10 de junio del 2008
Se diría que Andreu Martín (Barcelona, 1949) ha hecho de todo, creativamente hablando. Ha escrito novelas de géneros variados, guiones de cómic, cine y televisión, obras de teatro, etc., desenvolviéndose con envidiable soltura en todos los casos. Pero si por algo es especialmente conocido es como autor de novela negra, siendo a la vez uno de los más prolíficos y mas fieles a las reglas del género que tenemos en España.
Y es que algo que se puede decir de Andreu Martín es que no tiene nada que envidiar a los clásicos estadounidenses del género negro, ni en el tratamiento de la acción ni en el trasfondo de sus novelas. Su dominio de las tramas es total; su estilo narrativo, claramente hard-boiled en la mayoría de los casos (revelando a la vez conocimiento de las claves del género y amor por éste); y no se limita a describir intrigas sin más, sino que sus obras van acompañadas del análisis y crítica de la sociedad y el entorno en el que tienen lugar. Con otros autores españoles a veces queda la duda de si se está leyendo una novela costumbrista que usa como esqueleto una trama policíaca, pero con Martín el efecto es definitivo: sabemos que tenemos delante pura serie negra.
"(...) cómo es posible que nadie se acuerde de alguien que ya estaba practicando el tarantinismo antes de que Tarantino y sus diversos acólitos hubieran aprendido a juntar la p con la a. Andreu Martín lleva más de quince años diseccionando el bajo vientre podrido de nuestra sociedad y aquí nadie se entera." (Sobre Jugar a matar. Roger Wolfe, El Mundo, 5/11/95.)
Todo esto no sale del aire. La carrera de Andreu Martín comienza a principios de los setenta como guionista de cómic para Editorial Bruguera, y a finales de esa misma década irrumpe en la novela negra. A la vez que guioniza los cómics de Sam Balluga (con dibujo de Mariel Soria, el máximo exponente de la parodia del género que se ha dado en nuestro país) comienza a escribir, y obtiene en 1980, con la novela Prótesis, el premio Círculo del Crimen, en un debut ejemplar. Prótesis narra una historia de venganza dura y violenta, en la cual dos personajes (un policía y un delincuente) están destinados a enfrentarse en una espiral sin salida. De la solidez del argumento da fe el hecho de que en su adaptación cinematográfica (Fanny Pelopaja, de Vicente Aranda, con la colaboración del propio Martín en el guión), cambian hechos, circunstancias y hasta el sexo de uno de los protagonistas, y aún así, al verla, sigue siendo Prótesis; no se tiene la sensación de estar viendo algo diferente del original.
A partir de aquí sigue una carrera ininterrumpida, que actualmente sobrepasa el medio centenar de obras, la mayoría de las cuales son serie negra, con incursiones en otros géneros, especialmente en el campo de la novela juvenil (en el que crea, en colaboración con Jaume Ribera, la serie del detective adolescente Flanagan, comenzada por No pidas sardina fuera de temporada, que fue Premio Nacional de Narrativa Juvenil en 1989). Pese a mantener algunas constantes, la suma de calidad literaria (que lo ha hecho acreedor de numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan, además de los mencionados, el Alfa 7, el Hammet, el Deutsche Krimi Preis International y otros), la huída del encasillamiento, la concienzuda labor de investigación y el no tener miedo a probar diferentes enfoques hacen que su obra sea de lo más variada. En A la vejez, navajazos, pasó mucho tiempo en los despachos de la Brigada de Investigación Criminal de Barcelona, con el único objeto de conocer al detalle el procedimiento policial en nuestro país (conocimiento que se refleja a la perfección en la novela), mientras que en Juez y parte se cuenta la resolución de un asesinato de una forma inspirada en Rashomon, presentando al lector múltiples "verdades" según el punto de vista del juez que investiga el caso, un periodista que lo sigue y otros implicados en los sucesos, y dejando al lector participar en el juego de desentrañar si existe una única verdad. La camisa del revés incluye en la trama algunos componentes paranormales, dejando en duda la existencia de una interpretación racional de los hechos, y en El señor Capone no está en casa el autor se atreve a relatar (saliendo bien librado de la experiencia) una historia de gángsters en el Chicago de la época de la Depresión. Recientemente se ha aventurado en el campo de la novela erótica con Espera, ponte así (Premio La Sonrisa Vertical, 2001), y podría seguir, pero como ejemplos del trabajo de uno de los más interesantes escritores contemporáneos ya es suficiente.
Y es que Andreu Martín es bueno. Realmente bueno. De modo que prefiero dejar aquí estos breves comentarios y recomendar directamente su lectura. ¿A qué esperas? Cuanto más tardes, más te pierdes.