Portada Directorio Buscador Álbum Redacción Correo
La insignia
20 de abril del 2003


Los Simpson y el conservadurismo en EEUU (I)


María Cristina Rosas (*)
La Insignia. México, abril del 2003.


"Necesitamos una nación más cercana a los Waltons (1) que a los Simpson".
-George H. W. Bush-

"Somos como los Waltons. También rezamos para que termine la depresión".
Bart Simpson

"Yo no vote por Bush."
-Homer J. Simpson-


Los Simpson constituye la serie de dibujos animados más exitosa en la historia de la televisión. Cada semana 14. 7 millones de personas sintonizan en Estados Unidos la cadena de la Twentieth Century Fox para presenciar las aventuras de la familia más disfuncional de Springfield. Adicionalmente otros cuatro millones de personas en la Unión Americana se colocan frente al televisor para repasar los episodios viejos de la serie. Más de 180 canales afiliados a la Fox presentan los episodios de estreno los domingos por la noche. En Estados Unidos y Canadá 250 estaciones de televisión presentan episodios viejos, a veces hasta dos veces en el mismo día. En todo el mundo, se calcula que 60 millones de personas en 70 países han convertido a Los Simpson en la serie más popular, doblada a docenas de idiomas, incluyendo el español, el francés, el japonés, el finlandés, el portugués, el italiano, etcétera. En México, la cadena Fox transmite desde el 1° de octubre del 2001 a Los Simpson a las 20: 30 p. m. (antes lo hacía a las 20: 00 p. m.), uno de los horarios de mayor audiencia (prime time). En TVAzteca, empresa que adquirió los derechos exclusivos de la serie en México, el horario de transmisión por el canal 7 es a las 20.00 horas (2).

Tras 14 años de estar al aire es la tercera serie más vista de la cadena Fox en Estados Unidos, y ocupó, en la temporada 2000-2001, el lugar 21 entre los 150 programas más populares de la televisión estadunidense. En la misma cantidad de años, el programa ha sido nominado a 34 premios Emmy y ha recibido la distinción Peabody diseñada para reconocer lo más sobresaliente de la radio y la televisión en el vecino país del norte. La revista Time, en su edición de 1998 afirmó que Bart Simpson, al lado de Charles Chaplin, Albert Einstein y The Beatles era una de las 100 personalidades más influyentes del siglo XX.

Los Simpson constituyen una expresión del American way of life. Baste mencionar que la mercancía y la memorabilia relacionada con Los Simpson constituyen una industria valuada en mil millones de dólares. Los comics impresos de la serie circulan en 250 diarios en todo el mundo y alcanzan una audiencia de 14 millones de personas. Asimismo, a principios de los 90 se calculaba que existían más de 1 000 páginas en la Internet dedicadas a Los Simpson en general, o a alguno de los personajes en particular. La cifra, al día de hoy, se desconoce, pero podría hablarse, sin lugar a dudas, de varias decenas de miles de páginas en diversos idiomas, disponibles en la red de redes.

Los Simpson también forman parte de la cultura popular estadunidense, a la que nutren día con día. La expresión de consternación de Homero "D'oh!" ha sido incorporada al Oxford English Dictionary. Con motivo de su décimo aniversario, Los Simpson disfrutan de una estrella en el paseo de las luminarias del Hollywood Boulevard. Por si fuera poco, una encuesta efectuada en 1999 encontró que el 91 por ciento de los niños estadunidenses cuyas edades oscilaban entre los 10 y los 17 años de edad, y un 84 por ciento de los adultos, podían identificar a los miembros de la familia Simpson (Campolo, 2001: 2-3), cifra mucho más alta que la de los estadunidenses que pueden localizar a su país en el mapa del mundo, y ciertamente mayor que la de los estadunidenses que conocen el nombre del Vicepresidente de su país.

