerte, gritaba que muriendo se habían hecho invencibles, y tenía razón. El optimismo de los comuneros se refleja en la canción de "Mariana", nombre que dieron al cañón construido con el bronce de monumentos y campanas:
"Mi Mariana nació en el suburbio, Oculto en una buhardilla, enfermo y viejo, Eugenio Pottier, que había combatido en las barricadas de junio de 1948, y también en los días de La Comuna, escribe los versos que posteriormente se transformarán en himno de los trabajadores del mundo:
"Arriba los pobres del mundo, Las lecciones de la Comuna tienen que ver con una serie de asuntos teóricos, como el problema del poder, la participación en las organizaciones sociales, el papel y futuro del Estado, y otros. No en vano, Marx, Engels y Lenin dedican parte importante de sus obras al análisis de esta experiencia. Pero también la Comuna nos lleva a temas cotidianos, como el papel, características, de los dirigentes del partido y de los trabajadores, con las conductas revolucionarias, y otras. Es, en definitiva, a sus 130 años, una fuente inagotable de enseñanzas. 1 V. I Lenin: A la Memoria de la Comuna, La Gaceta del Extranjero ðN° 2, marzo, 1908 2 C. Marx: citado en La Guerra Civil en Francia. Mayo, 1871. |
|
Ciencia y tecnología | Directorio | Redacción |