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30 de agosto del 2007

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Internacional
EEUU

La lucha social de los inmigrantes


Eduardo Stanley
La Insignia. EEUU, septiembre del 2007.

 

Fresno (California). En la década de 1960, el movimiento de los derechos civiles, encabezado por los negros del sur de Estados Unidos, generó transformaciones sociales de gran importancia para todas las minorías étnicas del país. En el Valle Central de California, una huelga rural iniciada por trabajadores filipinos prendió la mecha de lo que después llegaría a ser el primer sindicato campesino, liderado por trabajadores mexicanos y mexico-estaodunidenses. En los 70, el Movimiento Chicano logró importantes victorias sociales e impulsó además un profundo sentimiento de orgullo cultural.

En la década de 1960 hubo también otros cambios de importancia que afectaron desde la estructura familiar hasta la cultura de la sociedad estadounidense. Por ejemplo, la revolución sexual, el movimiento de liberación de la mujer, la extensión del rock, etc. Gran parte de este clima de cambios se debió a las protestas contra la guerra de Vietnam, que terminó en 1973. Los espacios públicos vieron nacer y desarrollarse a los movimientos sociales. Parques, plazas y avenidas eran testigos de marchas, protestas y mítines públicos.

Pero los cambios no durarían mucho. El poder, que se vió forzado a hacer concesiones ante las presiones "desde abajo", comenzó a trabajar de inmediato para recuperar el terreno perdido.

En California, en 1994, el electorado aprobó por 59% de los votos la Propuesta 187, que pretendía eliminar acceso de los inmigrantes indocumentados a servicios como salud y educación. Aunque la iniciativa perdió en las cortes, abrió una caja de Pandora de la cual surgieron iniciativas similares en otros Estados, se formaron grupos antiinmigrantes y, sobre todo, se creó un ambiente favorable a la eliminación de las concesiones hechas apenas 20 años antes.

En California, en 1996, la Propuesta 209 ataca a Acción Afirmativa (conjunto de leyes que buscaban igualdad de oportunidades de empleo y educación para las minorías) y dos años después, la 227 elimina la educación bilingüe.

Poco a poco, de manera invisible a veces, los conservadores, o la derecha política, hacen su trabajo. Por ejemplo, durante años creó la imagen del welfare (programa de bienestar social y apoyo a los más necesitados) como subsidio a personas que no encontraban trabajo. En 1996, Bill Clinton desmanteló practicamente el servicio -aunque el llamado corporate welfare, el subsidio a las corporaciones, sigue vigente-. En apenas dos décadas, pasamos de un sentimiento de solidaridad, de comunidad, de tener una causa, al éxito económico como símbolo de progreso y bienestar.

A partir de los 80, una nueva clase de inmigrantes empieza a llegar a Estados Unidos: los latinoamericanos, incluidos indígenas como los mixtecos y zapotecos, de Oaxaca y Guerrero (México). Muchos de estos nuevos inmigrantes llevaban consigo algo de experiencia o conocimientos políticos.

En 1994, la Propuesta 187 provocó protestas y marchas encabezadas por inmigrantes, especialmente jóvenes. Las movilizaciones contra la propuesta fueron la línea divisoria del movimiento de los latinoamericanos por la justicia social. Una nueva generación empezó a reemplazar lentamente a la vieja guardia, aunque las luchas contra las Proposiciones 209 y 227, antes mencionadas, contaron con poca participación de los nuevos inmigrantes.

Unos años antes, en 1988, se produjo un fuerte movimiento de mexicanos en Estados Unidos contra los resultados del proceso electoral que llevó al poder a Carlos Salinas de Gortari. Esta politización y activismo orientado hacia México dió un giro en 1994 (Propuesta 187). La política local, antes ajena, incomprensible, empezó a ser motivo de atención. Aunque sin descuidar los intereses binacionales como el derecho al voto de los mexicanos en el extranjero, logrado de manera parcial hace un par de años.

Aumentó así el sentimiento de pertenencia por parte de los nuevos inmigrantes. Porque las injusticias ya no se producían al sur de la frontera sinó aquí, en nuestra nueva casa, afectando directamente a las familias de inmigrantes.

En 2006, las marchas de los inmigrantes recuperaron algunos espacios públicos. Pero una vez más, el poder no descansa. Las redadas y deportaciones atemorizan y muchos no quisieron participar en las manifestaciones de este año (2007), aunque fueron igualmente masivas.

Actualmente, el temor a las redadas, las divisiones de los activistas y de las organizaciones pro inmigrantes y la complicidad del Partido Demócrata con el poder, afectan más que los ataques de los Minutemen y grupos antiinmigrantes afines.

Es imperativo lograr una ley migratoria amplia para los indocumentados -que superan los 12 millones-,así como integrar a México y otros paises exportadores de trabajadores a un proyecto de desarrollo social y económico con justicia social para que las personas puedan quedarse en sus tierras si así lo desean. Es decir, un proyecto similar al de la Unión Europea; no los tratados de libre comercio que sólo son continuidad de la política económica de rapiña de Washington.

Pero para lograr esto se requiere de una serie de alianzas con otros grupos étnicos y sociales, además de aprender de la "vieja guardia" de activistas que abrieron puertas para el ejercicio pleno de los derechos democráticos de las minorías.

Vivimos en una sociedad rica, cambiante y conflictiva, que muchos aún no consideran suya. Pero pelear por los derechos también contribuye al sentimiento de pertenencia. Cada derrota y cada victoria marca a fuego nuestra presencia en esta tierra.

 

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