Dicho esto: ¿qué es lo que ha hecho tan exitosos a Los Simpson? La serie ha sido polémica desde sus inicios. Diversas personas dentro y fuera de Estados Unidos, consideran que son "dañinos" para el espectador. En países como Costa Rica y la República Dominicana se prohíbe su transmisión por considerar que ofenden los valores familiares. En México, algunos sectores conservadores postulan que Los Simpson atentan contra la moral e incluso han realizado infructuosos intentos para boicotear a TVAzteca en sus transmisiones.

Pero contrario a lo que postulan los sectores conservadores dentro y fuera de Estados Unidos, Los Simpson constituyen, paradójicamente, una expresión (muy simpática, por cierto) del conservadurismo. Se trata de una familia que, pese a sus problemas, se mantiene unida, a la inversa de lo que ocurre en la vida cotidiana de los estadunidenses y otras sociedades, donde la desintegración familiar es la regla. Los Simpson son una familia de clase media, donde Homero, el jefe de esa familia, provee el sustento de la misma (aun cuando ha perdido su empleo en diversas ocasiones); donde Marge es el ama de casa que cuida de su esposo y sus tres hijos (con todo y que ha conseguido empleos esporádicos); donde Bart va a la escuela (si bien ha estado a punto de reprobar y ha sido expulsado por mala conducta); donde Lisa también va a la escuela (a pesar de que es una niña superdotada y aventaja, con mucho, a sus compañeros y profesores); y donde Maggie es una bebé llorona (pese a que ha salvado a sus hermanos de las garras de una niñera ladrona y del frenético Willie, el escocés).

A menudo se considera que Los Simpson revolucionaron los dibujos animados con sus irreverencias. Lo cierto es que lo que muchos caracterizan como estupidez en Homero o insolencia en Bart, no son sino expresiones de lo cotidiano en la vida familiar. No se pierda de vista que, después de todo, los caracteres de Los Simpson son la creación de Matt Groening, quien bautizó a cada personaje con los nombres de los miembros de su propia familia de la vida real. De manera que lo revolucionario de Los Simpson debe buscarse en la manera en que se han convertido en un producto tan atractivo para los televidentes, en momentos en que las opciones de entretenimiento son tan variadas y, en muchos casos, competitivas.

Una pista podría ser la inversión de tiempo y recursos que se necesitan para crear cada nuevo capítulo de la serie. Así, para cada capítulo de Los Simpson contribuyen alrededor de 300 personas que trabajan a lo largo de 8 meses a un costo de 1,5 millones de dólares por episodio (Irwin, Conard y Skoble, 2001: 1). Al respecto, el razonamiento de Neil Postman es elocuente:

«Lo que resulta singular (...) de los medios de comunicación es que su papel al orquestar lo que vemos o sabemos rara vez es advertido. Una persona que lee un libro o que mira la televisión o que observa su reloj usualmente no está interesada en la manera en que su mente se organiza ni es controlada por éstos acontecimientos, y menos aun en la idea sugerida por un libro, la televisión o un reloj. Pero existen hombres y mujeres que han tomado nota de esas cosas, especialmente en nuestro propio tiempo (Postman, 1984: 11).»

Matt Groening fue capaz de crear un producto atractivo para el consumo masivo y, para garantizar su aceptación no podía retratar realidades ajenas a lo cotidiano de una sociedad tan profundamente conservadora como la estadunidense. Como se verá a lo largo del presente ensayo, Los Simpson, lejos de cuestionar el status quo se recrean en él, y aprenden a sobrevivir en el marco de sus limitaciones y oportunidades. En palabras de Paul Cantor: no importa qué tan disfuncional puedan ser Los Simpson, dado que la familia nuclear aparece como una institución que vale la pena preservar (Cantor, 2001: 176). En todo caso, lo admirable de este producto de la cultura de masas es la capacidad de su creador para caricaturizar los vicios y las virtudes de los seres humanos sin proponer un nuevo estado de cosas ni un orden alternativo. Los Simpson no van más allá de la parodia. No es su objetivo. La parodia vende. El cambio social y la revolución del proletariado no.

