Portada de La Insignia

29 de noviembre del 2008

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Cultura

Música de la crisis


Margarita García
Teodora / La Insignia*. Argentina, noviembre del 2008.

 

Vinieron de visita un par de amigos colombianos. La noche irradiaba primavera y era propicio salir a sentarse en una mesa de vereda. No nos apuramos en decidir el lugar porque se supone que, con la crisis, no es tanta la gente loca que corre a vaciarse los bolsillos en un restorán. Pero, debido quizá a la elevada sensación térmica ese día mucha gente enloqueció y se coparon las parrillas. Entonces nos anotamos en una lista de espera: un clásico palermiano que se pasa con champán. Los que no estaban anotados en la lista de espera –anunciaba la chica que manejaba la mafia de las reservas– podían anotarse en una lista de espera para esperar. Claro que en esa segunda lista había más gente, pero también –le explicaba la chica a unos gringos que preguntaban cuál era la diferencia entre esperar y esperar para esperar– era una lista más divertida. “¿Por qué?”, se preguntaba ella misma dándole curso a su pequeña performance diaria: “Porque, además de champagne, les ofrecemos un quesito”. Cheese asintieron los gringos, como si estuvieran por tomarles una foto. Sus nombres fueron estampados en la libreta que, curiosamente, tenía pegada en la portada un discreto emoticón que guiñaba un ojo, lo que probablemente significaba: “¡Ja! Somos tan divertidos que esperaremos dos horas más”. Los de la lista de espera original también simulábamos estar pasándola bárbaro, pero lógicamente ansiábamos que alguno se atorara con el bife y tuviera que abandonar la mesa ipso facto. Uno de mis amigos bamboleaba suavemente las caderas, ejecutando ese gesto elocuente que querría querer decir: “La estoy pasando tan divinamente que me provoca bailar”, pero que, para quienes saben leer gestos elocuentes, gritaba un contundente: “¡Anda a esperar a la p que te parió!”. El otro miraba alrededor por encima de sus lentes sin marco y estudiaba con una sonrisa ladeada a nuestros compañeros de vereda: “Lindo clima, linda gente, buen champagne”, decía, mientras la sonrisa mutaba en rictus, mientras las risas impostadas se tomaban el aire primaveral y las telas de algodón de camisas y polleras flambeaban por los aires. Y con cada tos, con cada ida al baño de algún comensal, con cada mano en alto dibujando el gesto de rayar el aire y pedir la cuenta, la angustia de la espera se iba pareciendo cada vez más al consuelo de la esperanza. “Salud”, se escuchaba al fondo, previo al tintineo de las copas de champán, la música de la crisis en Palermo Hollywood.

(*) Publicado originalmente en el diario Crítica, de Argentina. Reproducido en La Insignia por cortesía de la autora.