7 de marzo del 2008

No soporto que las cosas me salgan bien

Marcos Winocur
La Insignia. México, marzo del 2008.

Él: Hace una hora que te estoy llamando. ¿Dónde te habías metido? Siempre tienes tiempo para los demás, nunca para mí. Te encargué la revista y te olvidaste de comprarla, y ya salió el número 20. ¿Cómo haré para conseguir el 19? ¿Y la leche de soja y el jugo de arándano? El médico dijo que los tomara…

Ella: Muy bien, soy culpable. Pero, ¿para qué me llamabas?

Él: Para darte un beso.

Se dan el beso.

Ella: Ay, qué loco. Ay, qué lindo. Pero si todo era broma. Te traje el número 20 de la revista y también pude conseguir el 19. Te traje la leche de soja y el jugo de arándano…

Él (revisando las bolsas del super): Está todo... ¿Por qué? ¿Por qué? Si sabes que no soporto que las cosas me salgan bien, que estoy hecho para sufrir. Si ya sabes que soy un masoca, aunque algunos médicos opinan que soy sadomaso. Y de cualquier modo no soporto que las cosas me salgan bien… Si ya lo sabes, ¿por qué te empeñas en llevarme a la felicidad que será mi desgracia?

Ella: Basta, basta, eres un pendejo que dice pendejadas. Así que cállate. Y me voy a cambiar el foquito de la cocina. Se ha quemado y, si no lo arreglo, te quedarás sin cena.

Un par de minutos después, mientras él duda si comenzar la lectura de la revista por el número 19 o el 20, un grito, más bien un alarido, cruza el aire. Lo comprende de inmediato: se ha electrocutado al cambiar el foquito de la cocina. Y corre. Pero no hacia el interruptor sino hacia ella. Y la abraza.

Ambos mueren carbonizados.