De Mafalda a Lisa o de cómo
un orden social alternativo pereció ante el statu quo

Lisa es una niña superdotada que ejemplifica en Los Simpson, el anti-intelectualismo que permea a la sociedad estadunidense. Y es que si bien los "cerebritos" son admirados, no se pierde la oportunidad de ridiculizarlos quizá porque con ello las personas ordinarias canalizan el resentimiento que los "ñoños" les generan. También no hay que perder de vista que hoy en día la racionalidad y el conocimiento son puestos en tela de juicio, aunque lo que sorprende es que éste tema sea ventilado en una serie de televisión que en muchos sentidos parecería exaltar las virtudes de ser tonto frente a las de ser inteligente (Skoble, 2001: 25-26). Ahí está por ejemplo, el episodio en el que a Homero le descubren -gracias a una radiografía- un crayón en el cerebro que podría ser la causa de su estupidez. Luego de una cirugía en la que los médicos lograron extraerle el crayón, Homero se convierte en una persona inteligente aunque repudiado por sus amigos de siempre, razón por la que opta porque el crayón le sea reintroducido en el cerebro. La moraleja de este episodio es: la felicidad estriba en la estupidez, y los "cerebritos" son profundamente infelices porque están condenados a la incomprensión y a la soledad. La relación amor-odio que Los Simpson presentan en torno a las personas inteligentes es explicada por Aeon Skoble en los siguientes términos:

«Queremos tener una guía autorizada, pero también queremos autonomía. No nos gusta sentirnos tontos, pero siendo honestos nos damos cuenta de que tenemos que aprender más cosas. Respetamos los logros de los demás, pero muchas veces nos sentimos amenazados u ofendidos. Respetamos a las autoridades cuando así lo deseamos, pero nos tornamos relativistas a conveniencia (Skoble, Op. cit.: 33-34).»

La infelicidad que padece Lisa no la disuade de ser diferente. Lisa es vegetariana porque ha tomado conciencia de que comer carne hace daño y no es saludable. También ha denunciado la falta de conocimiento de su profesora, la maestra Stricter. Le preocupa el reciclaje como una medida para proteger el medio ambiente. Rechazó un cheque por 12 millones de dólares que le entregó el siniestro Señor Burns cuando la pequeña le brindó ayuda para que recuperara su fortuna. Confesó ante las autoridades de la escuela primaria haber hecho trampa en un examen.

Hasta aquí muchos considerarían a Lisa Simpson la Mafalda del siglo XXI, tomando en cuenta su inteligencia, su honestidad y la madurez con la que actúa pese a sus escasos 8 años de edad. Sin embargo, Lisa siempre se adapta al sistema al que tanto cuestiona y termina jugando conforme a las reglas imperantes. Por ejemplo, Lisa tiene una devoción por la muñeca Stacy Malibu (la Barbie de Los Simpson) y ríe a carcajadas con la descabellada serie de dibujos animados de Itchy y Stratchy. También está obsesionada con poseer un pony.

En el episodio en el que tras una excavación Lisa descubre un extraño esqueleto que el resto de la comunidad considera que corresponde a los vestigios de un ángel, la pequeña se muestra escéptica, sólo para que en la parte final del episodio, cuando la comunidad de Springfield espera el advenimiento del juicio final, Lisa manifieste el mismo temor que las demás personas. En otra ocasión, a pesar de que las actividades que tanto disfruta Homero no son del interés de Lisa, ésta accede a acompañarlo al espectáculo de los autos chocones que le disgustan sobre manera a la pequeña. En otra oportunidad Lisa repudia el "carnivorismo" de Homero, y arruina la parrillada que éste organizó para todo el pueblo de Springfield. Al final, sin embargo, Lisa se reconcilia con Homero -luego de haber sido aleccionada por el tendero Apu, quien le explicó la importancia de ser tolerante-, y la carga de "caballito" al compás de la música fresa de Paul McCartney.


