Nacidos muertos (1)
Estos poemas no viven: el diagnóstico es triste.
Los dedos de manos pies crecieron bastante,
Sus pequeñas frentes se abombaron por la concentración.
Si no caminaron por ahí como personas
No fue por falta de amor materno.
¡No puedo entender que les ocurrió!
Tienen la forma, el número, los miembros precisos.
¡Se ven tan bien ahí en su líquido de adobo!
Sonríen, sonríen, sonríen, me sonríen a mí.
Pero los pulmones no se hinchan y el corazón no bombea.
No son cerdos, ni siquiera peces,
Aunque tienen un cierto aire de cerdo y de pez,
Sería mejor que estuvieran vivos, y así es como estaban.
Pero están muertos, y su madre, casi muerta de
Enajenación,
Y miran como estúpidos, y no hablan de ella.
La bondad (2)
La bondad corretea por mi casa.
La Señora Bondad, ¡qué simpática es!
Las joyas azules y rojas de sus anillos humean
Por las ventanas; los espejos
Se llenan de sonrisas.
¿Hay algo tan real como el grito de un niño?
El chillido de los conejos será mas silvestre,
Pero no tiene alma.
El azúcar todo lo cura, dice la Bondad
El azúcar es un fluido necesario.
Pequeña cataplasma sus critales.
¡Oh Bondad, bondad
Que con dulzura recoges los pedazos!
Mis sedas japonesas, mariposas desesperadas,
Pueden verse clavadas en cualquier momento, anestesiadas.
Pero ahí llegas tú con la taza de té
Enguirnaldada de vapor:
El chorro de sangre es poesía:
No hay forma de cortarlo.
Tú me alcanzas dos niños, dos rosas.
Espejo (3)
Soy de plata y exacto. No tengo prejuicios.
Todo lo que veo lo trago de inmediato
Tal y como es, sin la turbiedad del amor o de la antipatía.
No soy cruel, sólo veraz.
El ojo de un diosecillo, con cuatro esquinas.
La mayor parte del tiempo medito sobre la pared de
Enfrente.
Es rosada, con manchas. La he mirado tanto
Que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve
Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago, Una mujer se asoma sobre mí,
Buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas embusteras, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.
Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.
En mí ha ahogado a una muchacha, y desde mi una
Mujer mayor
Se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible.
Olmo
-fragmento (4)-
En mí vive un grito.
Por la noche aletea,
Buscando, con sus garras, un objeto de amor.
Me aterroriza el algo oscuro
Que duerme en mi interior;
Percibo durante todo el día sus giros blandos y plumosos, su
Malignidad.
Las nubes pasan y se dispersan.
¿son ésas las caras del amor, esas pálidas irrecuperabilidades?
¿por eso me inquieto el corazón?
Soy incapaz de más conocimiento.
¿Qué es eso, esa cara
asesina en su estrangulación de ramas?
Su beso de ácidos serpentinos
petrifica la voluntad. Tales son las faltas aisladas y lentas
que matan y matan y matan.
El ahorcado (5)
Por la raíz del pelo algún dios me atrapó.
Sus vatios azules me hicieron chisporrotear como a un profeta
Del desierto.
Las noches desaparecieron, cerrándose de golpe, como los
Párpados de un lagarto,
Un mundo de días blancos y calvos en la cuenca sin sombras.
Un aburrimiento buitrero me dejó clavado a este árbol.
Si él fuera yo, haría lo que hice.
La canción de María
–fragmento- (6)
Pájaros grises me obsesionan el corazón.
Ceniza bucal, ceniza de ojo.
Se establecen. Sobre el alto
Precipicio
Que vació a un hombre en el espacio,
Los hornos resplandecían como cielos, incandescentes.
Es un corazón
Este holocausto en que me adentro,
Dorada criatura que el mundo ha de matar y de comerse.
Filo ( 7 )
La mujer alcanzó la perfección.
Su cuerpo
Muerto muestra la sonrisa de realización;
La apariencia de una necesidad griega
Fluye por los pergaminos de su toga;
Sus pies
Desnudos parecen decir:
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
Uno a cada pequeña
Jarra de leche, ahora vacía.
Ella los ha plegado
De nuevo hacia su cuerpo; así los pétalos
De una rosa cerrada, cuando el jardín
Se envara y los olores sangran
De las dulces gargantas profundas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse,
Mirando con fijeza desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crepitan y se arrastan.
Notas
(1) Soy Vertical pero preferiría ser horizontal. Ed. Mondadori, 1999
(2) Ariel. Edición bilingüe. Ed.Hiperión, 1999
(3) Soy vertical pero... ob.cit.
(4) Ariel ob,cit.
(5) ob.cit.anteriormente
(6) ob.cit.ant.
(7) ob.cit.ant. Este fue el último poema escrito por Silvia Plath, el 5 de febrero de 1963, días antes de su suicidio.