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23 de octubre del 2007

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Cultura

A propósito de nada


Isaac Asimov

 

La Tierra entera aguardaba que el diminuto agujero negro la condujera a su fin. Lo había descubierto el profesor Jerome Hieronymus por el telescopio lunar, en el año 2125, y estaba claro que iba a acercarse lo suficiente como para provocar una destrucción completa mediante grandes marejadas.

Todo el mundo hizo testamento, lloró y se despidió con amargura de sus parientes y amigos:

-Adiós, adiós, adiós...

Los esposos dijeron adiós a sus esposas, los hermanos dijeron adiós a sus hermanas, los padres dijeron adiós a sus hijos, las solteronas dijeron adiós a sus animalitos domésticos y los enamorados se susurraron despedidas al oído.

Pero a medida que el agujero negro se aproximaba, Hieronymus observó que no había efecto gravitacional. Lo estudió con más atención y anunció, riendo, que en realidad no se trataba de ningún agujero negro.

-No es nada -explicó-. Sólo es un asteroide corriente que alguien ha pintado de negro.

La multitud enfurecida lo mató, aunque no por el error. Lo mataron después de que anunciase que escribiría una comedia conmovedora sobre todo el episodio.

-Se titulará -añadió- Muchos adioses para nada.

Toda la humanidad aplaudió su muerte.

 

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