Marge: un ama de casa ordinaria

Marge es, posiblemente, el personaje más virtuoso en la familia Simpson. Cuida de su esposo y sus hijos, hace los quehaceres del hogar, resuelve los problemas cotidianos y disfruta plenamente su vida sexual al lado de Homero. Cuando tuvo conocimiento de la existencia de una casa de "mala nota" encabezó al "comité de higiene moral" para obligar a su cierre. Cuando un huracán azotó a Springfield, Marge rezó explicándole a Dios que "si salvas a mi familia te recomendaré con mis amigas." Por supuesto, el huracán cesó, aunque extrañamente destruyó la casa de los devotos Flanders.

Marge también ha estado expuesta a fuertes tensiones derivadas de las tareas que realiza y del escaso reconocimiento que los miembros de la familia le prodigan. Así, Marge entró en una etapa depresiva que la llevó a perder su cabello, aunque el arribo de Cary Bobbins salvó la situación. En otra ocasión, habiendo arruinado la boda de Otto, el chofer del autobús escolar, y viéndose obligada a dar alojamiento a Becky, la novia de éste, Marge enloqueció creyendo que la nueva huésped deseaba seducir a Homero y apoderarse de los niños Simpson. En otra oportunidad, Marge debió refugiarse en "Rancho Relaxo" para recuperarse de una crisis nerviosa.

Marge, como todo ser humano, ha tenido debilidades que, sin embargo, ha podido enfrentar y enmendar antes de que fuera demasiado tarde. Cuando cumplió años y Homero olvidó el onomástico de su esposa, aquél rápidamente se vio obligado a ir a una tienda para buscar el regalo "perfecto". Homero eligió una bola de boliche, asumiendo que dado que Marge no era muy afecta a jugar a los bolos, el obsequio terminaría en las manos del mismo Homero. Para su sorpresa, Marge decidió ir al bolorama, donde inició un flirteo con un experto en los bolos, quien rápidamente sedujo a la novata mujer, al punto de que logró convencerla de una cita en un hotel donde ambos consumarían la atracción mutua que sentían. Camino al hotel, Marge repensó la situación y decidió dirigirse a la planta nuclear de Springfield para reencontrarse con Homero.

En otro episodio, estando en una tienda de ropa, Marge se topó con un vestido de saldo de Coco Chanel, el cual compró a recomendación de Lisa. Al usar ese vestido y estando en una gasolinera se reencontró con una vieja amiga, la cual invitó a Marge a una exclusiva reunión a la que sólo asistían mujeres de un estrato social más alto que el que Marge suele frecuentar. Poco a poco Marge se fue involucrando en el mundo frívolo de sus nuevas amistades hasta que, con motivo de una reunión muy especial en la que Los Simpson serían "incorporados" formalmente a la "burguesía" de Springfield, la misma Marge echó mano de los ahorros de toda la vida para comprar un costoso vestido. Pero para ingresar a ese estrato social, Marge se dio cuenta de que ella debería cambiar, al igual que su familia. La devota ama de casa valoró la importancia de aceptar y ser aceptada, y de ser auténtica, en vez de engañarse a sí misma pretendiendo ser otra persona. Marge despreció la membresía en la high society de Springfield y se fue con su familia a cenar hamburguesas a Krusty Burger.

En los casos referidos se evidencia que ni Marge ni Homero, con todo y que han estado a punto de ser infieles (a la pareja, a la familia, al estrato social al que pertenecen), han dado ese paso yendo "más allá". Siempre "regresan al redil" y mantienen intacta a la familia nuclear, la cual no cambia en ningún sentido.


Notas

(*) Profesora e investigadora adscripta a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Recibió la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos 1999. Su libro más reciente se titula La economía política de la seguridad internacional. Sanciones, zanahorias y garrotes (México, Universidad Nacional Autónoma de México-Secretaría Permanente del Sistema Económico Latinoamericano, 2003, 316 pp). Correo electrónico mcrosas@correo.unam.mx Ponencia presentada originalmente en el XV Congreso anual de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) que con el tema general "La nueva política exterior de México" se llevó a cabo del 25 al 27 de octubre del 2001 en Guadalajara, Jalisco, México.
(1) The Waltons fue un programa de televisión transmitido a finales de los 70 en Estados Unidos, donde se exaltaban los valores y la unidad familiar.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción